¿Le preocupa que olvidarse de los nombres de las personas o del lugar donde dejó las llaves pudiera ser una señal de una demencia inminente? Si se parece a la mayoría de los estadounidenses mayores, no se lo comentará al médico, muestra un estudio reciente.
Unos investigadores que observaron datos del gobierno federal sobre más de 10,000 personas hallaron que, en 2011, apenas uno de cada cuatro adultos a partir de los 45 años de edad conversó sobre los problemas de la memoria con un profesional de la atención sanitaria durante un chequeo de rutina.
De hecho, las probabilidades de que una persona admitiera un problema de memoria en una visita al consultorio del médico en realidad se redujeron a medida que aumentaba la edad, según un equipo dirigido por Mary Adams, de On Target Health Data en West Suffield, Connecticut.
Los hallazgos fueron publicados el 28 de enero en la revista Preventing Chronic Disease.
"Para la mayoría de adultos mayores, los chequeos de rutina son una oportunidad desaprovechada para evaluar y conversar sobre los problemas de memoria", dijo Adams en un comunicado de prensa de la revista.
Los expertos se muestran de acuerdo en que el estigma que rodea a la pérdida de la memoria y a la demencia podría disuadir a las personas de hablar sobre esos temas con sus médicos.
"Debido a que la demencia es, desafortunadamente, una enfermedad demasiado común, los adultos mayores están bastante familiarizados con las señales y los síntomas que la anuncian, que han observado con dolor en algún vecino o familiar", comentó la Dra. Gisele Wolf-Klein, directora de educación geriátrica de Northwell Health en New Hyde Park, Nueva York.
"Esa realidad conduce a la negación y a la evitación, tanto de parte del paciente como del médico", dijo. "Siempre y cuando no lo mencionen, quizá solo sea el envejecimiento normal".
Pero mencionar los problemas de memoria es importante, porque no necesariamente anuncian la aparición de una demencia, explicó Wolf-Klein. "La pérdida de memoria bien podría no deberse a la demencia, sino a otra afección muy tratable, como la depresión", anotó.
Y si de hecho sí se vincula con la demencia, reconocer ese hecho es esencial, enfatizó.
"Los pacientes pueden reunirse pronto con los familiares y los asesores legales para la tercera edad, que son quienes mejor pueden ayudarles a tomar decisiones individualizadas sobre la atención, en lugar de depender de decisiones de último minuto que tomen familiares en un momento en que los pacientes ya no tengan esa capacidad", planteó Wolf-Klein.
El Dr. Bruce Polsky, presidente del departamento de medicina del Hospital de la Universidad de Winthrop en Mineola, Nueva York, reconoció que hablar sobre "la pérdida de la memoria y la posibilidad del desarrollo temprano de una demencia es una conversación difícil tanto para el médico como para el paciente, sobre todo debido a las implicaciones a largo plazo".
Pero el diagnóstico temprano de la demencia puede ser importante, enfatizó.
"Incluso la pérdida leve de memoria asociada con la enfermedad de Alzheimer inicial se puede mejorar con algunos fármacos que hay ahora disponibles, aunque esos medicamentos no detienen el avance de la enfermedad", dijo. "Las modificaciones de estilo de vida, como dejar de fumar, podrían también resultar valiosas en algunos casos".
"Aunque para los individuos es difícil evaluar si su propia pérdida sutil de memoria es 'normal' o no, las conversaciones francas con el médico y, en algunos casos, las pruebas podrían resultar en respuestas que quizá conduzcan potencialmente a un tratamiento y a una mejora en el funcionamiento", según Polsky.
FUENTES: Gisele Wolf-Klein, M.D., director, geriatric education, Northwell Health, New Hyde Park, N.Y.; Bruce Polsky, M.D., chairman, department of medicine, Winthrop-University Hospital, Mineola, N.Y.; Jan. 28, 2016, Preventing Chronic Disease