Imagine una afección que hace que una persona se vuelva irritable, deprimida y egocéntrica, y se asocia con un aumento del 26% en el riesgo de mortalidad prematura. Imagine también que en los países industrializados alrededor de un tercio de las personas se ven afectados por esta condición, con una persona cada 12 afectada severamente, y que estas proporciones están aumentando.
Los ingresos, la educación, el sexo y la etnia no son protectores, y la condición es contagiosa. Los efectos de esa condición no son atribuibles a alguna peculiaridad del carácter de un subconjunto de individuos, sino que son el resultado de la condición que afecta a la gente común.
Tal condición existe: es la soledad.
La soledad a menudo es estigmatizada, trivializada o ignorada, pero con el creciente número de personas mayores en países industrializados, la mayor probabilidad de muerte prematura, la mortalidad global y los efectos nocivos de la soledad que se han identificado en modelos animales e investigaciones longitudinales humanas hacen que la soledad está emergiendo como un problema de salud pública.
Nuestros resultados indican que la soledad no es un problema de debilidad personal. Por el contrario, es parte de la variación genética que encontramos en los humanos. |
Los médicos se encuentran con esta afección, pero la mayoría no cuenta con la información necesaria para tratar eficazmente la soledad de sus pacientes.
La soledad es una condición única en la que un individuo se percibe a sí mismo como aislado socialmente, incluso cuando está entre otras personas.
La soledad se ha asociado con el aislamiento social objetivo, la depresión, introversión, o habilidades sociales pobres. Sin embargo, los estudios han demostrado que esas caracterizaciones son incorrectas, y esa soledad es una condición única en la que un individuo se percibe a sí mismo como aislado socialmente, incluso cuando está entre otras personas.
Los factores que hemos comprobado que predicen la soledad son los factores relacionados con la disrrupción de nuestras relaciones sociales. |
Además, los estudios longitudinales humanos y los modelos animales indican que los efectos nocivos de la soledad no son atribuibles a alguna peculiaridad de individuos que están solos, sino que se deben a los efectos de la soledad en la gente común.
Existen medidas rápidas y válidas que pueden diagnosticar si un paciente tiene niveles anormalmente altos de soledad, y aunque los llamados tratamientos de sentido común (p. Ej., capacitación en habilidades sociales y provisiones para apoyo social y contacto social) han probado su ineficacia, la disponibilidad de programas comunitarios, las intervenciones conductuales y los recursos en línea están aumentando para abordar el problema de la soledad.
Las personas solitarias difieren de las no solitarias en su tendencia a percibir las circunstancias estresantes como amenazas en lugar de como desafíos y a afrontar pasivamente ese stress al fallar su solicitud instrumental de apoyo emocional. |
La soledad es un problema de salud pública que puede resolverse en gran medida en nuestra vida, pero para hacerlo será necesario el pleno compromiso y apoyo de la comunidad médica. La salud física y la salud mental de un creciente número de personas afectadas y sus familias y amigos están en juego.