A nivel mundial, existen crecientes preocupaciones sobre las tasas y las consecuencias de la soledad, especialmente entre los adultos mayores. En respuesta a ello, en 2018 se lanzó una estrategia de soledad en el Reino Unido y se nombró al primer ministro para la soledad en el mundo.
En los Estados Unidos, las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina establecieron un comité especial para examinar el problema. Los cambios demográficos sugieren que es probable que aumenten los números de personas que experimentan soledad.
Sin embargo, es importante reconocer que la mayoría de los adultos mayores no están crónicamente solos y que otros grupos de edad, especialmente los adultos jóvenes, también experimentan la soledad.
Quedan grandes lagunas en nuestra comprensión de la soledad, las tasas y los impulsores de la soledad en diferentes poblaciones, su efecto sobre la salud y el bienestar, y la evidencia sobre intervenciones efectivas.
Creemos que la soledad se puede definir como una experiencia negativa subjetiva que resulta de conexiones significativas inadecuadas, pero ni las definiciones ni las evaluaciones de la soledad han logrado un consenso a gran escala. La variedad de escalas y las medidas de soledad de un solo elemento utilizadas hasta la fecha deben estandarizarse para avanzar en el conocimiento con un conjunto común de medidas válidas acordadas. |
Actualmente, hay evidencia causal inadecuada de las consecuencias de la soledad, pero se han establecido asociaciones con una salud y bienestar deficientes. La evidencia muestra asociaciones con depresión, ansiedad, enfermedades no transmisibles, conductas de salud deficientes, estrés, sueño, cognición y mortalidad prematura (con evidencia especialmente fuerte para la depresión).
Sin embargo, se requiere más trabajo para establecer la causalidad entre la soledad y resultados de salud específicos, y viceversa, así como para investigar las consecuencias sociales que aún no están claras.
Los cambios estructurales y culturales (p. Ej., el uso de la tecnología y las redes sociales) y las fuerzas sociales (p. Ej., percepciones y expectativas sobre el envejecimiento) y su efecto sobre la soledad también deben entenderse mejor.
La base de evidencia para las intervenciones sobre la soledad se caracteriza por ensayos mal construidos con muestras pequeñas, falta de marcos teóricos, grupos objetivo indefinidos, medidas heterogéneas de soledad y cortos períodos de seguimiento. Dentro de este contexto, la caridad, los sectores voluntarios o comunitarios y el gobierno están ejecutando programas, a menudo con evidencia empírica inadecuada.
Se deben identificar los elementos terapéuticos clave de las intervenciones, así como su intensidad, frecuencia y duración óptimas. Aunque inevitablemente es más complejo de implementar y evaluar, la evidencia indica que las intervenciones deben adaptarse y ajustarse a las causas específicas de la soledad.
Esta correspondencia se basa en las discusiones de una reunión en Belfast, celebrada en diciembre de 2018, de investigadores internacionales que condujo al establecimiento de una Red internacional de Investigación sobre Soledad y Aislamiento social (NetworK, I-LINK) para impulsar este trabajo. La investigación, la política y la práctica solo pueden beneficiarse de una mayor combinación de experiencia e intercambio de conocimientos para abordar este desafío global.