Definición y epidemiología
El bullying es un abuso sistemático de poder y es definido por un comportamiento agresivo o provocación de daño intencional por pares que se lleva a cabo en varias ocasiones e implica un desequilibrio de poder, ya sea real o percibido, entre la víctima y el intimidador.
El bullying puede tomar la forma de una intimidación directa, que incluye actos físicos y verbales de agresión como golpes, atracos o insultos, o de intimidación indirecta, que se caracteriza por la exclusión social (por ejemplo, evitación del juego) y la propagación de rumores. Los niños pueden estar involucrados en el bullying como víctimas y agresores, y también como víctimas/agresores, un subgrupo de víctimas que también muestran conductas de intimidación.
El bullying es un abuso sistemático de poder y es definido por un comportamiento agresivo o provocación de daño intencional por pares...
Recientemente ha habido mucho interés con respecto al acoso cibernético, que puede ser definido en términos generales como cualquier intimidación que se realiza a través de medios electrónicos, como teléfonos móviles o internet.
Uno de cada tres niños informan haber sido intimidados en algún momento de sus vidas, y un 10 a 14% experimentan bullying crónico durante más de 6 meses. Entre el 2% y el 5% son agresores y un porcentaje similar son víctimas/agresores en la infancia/adolescencia. Las tasas de acoso cibernético son sustancialmente inferiores, de alrededor del 4,5% para las víctimas y del 2,8% para los perpetradores (agresores y víctimas/agresores), con hasta un 90% de las víctimas de acoso cibernético siendo también tradicionalmente acosadas (cara a cara). Ser acosado por compañeros es la forma más frecuente de abuso detectada entre los niños, mucho más frecuente que el abuso de los padres u otros perpetradores adultos (Ver Cuadro 1).
El bullying no es un trastorno de conducta
El bullying se encuentra en todas las sociedades, incluidas las sociedades de cazadores-recolectores modernas y las civilizaciones antiguas. Se considera una adaptación evolutiva, cuyo objetivo es obtener un alto estatus y dominancia, conseguir acceso a recursos, lograr una vida segura, reducir el estrés y permitir más oportunidades de apareamiento. Los instigadores suelen ser bi-estratégicos, empleando tanto la intimidación como los actos de conducta agresiva “pro social” para mejorar su propia posición al actuar en público y haciendo que el destinatario se vuelva dependiente al no ser una actitud recíproca.
Por lo tanto, se ha reconocido que los instigadores puros (pero no víctimas/agresores o víctimas) son fuertes, muy populares y con una buena comprensión social y emocional. Por lo tanto, es probable que los intimidadores no tengan un trastorno de conducta. Por otra parte, a diferencia de aquellos con trastornos de conducta, los agresores se encuentran en todos los grupos socioeconómicos y étnicos. Por el contrario, las víctimas han sido descriptas como personas reservadas, asertivas, fácilmente alterables a nivel emocional, y con pobre comprensión emocional o social, mientras que las víctimas/agresores tienden a ser agresivos, de fácil enojo, con baja popularidad, frecuentemente intimidados por sus hermanos y provienen de familias con bajo nivel socioeconómico (BNS), similar a los niños con trastornos de conducta.
Cómo opera el bullying
El bullying ocurre en ambientes donde las personas no tienen un perfil relacionado con el grupo al que quieren pertenecer. Esta es la situación de los niños en las aulas escolares o en el hogar con sus hermanos, y se ha comparado con estar 'enjaulado' con los demás. En un esfuerzo por establecer una red social o jerarquía, el intimidador tratará de ejercer su poder con todos los niños.
Aquellos que tienen una reacción emocional (por ejemplo, los que gritan, huyen, o se molestan) y que no tienen a nadie o a pocos para defenderlos, son los objetivos repetidos de los intimidadores. Éstos pueden llegar a unirse con otros (para burlarse, molestar, golpear, propagar rumores) como espectadores o incluso como secuaces (agresores/víctimas). Se ha demostrado que las condiciones que fomentan una mayor densidad y mayores jerarquías en las aulas (condiciones de desigualdad), en el hogar, o incluso en las naciones, aumentan el bullying y la estabilidad de la victimización por acoso en el tiempo.
Consecuencias negativas de ser intimidado
Hasta hace poco, la mayoría de los estudios sobre los efectos del bullying eran transversales o simplemente incluían breves periodos de seguimiento, haciendo imposible identificar si la intimidación era la causa o la consecuencia de problemas de salud. Por lo tanto, esta revisión se centra sobre todo en estudios prospectivos que fueron capaces de controlar condiciones de salud pre-existentes, la situación familiar y otras exposiciones a la violencia (por ejemplo, violencia familiar) en la investigación de los efectos del bullying en la salud, las autolesiones y el suicidio, la educación, el empleo y las relaciones sociales.
Infancia y adolescencia (6-17 años)
Son varias las consecuencias de la intimidación durante la infancia y la adolescencia hasta la edad de 17 años. Se ha encontrado que los niños víctimas de bullying están consistentemente en mayor riesgo de problemas somáticos comunes tales como resfríos, o problemas psicosomáticos como cefaleas, dolores de estómago o problemas para dormir, y que son más propensos a comenzar a fumar.
También se ha reportado que las víctimas desarrollan más a menudo problemas de internalización y trastornos de ansiedad o depresión. Diseños genéticamente sensibles permitieron la comparación de gemelos monocigotos, que son genéticamente idénticos y viven en los mismos hogares, pero que eran discordantes para experiencias de bullying. Se halló que los problemas de internalización aumentaban con el tiempo sólo en aquellos que eran intimidados, proporcionando fuerte evidencia de que la intimidación más que otros factores explica los aumentos en los problemas de internalización.
Además, en las víctimas de acoso escolar se incrementa significativamente el riesgo de autolesiones o pensamiento suicida en la adolescencia. Por otra parte, se ha encontrado que el ser intimidado en la escuela primaria predice tanto los síntomas de personalidad límite como las experiencias psicóticas, tales como alucinaciones o delirios, en la adolescencia. Dónde fue investigado, los que fueron expuestos ya sea a varias formas de intimidación o fueron intimidados durante largos períodos de tiempo (bullying crónico) tendieron a mostrar más efectos adversos.
En contraste con las relaciones consistentemente moderadas o fuertes con los resultados somáticos y de salud mental, la asociación entre ser intimidado y el pobre desempeño académico no ha sido tan fuerte como se esperaba. Un meta-análisis sólo indicó un pequeño efecto negativo de la victimización en el rendimiento académico mayormente concurrente y los efectos difirieron si el acoso fue auto-reportado o declarado por compañeros o profesores.
Los estudios que distinguieron entre víctimas y agresores/víctimas generalmente informaron que los agresores/víctimas tenían un riesgo ligeramente más alto para problemas de salud somáticos y mentales que las víctimas puras. Por otra parte, la mayoría de los estudios consideraron a los agresores y a los agresores/víctimas juntos; sin embargo, como se indicó anteriormente, los dos roles son muy diferentes siendo los intimidadores generalmente manipuladores y cabecillas altamente competentes, mientras que los agresores/víctimas se describen como impulsivos y pobres en la regulación de sus emociones.
Se sabe poco acerca de los resultados de salud mental de los intimidadores en la infancia, pero hay algunas sugerencias de que también pueden estar en mayor riesgo de depresión o de autolesiones, pero en menor medida que las víctimas. Del mismo modo, la relación entre ser un intimidador y la salud somática es más débil que en el agresor/víctima, e incluso se ha hallado que los intimidadores son más sanos y más fuertes que los niños que no participan en bullying.
Se ha determinado que las conductas de intimidación aumentan el riesgo de problemas en la adolescencia; sin embargo, el análisis no distinguió entre agresores y agresores/víctimas y no incluyó información sobre poli-victimización (por ejemplo, ser maltratado por padres). Los agresores también fueron más propensos a mostrar conductas delictivas y a perpetrar violencia en el noviazgo ya en octavo grado.
De la niñez a la adultez (18-50 años)
Se ha hallado consistentemente que los niños que fueron víctimas de acoso escolar tienen un mayor riesgo para problemas de internalización, en particular, diagnósticos de trastorno de ansiedad y depresión en adultos jóvenes y en la edad adulta media (18-50 años de edad). Por otra parte, las víctimas se encontraron en mayor riesgo para la visualización de experiencias psicóticas a los 18 años de edad, teniendo además ideación suicida, intentos de suicidio y suicidios consumados. También se reportó que las víctimas tienen pobre salud en general, incluyendo más dolores corporales, cefaleas y una recuperación más lenta de las enfermedades. Por otra parte, se encontró que los niños victimizados tienen calificaciones educativas más bajas, tienen peor manejo financiero y ganan menos que sus compañeros, incluso a la edad de 50 años.
Las víctimas tienen más problemas para hacer o mantener amistades y menos probabilidades de vivir con una pareja y tener apoyo social. No se halló ninguna asociación entre el consumo de sustancias, el comportamiento antisocial y la victimización. Los estudios que distinguen entre víctimas y agresores/víctimas mostraron que por lo general los agresores/víctimas tenían un riesgo un poco mayor de ansiedad, depresión, experiencias psicóticas, intentos de suicidio y mala salud general que las víctimas puras.
También tenían niveles de instrucción aún más bajos y problemas para mantener un trabajo y cumplir con sus obligaciones financieras. En contraste con las víctimas puras, los agresores/víctimas estaban en mayor riesgo para la manifestación de comportamiento antisocial y tenían más probabilidades de convertirse en un padre joven. Una vez más, se sabe menos acerca de los agresores puros, pero donde se estudió, no se halló que estuvieran en mayor riesgo para cualquier problema de salud mental o general. De hecho, eran más sanos que sus pares, emocional y físicamente.
Sin embargo, los agresores puros pueden ser más irregulares y tener más probabilidades de ser menos educados y estar desempleados. También se ha informado que son más propensos a mostrar comportamientos antisociales, y a ser acusados de delitos graves, robo o uso de drogas ilegales. Sin embargo, muchos de estos efectos sobre la delincuencia pueden desaparecer cuando se controlan otras circunstancias familiares adversas.
Los estudios prospectivos cuidadosamente controlados y revisados aquí proporcionan una imagen convergente de los efectos a largo plazo de ser intimidado en la infancia. En primer lugar, los efectos de la intimidación se extienden más allá de las consecuencias de otra adversidad en la niñez y del abuso en la edad adulta. De hecho, cuando se compara con la experiencia de ser colocado bajo cuidado en la infancia, los efectos de la intimidación repetida fueron perjudiciales 40 años después! En segundo lugar, hay una relación dosis-efecto entre ser víctimas de compañeros y los resultados en la adolescencia y la adultez..
Los que eran intimidados con más frecuencia, más severamente (es decir, directa e indirectamente) o más crónicamente (es decir, durante un período de tiempo más largo) tuvieron peores resultados. En tercer lugar, incluso los que dejaron de ser intimidados durante la edad escolar mostraron algunos efectos persistentes en su salud, en su autoestima y en la calidad de vida años después en comparación con los que nunca fueron intimidados, pero significativamente menos que los que permanecieron siendo víctimas por años (víctimas crónicas).
En cuarto lugar, cuando las víctimas y los agresores/víctimas se consideraron por separado, los agresores/víctimas parecieron mostrar resultados más pobres en relación a la salud mental, la adaptación económica, las relaciones sociales y la paternidad temprana. Por último, los estudios que distinguieron entre agresores y agresores/víctimas encontraron pocos efectos adversos de ser un agresor puro en los resultados a la edad adulta. Esto es consistente con la visión de que los agresores son manipuladores sociales altamente sofisticados que son insensibles y que muestran poca empatía.
Procesos
Hay una gran variedad de rutas posibles por las que ser victimizado puede afectar los resultados posteriores en la vida. Ser acosado puede alterar las respuestas fisiológicas al estrés, interactuando con vulnerabilidades genéticas tales como la variación en el gen transportador de la serotonina (5-HTT), o afectando la longitud del telómero (envejecimiento) o del epigenoma. La alteración de la actividad del eje HPA y de las respuestas del cortisol puede aumentar el riesgo de desarrollar problemas de salud mental y también aumentar la susceptibilidad a la enfermedad al interferir con las respuestas inmunológicas.
En contraste, el bullying también puede afectar diferencialmente la inflamación crónica normal y los problemas de salud asociados pueden persistir hasta la edad adulta. Los niveles crónicamente elevados de la proteína C reactiva (PCR), un marcador de inflamación corporal sistémica de bajo grado, incrementan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, trastornos metabólicos y problemas de salud mental como la depresión. Los análisis de sangre revelaron que los niveles de PCR en la sangre de los niños intimidados aumentaron con el número de veces que fueron acosados.
Análisis de sangre adicionales realizados en los niños después de haber alcanzado los 19 y 21 años de edad revelaron que aquellos que fueron intimidados en la infancia tenían niveles de PCR dos veces mayores que los agresores, mientras que los agresores tenían niveles de PCR inferiores a aquellos que no eran ni agresores ni víctimas. Por lo tanto, intimidar a otros parece tener un efecto protector consistente con estudios que muestran menor inflamación para las personas con mayor nivel socioeconómico y estudios con primates no humanos que muestran beneficios para la salud en aquellos con un nivel más alto en la jerarquía social. La clara implicación de estos hallazgos es que los dos extremos del continuo de la situación social en las relaciones entre pares son importantes para los niveles de inflamación y el estado de salud.
Por otra parte, las experiencias de amenaza por pares pueden alterar las respuestas cognitivas a las situaciones estresantes. Tanto las respuestas alteradas al estrés y la alteración de la cognición social (por ejemplo, siendo hiper-vigilantes a señales hostiles) como los neurocircuitos relacionados con la exposición al bullying pueden afectar las relaciones sociales con los padres, amigos y compañeros de trabajo.
Finalmente, la victimización, en particular de agresores/víctimas, afecta a la escolarización y se asocia con ausentismo escolar. Sólo en el Reino Unido, más de 16.000 jóvenes de 11-15 años de edad se estima que estarán ausentes de la escuela pública siendo el bullying la razón principal, y 78.000 están ausentes donde la intimidación es una de las razones dadas para el ausentismo. El riesgo de fracaso para completar la escuela secundaria o la universidad en víctimas crónicas o agresores/víctimas aumenta el riesgo de menor rendimiento laboral y pobres ingresos.
Resumen y consecuencias
El bullying en la infancia tiene efectos graves sobre la salud, lo que resulta en costos sustanciales para los individuos, sus familias y la sociedad en general. En los Estados Unidos, se ha estimado que la prevención de los altos resultados del acoso escolar resulta en beneficios en el costo de vida de más de $ 1.400.000 por individuo. Sólo en el Reino Unido, se estima que más de 16.000 jóvenes de 11-15 años de edad se ausentan de la escuela siendo el bullying la razón principal, y 78.000 están ausentes donde la intimidación es una de las razones dadas para el ausentismo. Muchos niños intimidados sufren en silencio, y se resisten a contar a sus padres o maestros sobre sus experiencias, por temor a represalias o por vergüenza. Hasta un 50% de los niños refieren que rara vez, o nunca, le diría a sus padres, mientras que entre el 35% y el 60% no le contaría a su maestra.
Teniendo en cuenta esta evidencia de los efectos nocivos de la intimidación y el hecho de que los niños han pasado mucho más tiempo con sus compañeros que con sus padres al momento que alcanzan los 18 años de edad, es más que sorprendente que el bullying en la infancia no esté en la vanguardia como uno de los principales problemas de salud pública.
Los niños casi nunca son interrogados acerca de las relaciones con sus compañeros por los profesionales de la salud. Esto puede deberse a que los profesionales de la salud no están bien informados acerca del bullying y les resulta difícil sacar el tema o tratarlo. Sin embargo, es importante considerar que muchos niños se abstienen de la escuela debido al bullying y a los problemas de salud relacionados, y que el ser intimidado lanza una larga sombra sobre sus vidas. Para prevenir la violencia contra uno mismo (por ejemplo, por autolesión) y reducir los problemas de salud mental y somática, es imperativo para los profesionales de la salud hacer frente al bullying.
Comentario
El bullying es una forma de abuso de poder, y ya puede ser observado entre pares en la escuela primaria. La intimidación que sufren los niños puede llevar a problemas somáticos y de salud mental, favoreciendo el ausentismo escolar, la presencia de enfermedades, las conductas antisociales, y a largo plazo, el menor rendimiento académico, las dificultades laborales y los problemas psicológicos, incluyendo la autolesión. Es sumamente importante que los profesionales de la salud, los docentes y los padres tengan acceso a información sobre bullying, a fin de poder detectar las situaciones de intimidación, tratarlas y lograr que el niño crezca en un ambiente seguro para su desarrollo hacia la edad adulta.
Resumen y comentario objetivo: Dra. Alejandra Coarasa