La hipoglucemia neonatal es un factor de riesgo común y fácilmente tratable para el deterioro neurológico en los niños. Aunque las asociaciones entre la hipoglucemia neonatal sintomática prolongada y la lesión cerebral están bien establecidas, el efecto de la hipoglucemia leve en el desarrollo neurológico es incierto. En consecuencia, un gran número de recién nacidos son evaluados y tratados debido a concentraciones bajas de glucosa en sangre, lo que involucra pruebas de sangre por punción del talón, costos sustanciales, y posibilidad de daño iatrogénico.
Bajo las guías actuales, hasta el 30% de los recién nacidos se consideran en riesgo de hipoglucemia, un 15% recibe diagnóstico de hipoglucemia, y aproximadamente el 10% requiere la admisión a una unidad de cuidados intensivos neonatales, con un costo estimado de $ 2.1 mil millones al año solo en los Estados Unidos. La alimentación con fórmula y la posible separación de la madre y el bebé reducen las tasas de lactancia, con efectos adversos potenciales en la salud y el desarrollo infantil. Además, el estrés inducido por dolor en los neonatos, como ocurre con las punciones de talón repetidas, puede perjudicar el desarrollo del cerebro en sí. Por lo tanto, para determinar los umbrales glucémicos adecuados para el tratamiento, se han solicitado repetidamente estudios sobre el efecto de la hipoglucemia neonatal en el desarrollo a largo plazo.
Los autores presentan los resultados del estudio “Niños con Hipoglucemia y su Desarrollo Posterior” (Children with Hypoglycaemia and Their Later Development, CHYLD), un gran estudio de cohorte prospectivo de recién nacidos a término y prematuros tardíos con riesgo para hipoglucemia. El estudio investigó la relación entre la duración, la frecuencia y la gravedad de las concentraciones bajas de glucosa en el período neonatal y el desarrollo neuropsicológico a los 2 años.
Métodos
Diseño del estudio y participantes
Los lactantes elegibles fueron aquellos con riesgo de hipoglucemia neonatal principalmente en base a los antecedentes de diabetes materna, parto prematuro (edad gestacional < 37 semanas), o un peso al nacer bajo (< percentilo 10 o < 2.500 g) o alto (> percentilo 90 o > 4.500 g). Los lactantes fueron enrolados antes o poco después del nacimiento en uno de dos estudios paralelos: el Estudio “Bebés e Influencia del Azúcar en Sangre en el EEG (Babies and Blood Sugar’s Influence on EEG Study, BABIES) (102 lactantes) o el Estudio Sugar Babies (514 niños), llevados a cabo entre 2006 y 2010 en el Hospital de Waikato en Hamilton, Nueva Zelanda, un hospital público regional con unos 5500 nacimientos anuales. Los lactantes con malformaciones congénitas graves o condiciones terminales fueron excluidos.
Las características de la cohorte, el manejo de la glucemia, y los resultados neonatales fueron reportados previamente. Los lactantes fueron sometidos a mediciones regulares de las concentraciones de glucosa en sangre por medio del método de la glucosa oxidasa (ABL800 FLEX, Radiometer) durante 24 a 48 horas o hasta que no hubiera preocupaciones clínicas en curso. El monitoreo enmascarado continuo de la glucosa intersticial (CGMS Gold, Medtronic MiniMed) se realizó según lo descripto anteriormente.
La hipoglucemia, definida como una concentración de glucosa en sangre de menos de 47 mg por decilitro (2,6 mmol por litro), se trató con cualquier combinación de alimentación adicional, gel bucal de dextrosa, y dextrosa intravenosa para mantener una concentración de glucosa en sangre de al menos 47 mg por decilitro. Aproximadamente un tercio de los niños (237) fueron incluidos en un estudio aleatorizado, controlado con placebo de gel bucal de dextrosa.
Ambos estudios neonatales y el estudio de seguimiento fueron aprobados por el comité de ética regional. Se obtuvo el consentimiento informado por escrito de los padres o tutores de cada niño al inicio del estudio y en el seguimiento.
Evaluación a los 2 años
A los 2 años de edad corregida, los niños nacidos a una edad gestacional de por lo menos 35 semanas fueron sometidos a exploración neurológica, pruebas de función ejecutiva, evaluación con las Escalas Bayley de Desarrollo Infantil III (EBDI-III, una escala normatizada de referencia en la que los puntajes compuestos son evaluados según una escala media [± DE] de 100 ± 15, con menores puntuaciones indicando mayor deterioro), examen visual (para más detalles, ver el anexo complementario, disponible con el texto completo de este artículo en NEJM.org), y pruebas de percepción del movimiento global (evaluación de la función de la vía dorsal-visual, medida en base a las respuestas del reflejo optocinético a cinematogramas de puntos aleatorios de variada coherencia).
Los cuidadores completaron cuestionarios sobre el ambiente hogareño, la salud del niño, y - con el uso del Inventario de Clasificación del Comportamiento de la Función Ejecutiva, Versión Preescolar (ICCFE-P) – la función ejecutiva del niño. Todos los niños fueron sometidos a un cribado audiológico neonatal, con seguimiento audiológico específico según necesidad.
Las pruebas de función ejecutiva abarcaron cuatro puntos que evaluaron el control inhibitorio (demora en la alimentación y efecto stroop), capacidad de categorización inversa (patos y cubos), y flexibilidad atencional (búsqueda múltiple, tareas en múltiples sitios). Las puntuaciones (variando de 0 a 6 puntos por tarea, con mayores puntajes indicando una mejor función) se sumaron para obtener una puntuación de la función ejecutiva de hasta 24 puntos.
Los resultados primarios pre-especificados fueron el deterioro neurosensorial y la dificultad de procesamiento. El deterioro neurosensorial se definió como cualquiera de los siguientes hallazgos: retraso en el desarrollo (puntuación general cognitiva o del lenguaje de la EBDI-III < 85), alteraciones motoras (puntuación motora general de la EBDI-III < 85), parálisis cerebral, deficiencia auditiva (con requerimiento de audífonos), o ceguera (≥1.4 logMAR [log10 del ángulo mínimo de resolución] en ambos ojos).
La dificultad de procesamiento se definió ya sea como un umbral de coherencia de movimiento o una puntuación de la función ejecutiva mayor a 1,5 DE de la media, indicando el rendimiento en el peor 7% de la cohorte. Los resultados secundarios incluyeron los componentes individuales de los resultados primarios, las puntuaciones de la EBDI-III para la función social y emocional y la conducta adaptativa, las puntuaciones de las alteraciones visuales y los errores de refracción, las puntuaciones T en el ICCFE-P y las convulsiones.
Análisis estadístico
El análisis se realizó con el software SAS, versión 9.4 (SAS Institute). Los análisis primarios compararon resultados primarios y secundarios entre los niños con y sin episodios hipoglucémicos en la primera semana después del nacimiento (cualquier episodio, ≥ 3 episodios, episodios en ≥ 3 días, y cualquier episodio severo), con el uso de modelos lineales generalizados ajustados para posibles factores de confusión pre-especificados (decil socioeconómico, sexo, y factor de riesgo principal para la hipoglucemia neonatal). Un episodio de hipoglucemia se definió como una concentración de glucosa en sangre de menos de 47 mg por decilitro en una medición individual o mediciones consecutivas, con un episodio grave definido como la concentración de glucosa en sangre de menos de 36 mg por decilitro (2,0 mmol por litro).
Los episodios intersticiales se definieron como períodos de concentraciones de glucosa intersticial por debajo de esos umbrales durante al menos 10 minutos. Los resultados se presentaron como razones de riesgo y diferencias medias con intervalos de confianza del 95%. Se consideró un nivel alfa de dos colas inferior a 0,05 para indicar significancia estadística, sin ajuste para comparaciones múltiples.
El tamaño de la muestra estuvo limitado por el tamaño de las cohortes de inicio, pero se estimó que este estudio tendría una potencia del 80% para detectar diferencias entre grupos en las puntuaciones EBDI-III de 5 puntos o más.
Los análisis secundarios relacionaron las medidas continuas de la exposición a la hipoglucemia con los resultados primarios utilizando las curvas de Características Operativas del Receptor (conocidas como curvas ROC). Para explorar el valor predictivo de los diferentes umbrales glucémicos para los resultados adversos del desarrollo neurológico, se utilizó el incremento intersticial negativo, calculado como el área por encima de la curva de concentración de glucosa intersticial y por debajo de un límite determinado. Modelos mixtos de medidas repetidas exploraron la tendencia en el tiempo. Se utilizó regresión logística para estimar la probabilidad de los resultados primarios de acuerdo con el cuantil de las variables glucémicas continuas.
Resultados
Cohorte de estudio
La cohorte comprendió 614 niños (2 lactantes participaron en ambos estudios neonatales). Debido a que el seguimiento se inició después de que algunos niños cumplieran los 2 años de edad y de que los nacidos antes de las 35 semanas de gestación fueran excluidos, 528 niños fueron elegibles, de los cuales 404 (77% de los mismos) fueron evaluados a una edad media corregida (± DE) de 24,3 ± 1,9 meses. Los niños elegibles que no participaron en el estudio tuvieron más probabilidades de ser maoríes o de otro origen étnico no europeo, y sus madres tenían un índice de masa corporal ligeramente inferior, pero con características similares en lo que respecta a otras variables iniciales.
Hipoglucemia neonatal
Aunque la hipoglucemia neonatal fue común (observada en 216 niños [53%]), la medición regular de las concentraciones de glucosa en sangre y el tratamiento temprano mostró que la hipoglucemia recurrente fue poco frecuente. Sin embargo, el monitoreo continuo de la glucosa intersticial mostró que casi una cuarta parte de los lactantes tenía bajas concentraciones de glucosa que no fueron detectadas por el monitoreo intermitente de la glucemia. Incluso con tratamiento, muchos niños tuvieron períodos prolongados de bajas concentraciones de glucosa intersticial. Así, el 25% de los tratados por hipoglucemia neonatal tuvieron al menos 5 horas de bajas concentraciones de glucosa intersticial durante la primera semana.
Trastornos del neurodesarrollo a los 2 años
El riesgo de deterioro neurosensorial o dificultad de procesamiento no fue mayor entre los niños con hipoglucemia neonatal (cuando se trató de mantener una concentración de glucosa en sangre de al menos 47 mg por decilitro) que entre aquellos sin hipoglucemia neonatal (razón de riesgo para deterioro neurosensorial, 0,95; intervalo de confianza del 95% [IC]: 0,75 a 1,20; P = 0,67; 404 niños incluidos en el análisis; y razón de riesgo para dificultad del procesamiento, 0,92; IC 95%, 0,56 a 1.51; P = 0,74; 369 niños incluidos en el análisis), incluso entre los niños con múltiples episodios de hipoglucemia, episodios en varios días, o episodios graves.
Los niños con hipoglucemia neonatal tuvieron puntajes EBDI-III un poco mejores para la adaptación social y emocional que los niños sin hipoglucemia neonatal (diferencia media en las puntuaciones, 3,5 puntos; IC 95%, 0,4 a 6,5; P = 0,02), pero otros resultados secundarios fueron similares en los dos grupos de estudio. Además, los niños con bajas concentraciones de glucosa no reconocidas y por lo tanto no tratadas (detectados sólo por el monitoreo continuo de la glucosa intersticial) tampoco tuvieron un riesgo aumentado de alteración del neurodesarrollo en comparación con aquellos sin evidencia de bajas concentraciones de glucosa en sangre (deterioro neurosensorial en 14 de 33 niños vs. 45 de 108; razón de riesgo, 1,01; IC 95%, 0,66 a 1,54; P = 0,98; y dificultad de procesamiento en 5 de 29 niños vs. 17 vs. de 99; razón de riesgo, 0,92; IC 95%, 0,38 a 2,23; P = 0,86).
Como predictores continuos, la menor concentración de glucosa en sangre, el número de episodios hipoglucémicos (incluyendo episodios graves), y el número de eventos hipoglucémicos combinados (episodios intersticiales y en sangre) en la primera semana no discriminaron entre niños con y sin trastornos del neurodesarrollo posteriores. Del mismo modo, con umbrales por debajo de 47 mg por decilitro, el incremento intersticial negativo no fue predictivo del compromiso neurosensorial.
Hubo alguna evidencia de una asociación discriminativa en los umbrales por encima de 54 mg por decilitro (3,0 mmol por litro), pero en la dirección inversa, sugiriendo que el deterioro neurosensorial se asoció con mayores concentraciones de glucosa neonatal, incluso cuando la hiperglucemia clínica fue poco frecuente (3 lactantes tuvieron una concentración de glucosa en sangre > 144 mg por decilitro [8,0 mmol por litro]).
Además, los niños con deficiencia neurosensorial a los 2 años tuvieron concentraciones de glucosa intersticiales ligeramente más altas a lo largo de las primeras 48 horas que aquellos con función neurosensorial normal (diferencia media, 2,9 mg por decilitro [0,2 mmol por litro]; IC 95%, 0,5 a 5,2 mg por decilitro [0,0 a 0.3 mmol por litro]; P = 0,02; 302 niños incluidos en el análisis).
Dado el potencial para una relación en forma de U entre las concentraciones de glucosa neonatal y los trastornos del neurodesarrollo, los autores calcularon el tiempo fuera de una banda central, definida como la proporción de las mediciones de glucosa intersticial o en sangre de menos de 54 mg por decilitro o mayores a 72 mg por decilitro (4,0 mmol por litro) durante las primeras 48 horas - los umbrales que aproximaron los cuartiles inferior y superior para todas las concentraciones de glucosa en sangre durante este período.
Los lactantes en los quintiles más altos de tiempo, fuera de esta banda central, fueron más propensos que aquellos en los quintiles del medio (referencia) a tener deficiencia neurosensorial; cuando la proporción de los valores de glucosa en sangre fuera de la banda estaba por encima de la mediana, la razón de riesgo para el deterioro neurosensorial fue de 1,40 (IC 95%, 1,09 a 1,79; P = 0,008; 404 niños incluidos en el análisis). No hubo asociación entre el tiempo fuera de la banda central y la dificultad de procesamiento.
El mayor tiempo fuera de la banda central se asoció con un mayor riesgo de retraso cognitivo, pero no de retraso del lenguaje o motor. Cuando la proporción de las concentraciones de glucosa en sangre fuera de la banda estaba por encima de la mediana, la razón de riesgo para el retraso cognitivo fue de 1,57 (IC 95%, 1,10 a 2.23; P = 0,01; 402 niños incluidos en el análisis), la razón de riesgo para el retraso del lenguaje fue de 1,40 (IC 95%, 0,97 a 2,01; P = 0,07; 401 niños incluidos en el análisis), y la razón de riesgo para el retraso motor fue de 1,64 (IC 95%, 0,84 a 3,19; P = 0,14; 401 niños incluidos en el análisis).
El deterioro neurosensorial también se relacionó con la concentración máxima de glucosa intersticial en las primeras 12 horas. A pesar de que el tiempo fuera de la banda central fue mayor para los lactantes con hipoglucemia que para aquellos sin hipoglucemia (diferencia media en la proporción de las concentraciones de glucosa en sangre fuera de la banda central, 0,11; IC 95%, 0,07 a 0,16; P = 0,001), la asociación entre el tiempo fuera de la banda central y el compromiso neurosensorial no se vio influenciada por la hipoglucemia neonatal (P = 0,54 para la interacción).
Entre los niños con hipoglucemia neonatal, aquellos con deterioro neurosensorial posterior tuvieron un aumento inicial más pronunciado de las concentraciones de glucosa intersticial y concentraciones más altas durante las primeras 12 horas después del nacimiento que los niños sin compromiso neurosensorial (diferencia media, 4,9 mg por decilitro [0,3 mmol por litro]; IC 95%, 1,4 a 8,3 mg por decilitro [0,1 a 0,5 mmol por litro]; P = 0,007; 162 niños incluidos en el análisis).
Esta mayor curva de glucosa intersticial fue vista solamente entre los recién nacidos tratados con dextrosa, administrada tanto por vía oral, por vía intravenosa, o ambas (diferencia media durante las primeras 12 horas después del nacimiento, 9.2 mg por decilitro [0,5 mmol por litro]; IC 95%, 4,3 a 13,9 mg por decilitro [0.2 a 0,8 mmol por litro]; P < 0,001) y se relacionó temporalmente con el primer episodio de hipoglucemia.
Además, el riesgo de deterioro neurosensorial entre los recién nacidos tratados con dextrosa estuvo relacionado con la concentración máxima de glucosa intersticial dentro de las 12 horas después del primer episodio; cuando la máxima concentración de glucosa intersticial estuvo por encima de la mediana, la razón de riesgo fue 1,77 (IC 95%, 1,01 a 3,11; P = 0,047; 100 niños incluidos en el análisis).
El tratamiento con dextrosa se asoció con concentraciones más altas de glucosa intersticial por aproximadamente 36 horas después del primer episodio hipoglucémico, en comparación con ningún tratamiento con dextrosa. Los lactantes que recibieron dextrosa intravenosa tuvieron mayores concentraciones máximas de glucosa intersticial durante las primeras 12 horas después del primer episodio hipoglucémico que aquellos tratados con gel de dextrosa solamente (diferencia media, 18,2 mg por decilitro [1,0 mmol por litro]; IC 95%, 12,8 a 25,4 mg por decilitro [0,7 a 1,4 mmol por litro]; P <0,001), aunque el riesgo de deterioro neurosensorial en estos subgrupos fue similar (37 de 101 niños vs. 14 de 33; razón de riesgo, 1,08; IC 95%, 0,71 a 1,67; P = 0,71).
Discusión
Después de los informes de potenciales evocados somatosensoriales alterados y de una mayor incidencia de retraso del desarrollo en los lactantes con glucemia de menos de 47 mg por decilitro, la concentración de glucosa de 47 mg por decilitro se convirtió en un umbral glucémico bien aceptado para el tratamiento en los recién nacidos, a pesar de la falta de evidencia de que la intervención en este umbral es segura o efectiva. El uso de este umbral en los recién nacidos es quizás sorprendente, dado que las concentraciones de glucosa en sangre inferiores a 60 mg por decilitro (3,3 mmol por litro) se consideran bajas en niños y adultos. En este gran estudio prospectivo de recién nacidos a término y prematuros tardíos en riesgo, los autores hallaron que con un umbral de tratamiento de 47 mg de glucosa por decilitro, la hipoglucemia neonatal no se asoció con resultados adversos del desarrollo neurológico a los 2 años.
Este estudio sugiere que un protocolo de monitoreo regular de la glucemia en las primeras 48 horas después del nacimiento y la intervención destinada a mantener una concentración de glucosa en sangre de al menos 47 mg por decilitro es eficaz en la prevención de la lesión neuronal en recién nacidos de término y prematuros tardíos en riesgo.
Es importante distinguir entre los umbrales para la intervención que pueden aplicarse con seguridad en todos los lactantes y la menor concentración de glucosa a la cual la neuroglucopenia clínicamente significativa es evitada. Es poco probable que la neuroglucopenia sea definida por un único valor numérico, ya que las relaciones entre la exposición glucémica, los combustibles cerebrales alternativos, otros factores de estrés perinatal, y la función neuronal son complejos y pueden ser altamente específicos de los lactantes.
En la actualidad, no hay herramientas confiables para evaluar el estado neurológico en relación con la concentración de glucosa en sangre en lactantes. Por lo tanto, los médicos necesitan un umbral pragmático para proporcionar un tratamiento que asegure un suministro adecuado de combustibles metabólicos para el cerebro en desarrollo durante la transición neonatal.
En este estudio, el monitoreo continuo de la glucosa intersticial mostró que los episodios de disminución del nivel de glucosa eran comunes, incluso en lactantes considerados como con concentraciones normales de glucosa en sangre y en los que recibieron tratamiento para la hipoglucemia. Aunque estos datos podrían interpretarse como una prueba de que un umbral glucémico más bajo para el tratamiento podría ser seguro, también resalta la necesidad de un considerable margen de seguridad en el establecimiento de dicho umbral. No se ha podido establecer una asociación entre el grado de hipoglucemia y los resultados neurológicos, probablemente porque el tratamiento fue efectivo y los niños fueron monitoreados de cerca, por lo que la hipoglucemia recurrente o severa fue poco frecuente.
Sin embargo, un estudio retrospectivo reciente mostró una asociación gradual entre los umbrales hipoglucémicos de menos de 40 mg por decilitro (2,2 mmol por litro) y el deterioro del desarrollo neurológico en lactantes prematuros tardíos, una observación que ofrece motivos para la cautela, sobre todo porque los niños fueron seguidos durante más de 2 años en dicho estudio. Por otra parte, mientras que un umbral más bajo puede reducir la necesidad de intervención, no puede reducir la necesidad de cribado y los costos asociados, ya que la hipoglucemia puede ocurrir en cualquier momento en los primeros pocos días después del nacimiento, incluso en lactantes con concentraciones de glucosa iniciales normales. Por lo tanto, si se consideran umbrales inferiores para la intervención y el tratamiento, parece razonable que deban ser evaluados en ensayos aleatorios.
Una fortaleza de este estudio es la evaluación neurofisiométrica integral llevada a cabo, incluyendo la evaluación avanzada de la función ejecutiva, la visión y el procesamiento visual - habilidades que se cree son particularmente afectadas por la hipoglucemia neonatal. Por lo tanto, los autores consideraron que sus resultados son sólidos y que hubieran detectado efectos clínicamente significativos de la hipoglucemia sobre el procesamiento neurocognitivo. Sin embargo, existe la posibilidad de que la hipoglucemia afecte habilidades que no emergen hasta fases posteriores del desarrollo, y está en marcha repetir la evaluación a los 4,5 años de edad.
Otro punto fuerte de este estudio es el uso del monitoreo continuo de la glucosa intersticial, que proporciona registros cada 5 minutos, permitiendo una caracterización detallada de los perfiles de glucosa en el tiempo. Aunque el monitoreo continuo de la glucosa intersticial sigue siendo una importante herramienta de investigación, este estudio sugiere que en un umbral de tratamiento de 47 mg de glucosa por decilitro, el cribado a través de la medición intermitente de la glucemia con el uso de un método de referencia es suficiente. Sin embargo, este puede no ser el caso con umbrales de glucosa inferiores.
Un hallazgo sorprendente de este estudio es la asociación del deterioro neurosensorial, especialmente del retraso cognitivo, con mayores concentraciones de glucosa y menor estabilidad de la misma, indicada por una mayor proporción de tiempo fuera del rango central de 54 a 72 mg por decilitro en las primeras 48 horas. La hiperglucemia (concentración de glucosa en sangre > 180 mg por decilitro [10.0 mmol por litro]) se asocia con trastornos del neurodesarrollo en lactantes muy prematuros, pero no se ha reportado previamente una asociación en lactantes más maduros, especialmente con concentraciones de glucosa consideradas típicamente como dentro del rango normal.
Además, los tamaños de efecto estimados en este estudio fueron relativamente grandes, especialmente teniendo en cuenta la breve exposición glucémica, con aumentos del riesgo de deterioro neurosensorial variando del 40 al 77%, e incluso más altos para los lactantes en los quintiles superiores.
Es preocupante la sugerencia en estos datos de que la corrección rápida de la hipoglucemia a concentraciones mayores de glucosa en sangre puede estar asociada con un peor resultado. Este hallazgo, en un análisis exploratorio, fue inesperado y debe interpretarse con precaución, ya que el estudio fue observacional y no pudieron excluirse factores de confusión desconocidos de tales estudios. Por otra parte, la asociación fue vista sólo en las pruebas de desarrollo general (EBDI-III), no en las pruebas de capacidad de procesamiento.
Sin embargo, este hallazgo es consistente con la evidencia a partir de modelos animales de que el aumento de las concentraciones de glucosa en sangre durante la recuperación de la hipoglucemia puede empeorar el daño neurológico, por lo menos en parte debido a la mayor generación de especies reactivas al oxígeno.
De manera similar, tanto en niños como en adultos en la unidad de cuidados intensivos, la combinación de hipoglucemia y concentraciones altamente variables de glucosa está fuertemente asociada con mortalidad. Por lo tanto, la manera en que se trata la hipoglucemia y la estabilidad posterior de las concentraciones de glucosa en sangre pueden ser importantes en los recién nacidos. Los autores están llevando a cabo actualmente un ensayo aleatorio (ACTRN12613000322730) para evaluar los efectos a largo plazo de las diferentes dosis y frecuencias de administración de gel de dextrosa.
En el presente estudio de cohortes, la hipoglucemia neonatal no se asoció con resultados neurológicos adversos cuando los niños fueron tratados con el objetivo de mantener una concentración de glucosa en sangre de al menos 47 mg por decilitro (2,6 mmol por litro), a pesar de que se mantuvieron concentraciones bajas transitorias de glucosa en sangre. La posibilidad de que las concentraciones de glucosa en sangre en el extremo superior del rango normal o que las concentraciones de glucosa sanguínea inestables y la corrección rápida de la hipoglucemia puedan ser perjudiciales requiere mayor investigación.
Comentario: La hipoglucemia neonatal sintomática prolongada es un factor de riesgo frecuente de deterioro neurológico infantil sin el tratamiento oportuno, pero poco se sabe sobre la influencia de la hipoglucemia leve en los resultados del neurodesarrollo en niños de término o prematuros tardíos. En el presente estudio no se observaron efectos neurológicos adversos en niños con hipoglucemia y nivel de glucosa en sangre superior a 47 mg/dl con el tratamiento, sugiriendo que éste podría ser un umbral inferior seguro para evitar alteraciones del neurodesarrollo en estos pacientes. La forma en que se corrige la hipoglucemia y la estabilidad posterior de la glucemia podrían influir en estas variables. Se requieren nuevos estudios que evalúen el desarrollo neurosensorial de los niños con hipoglucemia en el periodo neonatal a edades más avanzadas.
Resumen y comentario objetivo: Dra. María Eugenia Noguerol