Deterioro prolongado

Disfunción cognitiva después de la infección por COVID-19

En este estudio, encontramos una frecuencia relativamente alta de deterioro cognitivo varios meses después de que los pacientes contrajeron COVID-19

Autor/a: Jacqueline H. Becker, PhD; Jenny J. Lin, MD, MPH; Molly Doernberg, MPH; et al

Fuente: Assessment of Cognitive Function in Patients After COVID-19 Infection

Introducción

Las personas que han sobrevivido al COVID-19 con frecuencia se quejan de disfunción cognitiva, que se ha descrito como confusión mental. La prevalencia del deterioro cognitivo posterior al COVID-19 y la asociación con la gravedad de la enfermedad no están bien caracterizadas. Los estudios anteriores sobre el tema se han visto limitados por tamaños de muestra pequeños y una medición subóptima del funcionamiento cognitivo.

Investigamos las tasas de deterioro cognitivo en los sobrevivientes de COVID-19 que fueron tratados en entornos ambulatorios, en el departamento de emergencias (SU) o en hospitales para pacientes hospitalizados.

Métodos

Analizamos los datos en este estudio transversal desde abril de 2020 hasta mayo de 2021 de una cohorte de pacientes con COVID-19 seguidos a través de un registro del Sistema de Salud Mount Sinai. Los participantes del estudio tenían 18 años o más, hablaban inglés o español, dieron positivo al SARS-CoV-2 o tenían anticuerpos séricos positivos y no tenían antecedentes de demencia. Las características demográficas de los participantes (p. Ej., Edad, raza y origen étnico) se recopilaron mediante autoinforme.

El funcionamiento cognitivo se evaluó utilizando medidas neuropsicológicas bien validadas: Amplitud numérica hacia adelante (atención) y hacia atrás (memoria de trabajo), prueba de creación de pistas parte A y parte B (velocidad de procesamiento y funcionamiento ejecutivo, respectivamente), fluidez fonémica y de categorías (lenguaje), y la prueba de aprendizaje verbal de Hopkins – revisada (codificación, recuerdo y reconocimiento de la memoria).

La Junta de Revisión Institucional del Sistema de Salud Mount Sinai aprobó este estudio y se obtuvo el consentimiento informado de los participantes del estudio. El estudio siguió a la publicación Fortalecimiento de la presentación de informes de estudios observacionales en epidemiología (STROBE ) guía de informes.

Calculamos la frecuencia de deterioro en cada medida, definida como una puntuación z menor o igual a 1,5 DE por debajo de las normas ajustadas por edad, nivel educativo y sexo específicas de la medida.

La regresión logística evaluó la asociación entre el deterioro cognitivo y el centro de atención del COVID-19 (ambulatorio, urgente u hospital), ajustando por raza y etnia, tabaquismo, índice de masa corporal, comorbilidades y depresión. El umbral de significación estadística fue α = .05 y las pruebas fueron de 2 colas. Los análisis se realizaron utilizando SAS, versión 9.4 (SAS Institute).

Resultados

La edad media (IQR) de 740 participantes fue de 49 (38-59) años, el 63% (n = 464) eran mujeres y el tiempo medio (DE) desde el diagnóstico de COVID-19 fue de 7,6 (2,7) meses.

Los participantes se autoidentificaron como negros (15%), hispanos (20%) o blancos (54%) o seleccionaron multirraciales u otras razas y etnias (11%; otras razas incluyeron asiáticos [4.5%, n = 33)] y aquellos que seleccionó "otro" como raza).

Las deficiencias más destacadas fueron la velocidad de procesamiento (18%, n = 133), el funcionamiento ejecutivo (16%, n = 118), la fluidez fonémica (15%, n = 111) y la fluidez de categoría (20%, n = 148), codificación de la memoria (24%, n = 178) y recuperación de la memoria (23%, n = 170).

En los análisis ajustados, los pacientes hospitalizados tenían más probabilidades de tener deficiencias en la atención (razón de probabilidades [OR]: 2,8; IC del 95%: 1,3-5,9), funcionamiento ejecutivo (OR: 1,8; IC del 95%: 1,0-3,4), fluidez de categoría (OR: 3,0; IC del 95%: 1,7-5,2), codificación de la memoria (OR: 2,3; IC del 95%: 1,3-4,1) y recuperación de la memoria (OR: 2,2; IC del 95%: 1,3-3,8) que los del grupo ambulatorio.

Los pacientes tratados en el servicio de urgencias tenían más probabilidades de presentar alteraciones en la fluidez de la categoría (OR: 1,8; IC del 95%: 1,1-3,1) y la codificación de la memoria (OR: 1,7; IC del 95%: 1,0-3,0) que los tratados en el entorno ambulatorio.

No se observaron diferencias significativas en las deficiencias en otros dominios entre los grupos.


Discusión

En este estudio, encontramos una frecuencia relativamente alta de deterioro cognitivo varios meses después de que los pacientes contrajeron COVID-19. Las deficiencias en el funcionamiento ejecutivo, la velocidad de procesamiento, la fluidez de categorías, la codificación de la memoria y el recuerdo fueron predominantes entre los pacientes hospitalizados.

La relativa conservación del reconocimiento de la memoria en el contexto de una codificación y una memoria deterioradas sugiere un patrón ejecutivo. Este patrón es consistente con los primeros informes que describen un síndrome disejecutivo después de COVID-19 y tiene implicaciones considerables para los resultados ocupacionales, psicológicos y funcionales.

Es bien sabido que ciertas poblaciones (p. Ej., Adultos mayores) pueden ser particularmente susceptibles al deterioro cognitivo después de una enfermedad crítica; sin embargo, en la cohorte relativamente joven del presente estudio, una proporción sustancial mostró disfunción cognitiva varios meses después de recuperarse del COVID-19. Los hallazgos de este estudio son generalmente consistentes con los de la investigación sobre otros virus (p. Ej., Influenza). 

Las limitaciones de este estudio incluyen un posible sesgo de muestreo, ya que algunos participantes pueden haberse presentado al Sistema de Salud Mount Sinai debido a problemas de salud. Los estudios futuros deben investigar las trayectorias cognitivas a largo plazo posteriores al COVID-19 y la asociación con los hallazgos de neuroimagen para evaluar los posibles mecanismos.

Conclusiones

La asociación de COVID-19 con el funcionamiento ejecutivo plantea preguntas clave sobre el tratamiento a largo plazo de los pacientes. Se necesitan estudios futuros para identificar los factores de riesgo y los mecanismos subyacentes a la disfunción cognitiva, así como las opciones de rehabilitación.