Resiliencia, optimismo y autocontrol

Psicología y trastornos gastrointestinales

Los trastornos gastrointestinales son una carga importante para la sociedad, incluyendo la elevada asistencia sanitaria, los costos, la pérdida de la productividad laboral, la discapacidad y la mala calidad de vida.

Indice
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2. Referencias bibliográficas

Introducción

Los trastornos gastrointestinales son una carga importante para la sociedad, incluyendo la elevada asistencia sanitaria, los costos, la pérdida de la productividad laboral, la discapacidad y la mala calidad de vida. Además de su asociación con el dolor crónico, la fatiga y la angustia psicológica, los síntomas del tracto gastrointestinal superior e inferior son muy molestos para los pacientes y son estigmatizados por los otros.

Hay varias vulnerabilidades psicológicas conocidas relacionadas con el inicio y/o la exacerbación de los trastornos gastrointestinales por ej., la adversidad a muy temprana edad, la psicopatología y la mala adaptación a los hechos que se deben afrontar.

Los trastornos de la motilidad han sido implicados en la fisiopatología de la enfermedad gastrointestinal funcional (EGIF) y. a menudo, la depresión y la ansiedad son condiciones comórbidas con la enfermedad intestinal inflamatoria (EII), especialmente cuando la enfermedad es activa.

Por otra parte, la falta de aceptación o adaptación a las demandas de una enfermedad compleja, el manejo de los efectos adversos desagradables o el padecimiento de síntomas incómodos han sido vinculados a la depresión, la mala calidad de vida, las cirugías no planificadas y los elevados costos médicos en esta población de pacientes.

Los avances en la ciencia de la intervención conductual han permitido el desarrollo y la validación de manuales de psicoterapias para el tratamiento de las afecciones cerebro intestinales, como la hipnoterapia dirigida al intestino, la terapia conductual cognitiva y la psicoterapia interpersonal psicodinámica, que se centran en la rehabilitación de vulnerabilidades psicológicas específicas. De hecho, en la actualidad, estas psicoterapias están siendo integradas directamente a la práctica gastroenterológica por especialistas en este campo emergente de la psicogastroenterología.

El cambio hacia la integración de la psicología en la práctica de la gastroenterología brinda la oportunidad de abarcar más allá de los individuos que están psicológicamente vulnerables, hacia una ciencia y práctica que cultivan las fortalezas humanas y los estilos de afrontamiento que mitigan el presunto efecto negativo de los trastornos gastrointestinales crónicos.

En última instancia, este conocimiento podría facilitar el acceso a la atención psicológica temprana efectiva, dentro de la práctica de la gastroenterología, mucho antes de que los pacientes desarrollen hábitos de afrontamiento inadaptados, contraigan síntomas físicos y psicológicos experimenten resultados malos y costosos de la enfermedad.

Los principios y prácticas de la psicología positiva, el estudio científico de las emociones positivas, los rasgos de carácter positivos y los contextos y entornos en los que las personas siguen adelante a pesar de los obstáculo podría proporcionar un marco para estos avances en la práctica.

Con el respaldo de los mismos métodos y técnicas psicológicas rigurosos que han informado exitosamente el acercamiento de la autora y col. al sufrimiento humano y la enfermedad mental, la psicología positiva se centra en resultados como la felicidad y el bienestar subjetivo.

Aunque todavía hay mucho para estudiar sobre la psicología positiva en el campo de la gastroenterología, la autora ha optado por examinar la resiliencia, el optimismo y, específicamente, el autocontrol.

Esta decisión fue tomada debido a una serie de factores: ya existía ciencia en el constructo relacionado con la enfermedad gastrointestinal; ya existía ciencia en otros grupos de enfermedades crónicas con una fisiopatología o cronicidad similar a la enfermedad gastrointestinal; y/o el constructo podría ser fácilmente cultivado dentro de las psicoterapias cerebro intestinales existentes o emergentes.

Resiliencia

La resiliencia se asocia con el funcionamiento saludable del SNC, incluyendo la regulación del SNA, la función vagal y el desarrollo cerebral

La resiliencia puede definirse como la propia capacidad de recuperarse o adaptarse física y emocionalmente a la adversidad. Los seres humanos son una especie resiliente, con capacidad de recuperación la mayoría de las personas, incluso en situaciones de estrés extremo, se adaptan a la adversidad o al trauma y escapan del desarrollo de la enfermedad psiquiátrica.

Solo ~8-10% de los individuos expuestos a un trauma que amenaza la vida desarrollan posteriormente un trastorno por estrés postraumático (TEPT). Dicho esto, la adversidad a edad temprana, incluyendo el abuso sexual, es un factor de riesgo bien establecido para el desarrollo de la EGIF y, en los seres humanos y los modelos animales de trastornos gastrointestinales, el estrés a edad temprana se ha relacionado con el dolor y la inflamación visceral, siendo el sexo femenino el de mayor riesgo.

La resiliencia diferencia bien a los adolescentes con EII que están preparados para la transición a la atención médica del adulto de aquellos que están menos preparados para su autocuidado independiente. La resiliencia también podría mediar en la relación entre la depresión, la ansiedad y la actividad clínica de la EII.

Desde el punto de vista fisiológico, la resiliencia se asocia con el funcionamiento saludable del sistema nervioso central, incluyendo la regulación del sistema nervioso autónomo, la función vagal y el desarrollo cerebral.

Los marcadores neuroquímicos asociados con el funcionamiento del eje cerebro intestinal (por ej., noradrenalina, hormona liberadora de corticotrofina y cortisol), y los químicos como la serotonina y la dopamina, median la resiliencia frente al estrés agudo.

Aunque la resiliencia todavía no ha sido bien estudiada en gastroenterología, podría servir como una característica protectora para mitigar el inicio y/o el mantenimiento de los síntomas gastrointestinales.

El trabajo publicado en 2017 por Park y col. ha sugerido que la disminución de la resiliencia, medida por la Brief Resilience Scale y por la elevación de los glucocorticoides, un indicador del estrés crónico es una característica que diferencia a los individuos con EGIF de las personas sanas.

La relación entre la resiliencia y los síntomas gastrointestinales también se basa en la evidencia de aberraciones en el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HHS), tanto en la EGIF como en los trastornos comórbidos comunes, sensibles al estrés, como la depresión o la enfermedad por estrés postraumático un supuesto compartido entre estas poblaciones de pacientes es que hay un circuito neural alterado o un funcionamiento de los sistemas neuroendocrinos inadecuado, que dan como resultado una respuesta fisiológica al estrés, incluso en circunstancias normales.

Alternativamente, la dehidroepiandrosterona (DHEA) y el neuropéptido-Y han surgido como posibles biomarcadores de resiliencia en los seres humanos; por ejemplo, si se secreta al recibir un estresante agudo, la DHEA puede reducir el riesgo de desarrollar el TEPT, y los niveles elevados de DHEA en individuos con TEPT se asocia con mejores resultados terapéuticos.

Ha sido intrínsecamente difícil estudiar el eje HHS en las EGIF, dada la elevada heterogeneidad de los síntomas y los fenotipos, y la elevada tasa de superposición de comorbilidades psiquiátricas; por lo tanto, la importancia de la reactividad del eje HHS sigue siendo un tema complejo en la enfermedad gastrointestinal.

Un área para futuras investigaciones es si la detección precoz de la resiliencia disminuida permitiría prevenir los resultados negativos, a través del desarrollo de intervenciones que mitiguen el aumento de la respuesta fisiológica al estrés.

También se ha demostrado que en los pacientes vulnerables, el estrés crónico, amplificado por el escaso afrontamiento (como los síntomas de catastrofismo), afecta tanto genética como neurológicamente, y el exceso de secreción de cortisol limita la capacidad del cerebro para hacer nuevas conexiones o vías, que normalmente permitirían que el individuo adapte su conducta a un diagnóstico o a un conjunto de síntomas crónicos.

Un ejemplo de esto es el deterioro de los mecanismos cerebrales para filtrar adecuadamente la entrada de sensaciones benignas provenientes del intestino (detección de amenazas), de manera que eventualmente pierden su capacidad natural para discriminar entre una amenaza verdadera (perforación colónica) y otras sensaciones benignas (por ej., plenitud postprandial).

A pesar de la extensa investigación sobre el vínculo entre el estrés y la EII, los resultados no han sido concluyentes. Lamentablemente, dice la autora, la mayor parte de esta investigación ha sido retrospectiva y transversal, con una variada definición del estrés, sin grupos de control apropiados y no han tenido en cuenta la variación individual en el estado o actividad de la enfermedad, el afrontamiento o la percepción de los síntomas.

La respuesta de relajación a la meditación de Benson ha demostrado ser eficaz en la EII asociada con la expresión modificada del factor nuclear potenciador de las cadenas ligeras kappa de las células B activadas (NF-κB) en el síndrome del intestino irritable (SII) y la EII.

Aunque la consideración del estrés o el mantenimiento de los trastornos gastrointestinales a edad temprana no es novedosa, la traducción de algunas investigaciones en animales ha mostrado que ciertos mecanismos de resiliencia 'activos' pueden contrarrestar los cambios moleculares que se producen como respuesta al estrés en Individuos susceptibles.

Por ejemplo, algunas investigaciones en seres humanos y primates con colitis ulcerosa también ha mostrado que el apoyo social, un mediador de la resiliencia, podría disminuir la respuesta al  estrés en la EII.

En otro estudio, los practicantes de larga data de la meditación de Benson mostraron una expresión diferencial de 2.000 genes asociados al metabolismo celular, la fosforilación oxidativa y la reducción del estrés oxidativo en comparación con los que no lo practican, destacando que el entrenamiento en el manejo del estrés podría contrarrestar el daño celular que ocurre en los pacientes bajo estrés crónico.

La evaluación de la resiliencia es una práctica estándar en el centro de EII del Hospital Mount Sinai, en EE. UU. Esta evaluación permite estratificar a los pacientes que tienen menos probabilidades de recuperarse de sus síntomas, una cirugía o un diagnóstico inoportuno, y ofrecer una intervención psicológica efectiva temprana para los pacientes vulnerables, antes que aparezcan los resultados negativos.

Este enfoque en la atención de la EII, que probablemente también es relevante en todo el espectro de trastornos gastrointestinales, se ha denominado GRITT (Ganando Resiliencia a Través de las Transiciones); datos preliminares muestran que este método puede mejorar los resultados y reducir las visitas al departamento de emergencia y las hospitalizaciones de los pacientes con EII.

En los pacientes con trastornos gastrointestinales se han utilizado dos buenas medidas de resiliencia: la escala Connor– Davidson Resilience Scale y la Brief Resilience Scale. Para la investigación futura es importate combinar el cribado de la resiliencia con los biomarcadores, incluidos tanto los relacionados con el eje HHS como con la inflamación y otros puntos finales específicos de la enfermedad.

Optimismo

Los optimistas ven la adversidad como algo pasajero, de alcance limitado y manejable; este 'estilo explicativo', o técnica adaptativa de afrontamiento permite al paciente mantener sus objetivos de vida a pesar de la enfermedad crónica.

Las personas optimistas son agradecidas, más felices, menos estresadas y menos deprimidas que sus contrapartes pesimistas, y es más probable que experimenten interacciones positivas con el sistema de salud.

A veces referido como "hallazgo significativo" o "crecimiento postraumático", el optimismo en el contexto de la enfermedad crónica, incluso en su etapa terminal, es un factor protector, potencialmente a través de las vías de autocuidado o apoyo social más firmes, en el SII y la EII, este último ha sido vinculado a resultados positivos.

Cuando está presente, el optimismo predice la medida en la cual un paciente afrontará la enfermedad adaptativa, cumplirá el tratamiento o las recomendaciones sobre el estilo de vida y se recuperará de los acontecimientos cardíacos, ictus y cáncer.

El optimismo ha sido asociado independientemente con una reducción de la rehospitalización por causa cardíaca en pacientes con síndrome coronario agudo y, menor riesgo de infarto de miocardio en los pacientes con enfermedad arterial coronaria.

El optimismo promovió la calidad de vida en los receptores de trasplante cardíaco, hasta 4 años después del mismo, pero no ha sido bien estudiado en los trastornos gastrointestinales.

En general, la población de optimistas, definidos mediante cuestionarios autoinformados, parece ser más saludable a largo plazo, con perfiles lipídicos más sanos, niveles más bajos de marcadores inflamatorios y mayor cantidad de antioxidantes séricos y, una respuesta inmune más intensa que los no optimistas.

También podría haber una base neuronal para la capacidad de crear un significado positivo de las experiencias negativas. El optimismo ha sido vinculado a una función autonómica más saludable y mayores niveles de variabilidad de la frecuencia cardíaca, que están cada vez más implicados en la fisiopatología del aparato digestivo, incluyendo el SII y la EII.

La reevaluación optimista de los eventos negativos ha sido vinculada a una mayor conectividad entre los centros de recompensa cerebral, como el estriado ventral y la corteza prefrontal ventromedial, y las regiones del cerebro involucradas en la autorregulación emocional, la excitación y el autocontrol, incluyendo la amígdala.

Como reflejo de la investigación en enfermedades cardiovasculares, las investigaciones gastrointestinales futuras podrían estudiar el grado en que el optimismo se asocia con la desregulación del cerebro intestinal y/o la inflamación en el SII y la EII.

Desde el punto de vista conductual, los optimistas y pesimistas también difieren en su enfoque de la resolución de los problemas, ya que para afrontarlos, los optimistas están dispuestos a participar por igual en el afrontamiento de sus emociones y del problema, haciendo frente a la situación que demanda. Curiosamente, se ha demostrado que en las EGIF, la falta de flexibilidad para resolver los problemas conduce a síntomas graves.

A menudo, cuando los problemas no tienen solución, estos pacientes no utilizan técnicas de afrontamiento enfocadas en la emoción (por ej., humor, oración, relajación o búsqueda de apoyo social). El optimismo se puede aprender, potencialmente, construyendo la aceptación de las enfermedades, mejorando la confianza en sí mismo y tomando distancia (abandono del catastrofismo).

El optimismo, como la resiliencia, podría ser una nueva forma de marcar la diferencia de hacer frente al problema, solucionando y mejorando la precisión con la que podría aplicarse la terapia cognitivo conductual en esa población. En el terreno de la investigación, el optimismo se puede medir mediante el Life Orientation Test-Revised.

Autorregulación y dominio

La capacidad de autocontrolarse, o de manejar los pensamientos, sentimientos y conductas y/o impulsos, para lograr un objetivo deseado, incluso si el objetivo es distante o abstracto, es otra fuerza humana de importancia para los trastornos gastrointestinales.

De hecho, uno de los principales descubrimientos atribuidos a la psicología positiva fue que las emociones positivas y negativas  no son simplemente dos extremos del mismo espectro sino que están instaladas a lo largo de un continuo sobre dos ejes ortogonales las experiencias positivas y negativas de las emociones deben recibir igual atención.

Los individuos con fuertes habilidades de autocontrol tienden a tener mejor educación y trayectoria en su carrera, mejores habilidades sociales y más relaciones sociales satisfactorias, mejor salud general y más longevidad que aquellos con déficit de autocontrol.

En el ámbito clínico de la gastroenterología, se pueden ver diferencias en el autocontrol durante el proceso de diagnóstico, el que puede tomar varios meses e implica procedimientos incómodos o desagradables. Al principio del tratamiento, cuando se requiere el autocontrol mientras se titulan los medicamentos, se experimentan efectos adversos desagradables y se incrementan las terapias que implican un cambio del estilo de vida importante.

Se requiere que el autocontrol sea prolongado para mantener el bienestar, por ejemplo, en el manejo de medicamentos a largo plazo, el seguimiento de comorbilidades y síntomas asociados a la enfermedad, el manejo de las emociones relacionadas con el padecimiento una enfermedad crónica, practicando la vigilancia y participando en chequeos médicos de rutina.

Las personas con un gran autocontrol, cuando tienen que elegir entre un alivio inmediato (alivio de los síntomas por un opioide, cirugía o medicación ansiolítica) o mediato (6 meses con un agente biológico, 1 año con una ostomía o una dieta sin gluten), son capaces de recurrir a emociones positivas relacionadas con alcanzar la meta; esta anticipación de sentirse bien, o de volver a la escuela o a trabajar, les permite tolerar el distrés y continuar, a pesar de los obstáculos (como el retraso de las autorizaciones de su seguro de salud, los efectos adversos de los medicamentos o la restricción de la actividad).

Por desgracia, en la práctica gastroenterológica también puede ocurrir un autocontrol excesivo, como las tendencias obsesivo-compulsivas sobre los hábitos intestinales o conductas alimentarias inadaptadas o restrictivas. La autoeficacia, o dominio, está intrincadamente vinculada al autocontrol y ha sido directamente vinculada a resultados positivos de la salud.

La autoeficacia refleja la confianza de uno en su habilidad para triunfar en cualquier autocuidado de una enfermedad específica y es particularmente relevante cuando un individuo debe adoptar una conducta sanitaria nueva (inyecciones, infusiones asistidas, restricciones dietéticas o tragar píldoras) o ajustar sus creencias o actitudes (aceptación de la enfermedad; el reconocimiento de los dolores o la enfermedad o la medicación como no amenazantes).

La autora y su equipo han demostrado que la autoeficacia, evaluada mediante una medición autoinformada validada, se asocia con mejores resultados en la EII pediátrica y del adulto, así como en el cuidado de la esofagitis eosinofílica. En los pacientes con EII, la autoeficacia puede ser modificada directamente mediante la intervención conductual, en particular las basadas en habilidades como la terapia cognitivo conductual o el entrenamiento del autocuidado.

Finalmente, la capacidad de autocontrol puede ser influenciada por varios procesos biológicos e inmunológicos.

Por ejemplo, el cortisol afecta las funciones cerebrales que alteran el autocontrol y la actividad del sistema inmunológico, incluidas las citocinas proinflamatorias circulantes y las influencias de la cognición, la motivación y el comportamiento.

Esta conexión inversa ha sido descrita antes en la investigación de la depresión asociada a la EII. Todavía no se ha investigado si al adquisición de un comportamiento autorregulador durante la inflamación puede compensar esta asociación.

Aplicación la psicología positiva

Más de 40 ensayos controlados aleatorizados de psicoterapias cerebro intestinales se han enfrentado a la terapia cognitiva conductual en diversas formas ? con y sin terapia de exposición, hipnoterapia dirigida al intestino, reducción del estrés basada en la atención plena, psicoterapia psicodinámica interpersonal ? al control de la atención, la psicoeducación, la medicación psicotrópica, y/o la psicoterapia está en lista de espera.

En conjunto, en las áreas de la reducción de los síntomas gastrointestinales, la mayoría de estas terapias han logrado efectos de pequeño tamaño (alivio adecuado), reducción del distrés psicológico (depresión, ansiedad o abuso de sustancias) y mejoría de la calidad de vida, pero no necesariamente han adelantado en la determinación de los efectos sobre el bienestar subjetivo y/o la felicidad a largo plazo.

La terapia cognitiva conductual ha sido usada para la hipnoterapia dirigida al intestino, así como en una gama de enfermedades digestivas, incluyendo el SII, la dispepsia funcional, el dolor torácico no cardíaco, la EII y la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), dando un número necesario de tratar entre 2 y 4.

En la EII severa, la psicoterapia psicodinámica interpersonal también ha demostrado eficacia y rentabilidad, especialmente en los pacientes con adversidad a edad temprana.

Actualmente, hay limitaciones para obtener evidencia científica en esta área, incluyendo la falta de estudios de efectividad comparativos de la eficacia de la psicoterapia cerebro intestinal.

También existe una compresión limitada de cómo estas intervenciones podrían personalizarse, acortarse o se aplicadas en forma digital, y la necesidad de un vínculo más fuerte entre las intervenciones conductuales y los procesos de la enfermedad subyacentes.

Aunque estas terapias han sido bien adoptadas en el campo de la gastroenterología, hay problemas importantes relacionados con el acceso a prestadores calificados y la obtención del pago y/o reembolso por dichos servicios.

La autora manifiesta que es desesperante la necesidad de sistemas de aplicación de psicoterapia on line basados en protocolos personales, pues demuestran ser efectivos en el SII, pero actualmente se ven afectados por tasas de desgaste muy elevadas (hasta 50-60%), especialmente en los pacientes con niveles más elevados de psicopatología.

La adaptación de estas intervenciones para su aplicación digital, incluido el desarrollo de técnicas de compromiso del paciente validadas en estos dominios, , y para este enfoque, la clave podría ser la psicología positiva

Las intervenciones basadas en la psicología positiva podrían facilitar el acceso temprano para mejorar la atención y/o el resultado de los modelos de atención psicogastroenterológica, porque refuerzan las fortalezas del individuo, son potencialmente más portátiles, susceptibles de ser aplicadas en forma digital y, muchas veces, se pueden aplicar en tiempo real, fuera del consultorio del terapeuta.

También se puede mejorar el acceso introduciendo técnicas de psicología positiva antes de que el paciente presente vulnerabilidades psicológicas, haciendo que los especialistas en psicogastroenterología manejen casos más complejos.

Finalmente, en la investigación de la depresión, los pacientes han expresado mayor satisfacción con los tratamientos de psicología positiva que con los tratamientos tradicionales, posiblemente debido a su mensaje más positivo y menos estigmatizante.

Hasta la fecha, la investigación científica en el área de la psicología positiva aplicada a las enfermedades crónicas es prometedora, pero plagadas de limitaciones metodológicas; la mayoría de los estudios están basados en análisis transversales y carecen de grupos de control poderosos, confiando en los resultados autoinformados del paciente.

La intervención científica realizada mediante la aplicación de la psicología positiva se muestra promisoria pero está limitada por la pequeñez de las muestras, la mezcla de las técnicas de psicología positiva con las intervenciones efectivas ya existentes, la falta de grupos de control confiables o, la elección de medidas de los resultado que no están relacionadas con la enfermedad en sí.

A continuación, la autora explora cómo algunas de las intervenciones de la psicología positiva, sustentadas empíricamente, podrían adaptarse para las enfermedades digestivas y ser usadas para aumentar las psicoterapias cerebro intestinales existentes o, fomentar la atención psicosocial temprana y efectiva.

> Atención plena

Los programas de reducción del estrés basada en la atención plena (REAP) han surgido como una psicoterapia cerebro intestinal eficaz para los trastornos gastrointestinales, incluyendo el SII y la EII, con solapamiento funcional, potencialmente a través de la reducción de la hipersensibilidad visceral y otros procesos cognitivo-afectivos desadaptativos.

Los REAP suele implementarse en entornos hospitalarios y se han asociado a un aumento de materia gris en las regiones del cerebro involucrado en el aprendizaje y la memoria, mejoran el autocontrol del estado de ánimo y la emoción y, aumentan la resiliencia.

El estado de conciencia plena, un aspecto fundamental de todas las intervenciones basadas en la atención plena significa tener conciencia del aquí y ahora, y presentar las experiencias del momento. En lugar de que el paciente manifieste un comportamiento que amplifica los síntomas gastrointestinales (catastrofismo, resolución de problemas o evitación de comidas o actividades), se le solicita que reconozca las experiencias internas (y externas) y se adapte.

Las habilidades de la atención plena también han demostrado aumentar la tolerancia a la aflicción y la actividad en las partes del cerebro asociadas con las conductas dirigidas a los logros y se han vinculado a una mejoría de la capacidad de recuperación de reclutas militares de alto riesgo.

La atención plena se ha vinculado a la menor producción del eje HHS durante los desafíos de estrés agudo en pacientes con ansiedad y reducción de la atenuación del cortisol o la probabilidad de que durante la quimioterapia contra el cáncer no se produzca una respuesta fisiológica adecuada al estrés.

Así, como técnica de psicología positiva, la atención plena se presta como una técnica de autocontrol en tiempo real que puede ser utilizada en una clínica o n contexto clínico, con varias aplicaciones digitales comercialmente disponibles en el mercado.

Tercera ola de terapias conductuales enfocadas en la aceptación

Estas terapias enfatizan la importancia de reestructurar los pensamientos inadaptados, como los pensamientos catastróficos y, en su lugar, centrarse en la aceptación, la tolerancia a la aflicción y los procesos dialécticos, para fomentar cambios en el comportamiento.

Aunque la Terapia de Aceptación y Compromiso (TAC) solo está probada en forma preliminar en el SII, la misma es muy prometedora para las enfermedades crónicas, dado el sufrimiento inherente asociado a los síntomas crónicos, a veces debilitantes y dolorosos.

Por ejemplo, el grado en que un paciente acepta su diagnóstico de EII, medido por el Digestive Diseases Acceptance Questionnaire (Cuestionario de Aceptación de Enfermedades Digestivas) predijo la calidad de vida y el grado al que los pacientes trabajarían hacia un autocuidado.

El principal objetivo terapéutico de la TAC es la aceptación radical y la flexibilidad psicológica, o la capacidad para cambiar el comportamiento de acuerdo con los objetivos personales futuros, en lugar de un enfoque excesivo en los pensamientos o sentimientos actuales (rumia, miedo o catastrofismo).

La raíz científica de la TAC como parte de la investigación de la supresión del pensamiento, es que intenta suprimir o negativizar los pensamientos que resultan del aumento paradójico de los pensamientos negativos.

La TAC difiere de la TCC tradicional porque en lugar de enfocarse en la reestructuración inadaptada de los pensamientos asociada al siguiente resurgir de la enfermedad, cirugía o revés médico, se ocupa de redirigir hacia la aceptación de los 4pensamientos y centrarse en las cosas que han sido más significativas en la vida.

En otras palabras, la TAC se centra en cómo el paciente puede lograr sus objetivos a pesar del diagnóstico de un trastorno gastrointestinal. La TAC enseña a los pacientes a abrazar (o autocontrolar) las experiencias difíciles con la expectativa de que eventualmente cosecharán recompensas (optimismo).

La TACT también recomienda que los pacientes se centran en vivir con los síntomas en lugar de continuar persiguiendo una curación, los cual es particularmente importante en la EGIF, cuando los pacientes quedan fijados a las pruebas y no participan en el manejo de los síntomas y la EII, en la cual los síntomas crónicos permanecerán toda la vida, a pesar de un tratamiento efectivo.

Los ejercicios de atención plena suelen ser útiles en la TAC, pero no son necesarios. La TAC ha sido aplicada exitosamente en casos de dolor crónico y cáncer, y podría adaptarse y probarse en los trastornos gastrointestinales, debido a que está enfocada en la aceptación de los pensamientos difíciles, sentimientos y sensaciones ? particularmente antes de que aparezcan los procesos maladaptativos cognitivo afectivos o, la psicopatología.

Otras terapias de la tercera ola que no han sido probadas pero que también podrían aplicarse a las trastornos gastrointestinales crónicos, son la activación de la terapia conductual, que hace hincapié en reducir los pensamientos rumiantes que conducen a la inacción; la terapia cognitiva basada en la atención plena, que como técnica para reducir los pensamientos inadaptados agrega la atención plena y, la terapia de la conducta dialéctica, que se centra en las habilidades de regulación de las emociones y es especialmente útil cuando los pacientes informan depresión comórbida.

>Técnicas de autocontrol en tiempo real

 Estas técnicas pueden ser implementadas con más precisión, posiblemente a través de sensores portátiles u otras tecnologías. Una vez desencadenada la respuesta autonómica al estrés se identifican otros marcadores fisiológicos de la generación de síntomas.

Por ejemplo, actualmente se están evaluando la respiración diafragmática, la biorretroalimentación de la variabilidad de la frecuencia cardíaca y otras técnicas prometedoras para condiciones relacionadas con el eje HHS, en la ERGE y otros trastornos gastrointestinales (dato no publicado).

Los sensores usables para los factores que intervienen en el estilo de vida relacionado con la salud, incluyendo los rastreadores de aptitud, sueño y otros comportamientos modificables, están ganando interés y, si se aprovechan adecuadamente, podrían ayudar con la educación de las habilidades de autocontrol temprano de la enfermedad, en la atención de un paciente, por una amplia gama de profesionales de la salud.

Otra técnica de autocontrol que ha ganado interés es la práctica de la autocompasión, que incluye la autocompasión en reemplazo del auto juicio, la creencia en una humanidad común en lugar del aislamiento social y la conciencia con atención plena o un equilibrio frente al exceso de identificación con el sufrimiento.

'La meditación de bondad amorosa' (amor universal) está disponible on line para la práctica de esta técnica la práctica la meditación de bondad amorosa se ha relacionado con un mejor metabolismo del óxido nítrico, el cual, para el tracto gastrointestinal, tendría implicancias positivas en la motilidad (músculo liso) y la función inmunológica.

La autocompasión ha sido vinculada a la experiencia de afecto positivo y el bienestar subjetivo, y aumenta la probabilidad de que alguien pueda aplicarlo en el afrontamiento centrado en la emoción. La autocompasión puede enseñarse y podría ser particularmente útil en los pacientes que se culpan a sí mismos por sus síntomas o su enfermedad, o que tienden a tener pensamientos en “negro o blanco”.

El apoyo social de alta calidad y el apego a los demás y, los constructos de la psicología positiva importantes también podrían ser aprovechados a través de las comunidades, en los programas de apoyo entre pares on line.

Conclusiones

La psicogastroenterología, un campo comprometido con la adaptación de los principios psicológicos para mejorar el manejo de las enfermedades digestivas ha demostrado exitosamente el beneficio de las psicoterapias cerebro intestinales sobre las vulnerabilidades psicológicas bien sustentadas y los procesos cognitivo afectivos desadaptativos asociados a la enfermedad gastrointestinal.

Ahora, la autora y su equipo están bien preparados para comenzar a abordar una pregunta importante en este contexto: ¿por qué algunos pacientes prosperan a pesar de una adversidad extrema?

La resiliencia, el optimismo y el autocontrol podrían ser algunos de los muchos atributos de la psicología positiva que podrían ser estudiados y fortalecidos como parte de la psicogastroenterología, conduciendo a la atención psicológica temprana, efectiva, y a mejores resultados.

Resumen y comentario objetivo: Dra. Marta Papponetti