Recomendaciones AHA / ASA para atención primaria

Atención de adultos después de un accidente cerebrovascular

Declaración de la American Heart Association y la American Stroke Association sobre el papel de los médicos de atención primaria en el seguimiento del paciente después del accidente cerebrovascular.

Autor/a: Walter N. Kernan, Anthony J. Viera, Sandra A. Billinger, Dawn M. Bravata y otros.

Fuente: Stroke-A Scientific Statements July 18, 2021

Indice
1. Texto principal
2. Referencias bibliográficas
Introducción

La atención de los pacientes con accidente cerebrovascular (ACV) comienza en el hospital y continúa en la comunidad, donde tiene lugar su recuperación, reintegración y mantenimiento de la salud a lo largo de los años.

Los médicos de atención primaria brindan la mayor parte de esta atención a largo plazo. Las necesidades de estos pacientes pueden ser complejas según la fase temporal de su enfermedad, la causa y la gravedad de su ACV y otros factores, incluidas las comorbilidades crónicas.

Aproximadamente del 50% al 80% tendrá hipertensión; 20% a 30%, diabetes y, del 10% al 30%, enfermedad cardíaca o fibrilación auricular.

La enfermedad pulmonar, la depresión, la ansiedad, la enfermedad renal y la artritis también son comunes. La atención de pacientes con enfermedades crónicas y múltiples comorbilidades es una experiencia especial de los médicos de atención primaria.

Cuando las prácticas de la atención primaria logran sus funciones definitorias (prevención de enfermedades, manejo de síntomas agudos y de enfermedades crónicas), brindan fácil acceso y atención continua, integral y coordinada, también deben abogar por a los pacientes cuando se necesita atención especializada, y asegurar que trabajen diferentes especialistas y subespecialistas en forma conjunta.

Aunque existe una vasta ciencia clínica para orientar a los médicos en el cuidado de los pacientes después de un ACV , la misma se encuentra dispersa en numerosas publicaciones originales y guías profesionales. El propósito de esta declaración científica es resumir esta literatura y proporcionar un sistema práctico de atención dirigida a los objetivos para todo lo que requiere el paciente durante toda su vida. Los autores enfatizan estrategias para prevenir ACV recurrentes, reconocer y manejar sus complicaciones y maximizar la función.

La atención primaria, como todas las especialidades médicas, necesita cerrar la brecha de evidencia-práctica y asegurar que cada paciente reciba la atención recomendada por las guías.

Un año después del ACV, el 97% de los pacientes elegibles siguen tomando antiagregantes plaquetarios, pero solo del 50% al 70% logran una presión arterial <140/90 mm Hg, el 79% permanece en tratamiento con estatinas, el 84% continúa en un estado de no fumador y, el 48% hace ejercicio según las recomendaciones y solo el 17% alcanza un peso saludable (índice de masa corporal <25 kg/m2)

Las necesidades insatisfechas de rehabilitación física, las actividades de la vida diaria (AVD), la movilidad, el control del dolor y la comunicación siguen siendo prevalentes. Muchos factores, además del control de los médicos de atención primaria contribuyen a las deficiencias en la atención posterior al ACV, incluidos los factores sociales (seguro médico, falta de acceso a la atención por otras razones, aislamiento social, racismo estructural), falta de beneficios terapéuticos percibidos o temor a los efectos secundarios de los tratamientos.

Sin embargo, la comunicación eficaz por parte de los médicos de atención primaria puede mejorar la adherencia con una atención eficaz al impulsar la motivación con información precisa y estimulante, y superando la alfabetización lingüística, cultural y barreras sanitarias. La atención primaria es esencial para mejorar el nivel de salud poblacional.

Estrategia de cuidado general

La atención posterior al ACV es un proceso iterativo de evaluación, tratamiento y retroalimentación que, con el tiempo, se adapta a las necesidades cambiantes del paciente.

Para poner en funcionamiento este proceso, los autores proponen una plantilla para las visitas de atención primaria que está basada en las nociones actuales del manejo de los cuidados crónicos, para ayudar a los médicos a lograr 5 objetivos que son generalmente aceptados para la atención posat-ACV: 1) brindar atención centrada en el paciente, 2) prevenir la lesión cerebral recurrente, 3) maximizar la función, 4) prevenir las complicaciones tardías y, 5) optimizar la calidad de vida.

La atención centrada en el paciente es una filosofía que guía a los médicos hacia los resultados de salud más valorados por los pacientes. Enfatiza el alivio del dolor, el miedo y la ansiedad. Enfatiza la autonomía del paciente y la comunicación para identificar los valores y preferencias del paciente que subyacen a las decisiones autónomas.

Se propone una estrategia de 6 puntos para ser aplicada por los médicos de atención primaria, con el fin de lograr los 5 objetivos generales. Todos los componentes pueden cubrirse en la mayoría de las visitas al consultorio.

La primera visita posterior al ACV debe ocurrir poco después del alta de la unidad de cuidados intensivos u hospital de rehabilitación, en general, dentro de las 3 semanas. Una visita temprana puede reducir la readmisión y tratar las condiciones inadvertidas durante su atención, que pueden exacerbar el alto riesgo de recurrencia que hay en los primeros 3 meses posteriores al alta hospitalaria. El intervalo promedio actual para la primera visita médica post ictus es 27 días.

Establecer la base para el cuidado
 
Prioridades especiales para la primera visita posterior al ictus
Obtener y revisar registros hospitalarios.
Solicitar la experiencia del paciente
- Comprensión técnica del evento agudo.
- Preguntas tempranas.
-  Miedos
- Consecuencias psicológicas
Clasificar la patogenia del ACV
  - Clasificar la patogenia del ACV.
- Confirme que existe un tratamiento específico para la patogenia si es aplicable
Implementar una tratamiento urgente si está indicado
Revascularización carotídea
- Terapia antiplaquetaria
- Terapia con estatinas
Compruebe si el paciente es candidato para la terapia antiagregante plaquetaria doble
-- Si es así, ¿lo están tomando?
  -- En caso afirmativo, suspenda a los 21 días si corresponde
Identificar y remediar los precursores del ACV
  -¿Por qué sucedió?
 
Complicaciones posteriores al ACV
Ansiedad
Deterioro cognitivo
Dificultad de comunicación
Contracturas
Depresión
Disfagia
Desencadenante
Fatiga
Fractura
Dolor del hombro hemipléjico
Impedimento de movilidad
Osteoporosis
Úlceras de decúbito
Convulsión (temprana y tardía)
Desgarro cutáneo
Espasticidad
Tromboembolismo
Incontinencia urinaria o intestinal
 

Primero, es necesario conocer la experiencia del paciente, su comprensión de lo que le sucedió y sus preocupaciones. Éstos dará forma a gran parte de la atención que está por comenzar, con la comprensión del evento cerebrovascular, con suficiente detalle para clasificar la patogenia, que no siempre se establece durante la hospitalización.

La imagen de la carótida, cuando está indicada suele tomarse en el hospital, pero el monitoreo prolongado de la carótida generalmente se aplaza hasta después del alta. Casi el 10% de los ACV isquémicos están relacionados con estenosis carotídea.

En casi el 9% de los pacientes, el monitoreo prolongado del ritmo cardíaco (por ej., cada 30 días) detectará una fibrilación auricular oculta.

Algunos tratamientos de causas específicas son apremiantes, en particular, la revascularización carotídea, la cual, en la mayoría de los pacientes, debe realizarse dentro de las 2 semanas. Los médicos de atención primaria deben constatar si alguna parte de la evaluación de la causa fue diferida para completar en el contexto ambulatorio.

La terapia antiplaquetaria dual se inicia en el hospital y puede reducir la recurrencia temprana en un 25%, pero, en muchos pacientes debe suspenderse después de 21 a 30 días para reducir el riesgo de hemorragia.

La estenosis intracraneal puede beneficiarse de la antiagregación dual extendida hasta 90 días. Los pacientes elegibles para la terapia antiplaquetaria dual son los que han tenido un ACV isquémico agudo menor o un ataque isquémico transitorio de alto riesgo dentro de las 12 a 24 horas anteriores, y no son candidatos para la trombólisis, la terapia endovascular, la endarterectomía o la anticoagulación.

En la primera visita, el paciente y el médico deben trabajar para identificar y remediar los precursores que pudieron haber contribuido al ACV. ¿La presión arterial no se controló de manera óptima? ¿Se discontinuó la anticoagulación de manera inadvertida? ¿Qué se puede hacer de manera diferente en el futuro para reducir el riesgo de una recurrencia del ACV?

Debido a que hay decisiones importantes y complejas que se deben abordar tempranamente después de un ACV, se requiere la estrecha colaboración del médico de atención primaria y el neurólogo.

Después de la primera visita, es útil documentar una breve narrativa del del paciente acerca de su ACV para planificar el cuidado específico, para las futuras visitas. La información útil incluye factores de riesgo previos al ACV, síntomas, resultados del diagnóstico, evaluación, localización anatómica del ACV, terapia previa al ACV (si la hubo), evolución hospitalaria, presunta patogenia (incluidos los factores de riesgo no reconocidos o tratados de forma incompleta) y la evolución posterior en la rehabilitación.

Esta narrativa se puede actualizar en futuras visitas, aun cuando el médico de atención primaria desde hace años, un ACV puede alterar los objetivos y los componentes interconectados del cuadro. La aparición de nuevas condiciones físicas y médicas requieren atención y tratamientos preventivos que el paciente pudo no haber valorado en el pasado y que , en este contexto, se vuelven más urgentes, como así las consecuencias de una lesión cerebral pueden alterar las relaciones de un paciente, roles sociales y sentido de sí mismo.

Mantenerse al tanto del paciente y su nueva situación se convierte en la base para casi todo lo que un médico de atención primaria puede hacer. Por tanto, el trabajo fundamental para cada visita incluye el seguimiento de las consecuencias del ACV y la actualización de la historia médica y social.

Aproximadamente el 60% de los supervivientes de un ACV tienen algunos síntomas neurológicos, y del 5% al 50% tienen una discapacidad moderada, lo que requiere asistencia en las AVD.

La historia social considera el pasado social del paciente, circunstancias, roles premórbidos, circunstancias familiares, y cómo cualquiera de éstos puede haber cambiado debido al ACV. En última instancia, el conocimiento que tiene el médico acerca de su paciente le permite trabajar con él, la familia y el equipo de atención multidisciplinario, para abordar los aspectos sociales, emocionales y físicos de su salud.

Establecer/confirmar la perspectiva del paciente y su familia

La atención centrada en el paciente se ve favorecida por un espacio acogedor donde los pacientes puedan expresar sus valores, aspiraciones, preguntas, miedos y necesidades. Con el consentimiento del paciente, los cuidadores pueden ayudar a identificar las necesidades del paciente y la familia, y las oportunidades para mejorar la satisfacción de todos. La colaboración de la familia y el cuidador mejora el manejo de los factores de riesgo y resultados.

Detección de complicaciones y necesidades insatisfechas

Las complicaciones posteriores al ACV incluyen ansiedad, fractura ósea, deterioro cognitivo, contracturas, depresión, caídas, fatiga, dolor del hombro hemipléjico, osteoporosis, úlceras de decúbito, convulsiones, espasticidad y tromboembolismo. Algunas complicaciones se pueden prevenir; otras pueden manejarse para reducir la morbilidad.

La mayoría de las reinternaciones dentro de los 30 días, además, se deben más a causas médicos que neurológicas, y pueden ser reducidas por las intervenciones asistenciales.

La depresión es muy prevalente en los meses posteriores al ACV, pero a los 2 años continúa afectando hasta ell25% de los pacientes. Las principales guías profesionales incluyen una recomendación para detectar la depresión post-ACV, siempre que existan recursos para el tratamiento. El tratamiento es idéntico al de la depresión en pacientes sin ACV.

Las necesidades insatisfechas son brechas remediables entre lo que al paciente le gustaría poder hacer o experimentar y qué es lo que él o ella está haciendo o experimentando actualmente. Las estimaciones de la prevalencia de necesidades insatisfechas a los meses y años después del alta hospitalaria van desde el 20% al 75%.

Además de preguntar a los pacientes y los cuidadores sobre las necesidades insatisfechas, hay herramientas de detección. Incluso en la fase subaguda o crónica del ACV, muchos pacientes pueden beneficiarse de la terapia del habla u ocupacional. Los pacientes necesitados pueden a menudo ser identificados preguntándose: "¿Este paciente se beneficiaría de una derivación a un servicio para la atención de discapacidades?

Necesidades insatisfechas comunes
Asistencia de comunicación
Examen de detección de deterioro cognitivo
Depresión
Miedo a caer
Atención primaria de seguimiento
Independencia en las AVD
Impedimento de movilidad
Dolor
Rehabilitación física
Regresando al trabajo
Rendimiento sexual
Espasticidad
Incontinencia urinaria o intestinal
 
Caracterizar el control de los factores de riesgo de ACV crónico

En las visitas posteriores al ACV hay 2 preguntas importantes para hacer:

  1. "¿Qué causó el ACV de este paciente?"
  2. "¿Se está haciendo todo lo que se puede para prevenir un ACV recurrente?

La respuesta a esta última comienza con la caracterización del control de los factores de riesgo de ACV para los que el tratamiento brinda un beneficio probado. Los factores de riesgo importantes más prevalentes son: hipertensión, fibrilación auricular, estenosis carotídea y dislipidemia. Para cada uno de estos, el tratamiento específico reduce el riesgo de recurrencia. Es importante identificar la diabetes y la estenosis aterosclerótica intracraneal, para las que existen tratamientos, aunque con menor evidencia de sus efectos.

Debido a que los pacientes a menudo omiten o suspenden prematuramente la terapia de los medicamentos, activa, el seguimiento de la adherencia es importante y puede revelar la causa de no alcanzar los objetivos terapéuticos. La falta de adherencia a la medicación suele responder a la preocupación sobre los riesgos de los efectos adversos, en particular, entre las personas de bajos ingresos o grupos históricamente desfavorecidos. Además de las condiciones médicas que afectan el pronóstico del ACV, hay varios factores socioeconómicos que están asociados con malos resultados.

El diseño de la atención para acomodar la pobreza, la inseguridad alimentaria, el bajo rendimiento educativo, la falta de acceso a la atención, la falta de transporte y otros determinantes sociales de la salud son un desafío, pero son una misión fundamental en atención primaria. Este concepto obliga a preguntar a los pacientes sobre sus determinantes sociales de salud, identificando recursos comunitarios y conectando a los pacientes con esos recursos.

Es crucial la integración de un trabajador social al equipo de salud. Por otra parte, los autores mencionan las características de estas inequidades que existen en EE. UU. y expresan que, “más allá de los factores socioeconómicos, hay razas (negra) y etnias (hispanos) que se han asociado con una calidad de atención inferior luego del ACV y mayor riesgo de recurrencia, en comparación con la raza blanca.

La inequidad ha sido atribuida al racismo institucional, cultural e interpersonal. Los médicos de atención primaria pueden mitigar potencialmente esta inequidad a través de estrategias como las defendidas por la Academia Estadounidense de Médicos de Familia y la capacitación de ellos mismos y su personal para corregir los prejuicios implícitos”.

Establecer el plan de atención

Los mejores planes en atención primaria surgen de la colaboración entre el paciente y el médico. Los planes se basan en una lista de problemas, como hipertensión arterial u hombro doloroso. Cuando se invita a los pacientes a definir esos problemas, los médicos pueden sorprenderse con el resultado. Las responsabilidades de la familia, por ejemplo, pueden encabezar una lista que incluye obesidad, inactividad, presión arterial o diabetes.

Es necesario conocer los problemas identificados por el paciente para luego ocuparse de otros problemas.

Hay dos conceptos relacionados que deben adaptarse, mediante la aplicación de pautas clínicas dirigidas a las circunstancias y los objetivos específicos del paciente, para finalmente secuenciar o priorizar la atención. A partir del alta hospitalaria, los pacientes, especialmente aquellos con déficits neurológicos importantes, pueden estar abrumados por nuevos medicamentos y la atención en servicios de rehabilitación.

Juntos, los pacientes y sus médicos deben negociar un plan de atención mediante el cual se priorizan ciertos problemas clínicos y se hacen arreglos para un seguimiento oportuno, para abordar las cuestiones que se aplazan. Una vez que se identifican los problemas, se pueden crear planes de acción basados en cosas que el paciente quiere lograr y que están seguros de que pueden hacerlo.

Establecer metas realistas ayuda a evitar el fracaso. La visita típica al consultorio concluye con planes para reforzar el comportamiento exitoso, abordar las necesidades insatisfechas y cerrar las brechas entre las metas y los logros.

Implementar el plan y programar las próximas visitas

Cuando los pacientes salen del consultorio, ellos y sus cuidadores deben poder manejarse por ellos mismos. Por lo tanto, la base del manejo de las enfermedades crónicas es el apoyo a la autogestión.

Este apoyo comienza desde los problemas, objetivos y planes que surgen del cuidado en colaboración y continúa con la educación para el conocimiento del paciente y el cuidador (sobre salud, enfermedad, pronóstico, terapia, cuándo llamar emergencias) y habilidades en el monitoreo, resolución de problemas y toma de decisiones. El autocontrol para el control de la presión arterial, la diabetes y el peso ahora es parte de las guías profesionales.

El autocontrol proporciona comentarios que se pueden combinar con la autogestión para lograr un mejor control de los riesgos. La evidencia emergente sugiere que la atención en equipo que involucra a enfermeros o farmacéuticos puede mejorar el manejo de las enfermedades crónicas, aunque la mayoría de los estudios no integran a estos profesionales en la práctica de la atención primaria.

Para muchas metas de atención, la enfermera de la comunidad, la farmacia, el trabajo social, la fisiatría, la fisioterapia, la terapia del habla, la terapia ocupacional y cada una de las especialidades médicas pueden tener un papel en el seguimientos de los pacientes post ACV. Los intervalos de las visitas deben programarse teniendo en cuenta la condición del paciente, la estabilidad de los factores de riesgo y el riesgo por no alcanzar los objetivos.

Prevención de los accidentes cerebrovasculares recurrentes

El riesgo de recurrencia se acerca al 8% en el primer año después del ACV isquémico. Después del primer año, el riesgo es de aproximadamente 2%, que sigue siendo 4 veces más elevado que el riesgo en una persona sin ACV previo.

Además de las recurrencias clínicamente evidentes, el 30% de pacientes con un ACV agudo tienen una enfermedad clínicamente inaparente en las imágenes del cerebro y mayor riesgo de futuros eventos inaparentes, incluida la enfermedad de vasos pequeños, que puede acelerar el deterioro cognitivo y físico. Afortunadamente, expresan los autores, las intervenciones quirúrgicas son muy eficaces para prevenir la isquemia cerebral recurrente.

Un primer paso en la atención primaria ambulatoria es confirmar la causa del ACV, porque la patogenia orienta el tratamiento preventivo específico.

Cuando el paciente retorna a la comunidad se deben priorizar las pruebas diagnósticas que aún no se han completado, especialmente imágenes las carotídeas y el seguimiento del ritmo cardíaco.

Aunque la causa del ACV en la mayoría de los pacientes se debe a 1 de 3 mecanismos (cardioembolismo, enfermedad de los vasos grandes o enfermedad de los vasos pequeños), es importante considerar otras causas (disección arterial, vasculitis, foramen oval permeable, drepanocitosis, Moyamoya, estados de hipercoagulabilidad, membrana carotídea y displasia fibromuscular) que pueden requerir una elevada especialización y tienen tratamientos eficaces. A pesar de búsqueda cuidadosa, la causa del ACV en casi el 30% de los pacientes la causa sigue siendo incierta.

Está comprobado en ensayos clínicos que la revascularización carotídea para la estenosis de la carótida, la anticoagulación en la fibrilación auricular, el descenso de la presión arterial, el tratamiento con estatinas y antiplaquetarios previenen la recurrencia de los eventos vasculares. También son importantes el mejoramiento del estilo de vida, el control de la diabetes y la optimización del peso. Sin embargo, es necesario contar con evidencia de mayor calidad.

El manejo de la hipertensión es particularmente importante porque del 50% al 80% de los pacientes tienen hipertensión, y el tratamiento es muy eficaz. La guía de la AHA/American Stroke Association de 2021 cita evidencia de calidad moderada y enfatiza la recomendación de establecer un objetivo de presión arterial <130/80 mm Hg después del ACV isquémico, para la mayoría de los pacientes.

Para seleccionar los fármacos se debe tener en cuenta la tolerancia al tratamiento, la seguridad medicamentosa y las características del paciente. La investigación sobre estrategias para prevenir ACV recurrentes o ataque isquémico transitorio han estado dominadas por los estudios de intervenciones quirúrgicas y farmacéuticas.

Recientemente, se han hecho investigaciones sobre las intervenciones que abordan los denominados factores de estilo de vida, incluida la calidad de la dieta, la actividad física, la obesidad, el tabaquismo y trastornos por el consumo de sustancias.

Las intervenciones en el estilo de vida pueden mejorar los factores de riesgo, pero aún no se ha demostrado que prevengan los eventos vasculares clínicos después de un ACV o ataque isquémico transitorio (AIT).

Maximizar la función y la independencia

Los autores anticipan que aproximadamente 800.000 adultos estadounidenses sufrirán un nuevo ACV cada año, y el 10% morirá dentro de los 30 días.

En el momento del ACV, casi el 5% de los pacientes <55 años y el 40% >85 años tienen discapacidad premórbida moderad. A los 90 días de un ACV, el 10% de los adultos jóvenes y el 30% de los >65 años  desarrollan una nueva discapacidad relacionada con el evento, de gravedad moderada a grave. Se cree que la carga acumulada de discapacidad premórbida y nueva supera el 10% en adultos jóvenes y el 50% en adultos mayores.

Los efectos indirectos del cambio de vida incluyen depresión, pérdida de ingresos y aislamiento social. Los US Centers for Disease Control (Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades de EE. UU.) se estimó en 2009 que 1.076.000 adultos >18 años (2,4% de la población) tenían al menos discapacitado moderada como resultado de un ACV (es decir, requieren un dispositivo de asistencia para la movilidad, asistencia necesaria paras AVD o actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD), o estaban viviendo limitados en su capacidad para trabajar en la casa o el trabajo).

La recuperación comienza temprano después del ACV y puede tomar años para que un paciente logre la máxima restauración de la función. Con la discapacidad, la fuerza motora y la movilidad de las extremidades mejoran rápidamente en los primeros 30 días y se puede alcanzar la máxima recuperación en aproximadamente 4 meses.

La restauración de la capacidad para participar en actividades físicas se extiende más allá de este tiempo, debido a la remodelación del cerebro (el cerebro sano se hace cargo de las funciones del cerebro infartado), la adaptación de estrategias compensatorias, el refuerzo de la confianza y el uso de equipo de adaptación.

Hay terapias de rehabilitación efectivas no solo para trastornos motores sino también para la cognición (memoria, orientación, atención y lenguaje), comunicación, incontinencia, dolor, disfagia, deterioro sensorial, espasticidad, equilibrio y movilidad.

Las mejoras en cada uno de estos dominios sigue el mismo curso que la recuperación motora, con una rápida recuperación temprana seguida de más tiempo para la máxima restauración de la función. La recuperación del ACV puede fluctuar con el tiempo, dependiendo de muchos factores: apoyo del cuidador, comorbilidades crónicas , eventos agudos episódicos, acceso a la asistencia, dispositivos, flexibilidad articular, espasticidad, dolor y grado de función motora intacta.

Todos los pacientes que han sufrido un ACV deben tener una evaluación de su capacidad para las AVD e AIVD, sus habilidades de comunicación y su movilidad funcional. Esta evaluación determina la necesidad de servicios de rehabilitación. La evaluación se inicia durante la hospitalización, el centro de rehabilitación o el centro de enfermería, y nuevamente como parte de la planificación del alta, pero debe repetirse en el consultorio.

Las capacidades y las necesidades de rehabilitación pueden cambiar con el tiempo. En esta evaluación pueden ser útiles 3 preguntas:

1) ¿Qué podía hacer el paciente antes del ACV que no puedes hacer ahora?

2) ¿Qué quiere ser capaz de hacer el paciente?

3) ¿Ha alcanzado el paciente todo su potencial?

A veces, las respuestas a estas preguntas son evidentes a la observación, mientras el paciente se encuentra en el consultorio: movilidad, habla, equilibrio, marcha y estado de ánimo. Otras veces, las respuestas pueden provenir del interrogatorio directo del pacientes y cuidadores.

El interrogatorio directo es esencial para clasificar la capacidad para realizar AVD y AIVD, y puede descubrir otras brechas entre lo que hizo un paciente antes del ACV y lo que les gustaría poder hacer ahora. Las preguntas comunes incluyen: "¿Aún puedes comprar comestibles? y "¿Puedes preparar y comer tus comidas favoritas en casa?

En la atención primaria pueden ser útiles los instrumentos estructurados para evaluación funcional y determinación de las necesidades de rehabilitación, pero algunos pueden ser útiles en circunstancias especiales, en particular para identificar el riesgo de caídas. La escala de equilibrio y la escala de Morse clasifican el riesgo de caídas.

El test up and go cronometrado y la prueba de caminata de 10 metros clasifican el estado de la movilidad. La evaluación del deterioro cognitivo luego de una ACV puede hacerse mediante un instrumento breve (por ej., Mini Examen del Estado Mental o la prueba de evaluación cognitiva de Montreal).

Las pautas enfatizan la detección de rutina antes del alta hospitalaria, durante el primer año y posiblemente luego. La búsqueda de casos está justificada cuando se sospecha deterioro cognitivo por observación clínica o el informe del paciente o sus conocidos. Rara vez se necesitan pruebas neuropsicológicas como el test Patient Health Questionnaire-9 (Cuestionario 9 de Salud del Paciente, PHQ-9) para la detección de la depresión.

Una vez clasificad el estado funcional y la rehabilitación no es satisfactoria, el paso siguiente es vincular al paciente con los recursos de rehabilitación adecuados. Cuando estén disponibles, se debe ofrecer estas intervenciones a los pacientes elegibles.

Además de los problemas motores, de fácil derivación a servicios de rehabilitación, también ser necesitan recursos como otorrinolaringología, clínicas con programas de fonoaudiología; neurooftalmólogos; ortopedistas; programas de evaluación de conductor (por ej., un departamento local de automotores); un neurólogo o fisiatra que pueden proporcionar terapia botulínica; un neurólogo vascular para determinar la causa y, programas de terapia ocupacional y del habla; y psicología.

El ejercicio aeróbico es importante para todos los pacientes después del ACV, independientemente de las necesidades de rehabilitación específicas. El ejercicio mejora la capacidad funcional, la resistencia al caminar, el equilibrio, la salud cardiovascular y la prevención secundaria del ACV.

Los médicos de atención primaria pueden mejorar la participación de sus pacientes en la actividad física a través de prácticas estructuradas de evaluación, asesoramiento y remisión. Vincular a los pacientes con los programas de ejercicios que existen en la comunidad es particularmente efectivo.

El proceso comienza preguntando a los pacientes sobre su actividad física. Hay herramientas simples para esto, como el "Signos vitales del Ejercicio", que incluye 2 preguntas para conocer cuántos días y minutos por semana de actividad moderada a vigorosa realiza el paciente. La cantidad mínima de actividad física necesaria para lograr un beneficio aún no ha sido establecida.

Sin embargo, se recomiendan 150 minutos por semana de actividad moderada (por ej., caminar enérgicamente) o 75 minutos por semana de actividad vigorosa (por ej., trotar, correr, llevar paquetes pesados, ejercicio extenuante). Si los pacientes con un ACV pueden lograr estos objetivos, sería razonable apoyar sus esfuerzos.

Mejora de la calidad de la práctica

La mejoría de la calidad comienza cuando los médicos identifican un aspecto del cuidado para mejorar; por ejemplo, el médico puede establecer como objetivo mejorar el control de la presión arterial para los pacientes hipertensos. Las características clave de la mejora de la calidad incluyen:

1) Un proceso iterativo de planificación continua, implementación de cambios, estudios, pruebas y rediseños.

2) Una metodología acordada (por ej, , Lean Six Sigma ]N. de la T: es un método que examina los procesos repetitivos para lograr mejor calidad]).

3) Empoderamiento de los trabajadores de primera línea y de los usuarios de los servicios.

4) Datos para informar y monitorear el proceso (por ej., auditoría y comentarios).

Específicamente, la mejora de la calidad va más allá de una auditoría para incluir cambios en la práctica continua, a través del compromiso humano al establecer los objetivos, reflexionar, evaluar y planificar para alcanzar la meta.

A veces se inventan soluciones mágicas para la calidad, para satisfacer las necesidades únicas de un profesional o sistema de salud, pero a menudo se adaptan de descubrimientos de la investigación en ciencias de servicios de la salud, un campo dentro de la investigación de los servicios de salud que busca mejorar el uso de la investigación basada en la evidencia, por médicos y gobernantes.  

Las intervenciones efectivas relevantes para la atención del ACV incluyen el empleo de farmacéuticos en la práctica para mejorar la adherencia a la medicación y lograr un mejor control de la hipertensión y la diabetes, así como el autocontrol del paciente con o sin autocuidado, para mejorar el control de la presión arterial. En el campo de la atención de ACV, la investigación de los servicios de salud descubrió intervenciones efectivas para el cuidado posterior al ACV,  a menudo abordando la transición crítica posterior al alta.

Una conclusión general de esta investigación es que la atención colaborativa basada en el hospital o en el sistema, y el manejo de los casos puede ayudar a los pacientes a mejorar el control de los factores de riesgo.

Los modelos efectivos incluyen el  mejoramiento de la práctica de los médicos de atención primaria o están en estrecha comunicación con los equipos de atención primaria, la entrevista personal con los pacientes, y tener autoridad para recetar.

Sin embargo, el beneficio del manejo de casos puede verse reducido en circunstancias de la atención primaria de alta calidad. Las intervenciones dirigidas a la educación o comportamiento del paciente por sí solas no son efectivas.


Resumen y comentario objetivo: Dra. Marta Papponetti