Introducción
Múltiples pruebas indicarían el efecto positivo de la actividad física sobre el envejecimiento, disminuyendo la mortalidad, manteniéndose las funciones físicas y cognitivas y mejorando los biomarcadores de la edad. La degeneración macular asociada con la edad (DMAE) es la causa más común de pérdida de visión en mayor de 50 años, en los países desarrollados.
A excepción de recomendaciones sobre calidad de vida y nutrición, no existe un tratamiento específico para evitar la DMAE o detener su avance. En virtud de la tendencia demográfica, la cantidad de personas con DMAE aumentará considerablemente. Por lo cual, debemos identificar formas de reducir los factores de riesgo de desarrollo y progresión de DMAE. El ejercicio regular ha demostrado aumentar la actividad de enzimas antioxidantes y la resistencia al estrés oxidativo que se supone es uno de los componentes clave de la patogénesis de la DMAE.
Las pruebas que existen al momento sobre el efecto de la actividad física sobre la DMAE no son concluyentes, algunos estudios muestran una asociación protectora y otros no muestran asociación alguna.
En el presente estudio se evaluó la asociación entre actividad física intensa en el pasado y la presencia de DMAE en hombres y mujeres de una misma cohorte numerosa.
Pacientes y métodos:
Se registraron datos sobre dieta y estilo de vida (1990-1994) en línea de base y el total de actividad física derivada de caminatas y ejercicios físicos intensos o no intensos. Los datos fueron analizados utilizando regresión logística multinominal con variables de control por edad, sexo, cigarrillo, dieta y alcohol.
Se logró demostrar una asociación protectora de actividad física intensa en el pasado para mujeres con DMAE intermedia. Este descubrimiento es de importancia para la salud pública ya que las mujeres son el grupo demográfico más afectado por la DMAE. Estos resultados coinciden con otros estudios anteriores que encontraron una asociación protectora para las mujeres y no para los hombres como el estudio Tromso. Los otros estudios que no encontraron asociación fueron de grupos reducidos sin valor estadístico. En el presente estudio, la cantidad de casos de DMAE tardía es relativamente reducida lo que explicaría por qué la asociación no fue estadísticamente significativa para dicho grupo.
La actividad física es difícil de captar y en el presente estudio solo se tuvo en cuenta la actividad física recreativa, lo que no representa el total de actividad física. Las fortalezas del presente estudio son el tamaño numeroso de la muestra, la evaluación confiable y válida de la DMAE, la evaluación de la actividad física previa a la evaluación de la DMAE, investigación de modificación por sexo y evaluación exhaustiva de dieta. Los niveles de actividad física fueron registrados como mínimo 8 años y medio antes de la fotografía de fondo de ojo, consideramos que los niveles de actividad física del pasado son indicadores de hábitos de ejercicio a largo plazo mejores que los registrados al momento de la detección de la DMAE.
La principal debilidad del estudio es la considerable falta de seguimiento que refleja en parte la falta de continuidad por mala salud o muerte. Asimismo, la falta de detalle en la evaluación de la actividad física constituye una limitación, demasiadas suposiciones se utilizaron para calcular el total de actividad recreativa. Los participantes, además pueden informar mayor o menor actividad física que la real, siendo esto el mayor problema en las personas de edad avanzada.
Conclusiones:
La actividad física intensa y frecuente en el pasado podría estar inversamente relacionada con la presencia de DMAE intermedia en mujeres. Es necesario realizar nuevos estudios para confirmar si la actividad física y el ejercicio tienen un efecto protector contra la DMAE.
Resumen y comentario objetivo: Dr. Martín Mocorrea.