Una revisión de casos y clínica (Colombia)

Enfermedad de Chagas de transmisión oral

Aumento de los casos por transmisión oral en zonas endémicas causantes de enfermedad grave y a veces mortal.

Autor/a: Norman L. Beatty, Catalina Arango-Ferreira, y otros.

Fuente: Oral Chagas Disease in ColombiaConfirmed and Suspected Routes of Transmission

Indice
1. Página 1
2. Referencias bibliográficas

Introducción

Una forma de adquisición del protozoario Trypanosoma cruzi es la transmisión oral del parásito, que puede ocurrir en quienes viven en regiones endémicas o viajan a ellas. Cada vez hay más conciencia de la transmisión oral y algunas regiones ahora muestran un aumento de la frecuencia de la adquisición por esa vía. La posibilidad de la transmisión oral de T. cruzi fue mencionadas por Carlos Chagas y luego confirmada experimentalmente en 1921, asociada a la ingestión oral de tripomastigotes sanguíneos y, en 1933, por las heces de triatominos. Desde entonces, se sospecha que la ingestión oral de alimentos y/o bebidas contaminados con el parásito o, incluso, carne de animales salvajes infectados cruda o poco cocida, causan la enfermedad de Chagas (EC). Otra fuente potencial de contaminación por exposición ambiental son las secreciones olorosas de los didélfidos provenientes de la glándula anal de un marsupial infectado, como Didelphis marsupialis.

Para completar su ciclo de vida, el parásito circula naturalmente entre el insecto vector triatomino (más comúnmente conocido como “pito” en Colombia) y otros mamíferos selváticos, peridomésticos y domésticos susceptibles y reservorios potenciales (incluidos caninos y seres humanos). Las vías de transmisión oral en los ciclos selváticos ocurren de 2 maneras distintas. Esto incluye mamíferos no infectados que consumen y comen a un mamífero infectado y mamíferos no infectados que consumen un insecto triatomino infectado. En toda Colombia, la transmisión vectorial persiste en varias regiones como los municipios de Aguachica, Yopal y Paz de Ariporo (Casanare), Sierra Nevada de Santa Martha y, en los departamentos de Magdalena, La Guajira, Boyacá, Santander, Bolívar, Arauca, Antioquia, Chocó y Cesar, aunque los datos son limitados para la mayor parte de Colombia.

Durante varias décadas, las campañas dirigidas al control de vectores (Iniciativa de Países Andinos) han tenido éxito en la reducción de la transmisión vectorial intradoméstica causada por Rhodnius prolixus. La reducción o eliminación de R. prolixus en los seres humanos y los alrededores de sus viviendas ha llevado a que otras especies de triatominos llenen ese vacío en la red alimentaria. Esto incluye las especies de triatominos T. dimidiata, T. venosa, T. maculata y R. pallescens. En gran medida, ahora se está demostrando que los triatominos selváticos, peridomésticos y domésticos de estas especies invaden comúnmente a los seres humanos y plantean preocupación por los vectores emergentes de EC en Colombia.


Figura:
Fuentes confirmadas (flecha negra) y propuestas (flecha negra punteada) de transmisión oral de la enfermedad de Chagas en Colombia.


Manifestaciones clínicas de la enfermedad de Chagas oral

Desde la primera evidencia reportada de transmisión oral en 1965, los brotes de enfermedad de Chagas (EC) oral han ganado importancia como vía de transmisión emergente. Se calcula que en determinadas regiones geográficas, como la cuenca del Amazonas, la transmisión oral ocurre hasta en el 50% de los casos. Debido a la gravedad de la enfermedad, muchos de los infectados por ingestión oral manifiestan signos y síntomas importantes de infección de EC aguda, lo que puede provocar miocarditis fulminante e insuficiencia cardíaca, meningoencefalitis e, incluso, un shock potencialmente mortal por parasitemia.

El período de incubación después de la ingestión oral de productos contaminados con T. cruzi es de unos 3 a 22 días, en contraste con 4 a 15 días para la transmisión vectorial y 8 a 160 días para la transmisión relacionada con transfusiones y trasplantes. Si la incubación es más corta probablemente se deba a un aumento de la carga de parásitos en general, importante en comparación con las otras vías de transmisión.

Los síntomas y la rápida progresión de la enfermedad en inmunocompetentes no son comunes como en otras formas de transmisión como la vectorial, congénita o transfusional. La gran mayoría de las personas con EC oral aguda tienen fiebre (71-100%) pero son importantes otros síntomas sistémicos que incluyen edema facial, edema de las extremidades inferiores, mialgia, linfadenopatía generalizada, malestar abdominal, disnea, vómitos, diarrea, hepatomegalia, esplenomegalia, cefalea, dolor torácico, erupción cutánea eritematosa, ictericia, artralgias, epistaxis, hematemesis, melena y palpitaciones.

El edema facial, que suele afectar toda la cara y parte de los labios, está presente en el 57 al 100% de las personas con EC oral aguda.

Esto puede diferenciarse de la transmisión vectorial, en la que es más común hallar hinchazón periorbitaria unilateral en personas con síntomas agudos (también conocida como signo de Romaña).

Se cree que la significativa respuesta inmunitaria sistémica que se observa en personas con EC oral aguda se debe a una transmisión más eficiente después de la penetración por las vías oral, faríngea y mucosa gástrica. Por otra parte, también se observan cargas parasitarias muchas veces mayores en alimentos y bebidas contaminados en comparación con la transmisión vectorial y, por lo tanto, signos y síntomas clínicos de infección exacerbados. Se ha estimado que un solo triatomino triturado que alberga T. cruzi puede contener 600.000 tripomastigotes metacíclicos en comparación con 3000 a 4000/microlitro de materia fecal de triatominos infectados.

El mayor brote de transmisión oral de Chagas estuvo vinculado al consumo de jugo de guayaba contaminado en una escuela primaria venezolana de Caracas. El brote reportó un total de 119 casos de EC confirmados y sospechosos. El curso clínico de los casos confirmados o sospechosos mostró que el 75% fueron sintomáticos y el 20,3% requirieron hospitalización. Un niño de 5 años murió de miocarditis aguda. Hasta en el 95-99% de los casos estos porcentajes difieren de los reportados en las EC transmitidas vectorialmente, reportadas como asintomáticas en la fase aguda de la infección.

Las anomalías cardíacas se observan con mayor frecuencia después de la transmisión oral de T. cruzi como opuesto a la transmisión vectorial. Con esta transmisión en la mayoría de los pacientes se observan anomalías cardíacas, específicamente alteraciones de la polarización ventricular y afectación pericárdica como se comprobó en jóvenes soldados colombianos.

Las anomalías electrocardiográficas en la enfermedad de Chagas (EC) oral, como ocurrió en el brote más grande reportado (N = 103), estuvieron presentes en el 66% de los casos confirmados y se reportan con predominio en niños <18 años en comparación con los adultos infectados (69,7% vs. 56%). Las alteraciones electrocardiográficas más frecuentemente observadas incluyen anomalías del segmento ST y de la onda T (37%) así como prolongación del intervalo QT (2,9%).

El bloqueo de rama derecha, que es común en la cardiopatía chagásica crónica, también se observó en la EC oral aguda, pero con una frecuencia mucho menor (1,94%, N = 2/103); el bloqueo de rama izquierda se observó en el 2,9% de los casos (N = 3/103). En ambos grupos etarios se observaron anomalías de la onda T que fueron más comunes en <18 años (72% vs. 19%) en comparación con los adultos.

En el estudio, el hallazgo de un ECG anormal (66%; N = 68/103) motivó la realización de un ecocardiograma, lo que reveló un 32% (N = 22) de pacientes con derrame pericárdico leve a moderado y un 33% (N = 33/103) con arritmias. Esto incluye arritmias supraventriculares (22%; (N = 23/103), arritmias ventriculares (5,8%; N = 6/103) y bloqueo auriculoventricular (2,9%; N = 3/102). En el 27% de los casos de EC oral también se halló disfunción ventricular con baja fracción de eyección.

Patogenia por transmisión oral de T. cruzi

T. cruzi es un parásito generalista que puede infectar a >136 especies de vectores triatominos, esencialmente cualquier mamífero y a casi todos sus tejidos. El ciclo de vida de este parásito, un cinetoplasto flagelado, involucra 3 formas distintas, el tripomastigote y formas amastigotas de relevancia clínica. La patogénesis tradicional de T. cruzi sigue la ruta de circulación sistémica del tripomastigote, la adherencia al tejido muscular liso, la conversión a la forma amastigote, la reproducción intracelular de los amastigotes y la expansión del nido y, eventual daño celular que produce la salida del parásito. El ciclo se repite con los tripomastigotes recién formados que circulan sistémicamente. T. cruzi demuestra tropismo por los tejidos cardíaco y muscular liso gastrointestinal, aunque el parásito puede estar diseminado en todo el cuerpo humano.

Su crecimiento intracelular produce una pronunciada respuesta de infiltrado inflamatorio con daño celular que se presenta como lesiones inflamatorias y fibrosis. El infiltrado inflamatorio puede destruir directamente las neuronas y las fibras cardíacas, en contraste con el daño fibrótico físico causado por nidos de amastigotes necróticos. Este ciclo se enlentece y se vuelve subclínico durante la fase intermedia que, sin quimioterapia, dura indefinidamente. En casi el 30% de los pacientes, este ciclo celular de daño continúa crípticamente a un ritmo acelerado hasta que la enfermedad avanza y se manifiesta clínicamente.

Los factores que contribuyen a la patogénesis y la reactivación son en gran medida desconocidos pero se cree que se correlacionan con la unidad de tipificación discreta del parásito (DTU, por sus siglas en inglés), las dietas hipergrasas, las coinfecciones y la inmunogenética del huésped. Los modelos murinos indican 3 posibles vías patógenas que contribuyen de modo colectivo, independiente o inverso al daño celular: autoinmune, neurogénico o proinflamatorio mediado por ciertas citocinas como la interleucina (IL) -6 y la IL-17. Si bien la evidencia apoya las 3 vías, la evidencia contemporánea más sólida sustenta un mecanismo patogenético de activación autoinmune del huésped y material parasitario persistente que estimulan su respuesta inflamatoria.

Se cree que en la mayoría de las personas infectadas, la infección ha sido adquirida a través de la transmisión vectorial. Se trata de un triatomino infectado que defeca heces conteniendo tripomastigotes metacíclicos mientras muerde al individuo. Luego, el parásito puede ingresar al cuerpo a través de la mucosa o una brecha en la piel, en el sitio de la picadura o cerca de ella. El resto de quienes adquieren la infección pueden hacerlo por consumo oral, embarazo u otras vías. Dada la reciente aparición y rareza de la transmisión oral de T. cruzi, la literatura científica sobre la fisiopatología es escasa. Los informes de casos verifican que este mecanismo se asocia con mayores manifestaciones de la enfermedad y alta mortalidad, lo que sugiere que se produce una patogénesis alternativa de la enfermedad aguda.

Alimentos y bebidas contaminados con T. cruzi

Ingestión de jugos de frutas y alimentos contaminados con T. cruzi

En Colombia, la enfermedad de Chagas (EC) se ha asociado con el posible consumo de jugos de fruta y alimentos contaminados.

En otros huéspedes mamíferos, la vía oral es la forma de transmisión más importante. En los seres humanos se debate cuáles son las principales fuentes de infección bucal, de alimentos contaminados a través de heces de triatominos o triatominos macerados directamente en bebidas y jugos de frutas. Estas fuentes de alimentos contaminados combinan alimentos específicos que tienen más probabilidades de estar contaminados por insectos o heces de insectos. Sin embargo, cualquier comida o bebida puede no estar en buenas condiciones y podría contaminarse potencialmente con secreciones de la glándula olfativa de un animal que pueda estar contaminado.

La mayoría de las veces no se describe el origen de estas transmisiones orales: Sin embargo, en Colombia existen 2 bebidas que se han asociado con la enfermedad de Chagas (EC) oral: el vino de palma y el jugo de mandarina. En 1999, durante un brote en el municipio de Guamal (Magdalena), se hallaron 18 casos asociados al vino de palma, una bebida fermentada común en algunas regiones colombianas. Esta bebida se prepara realizando un corte profundo en la palma hasta llegar al corazón para obtener la savia, recogiendo varios litros que luego se dejan fermentar. En ocasiones, esta bebida se consume inmediatamente y podría infectarse por las heces de triatominos, los que luego podrían transmitir al parásito por vía oral.

En 2008, un brote se asoció con la ingestión de jugo de mandarina y se describió como una fuente de EC adquirida por vía oral en Santander. Afectó a 9 personas que visitaron la misma finca y todas tomaron el mismo jugo en el desayuno. Se pensó que la fuente posible era el jugo de naranja contaminado con las heces de los insectos que contaminan las naranjas usadas para obtener el jugo, o por triatominos infectados macerados dentro de la caña del azúcar que posteriormente se habría mezclado con el jugo. Ya que el jugo de naranja no era macerado sino exprimido, no está claro cómo se contaminó el jugo, lo que inclina la sospecha hacia la contaminación de la caña de azúcar.

Una serie de casos publicada en 2022 describió 2 casos pediátricos de EC oral aguda, supuestamente relacionada con el consumo de jugo de caña de azúcar, también denominado “guarapo de caña”. De manera similar, los estudios en animales demuestran que el jugo de la caña de azúcar puede permanecer infeccioso hasta 24 horas después de la inoculación.

El jugo de açai es una fuente común de enfermedad de Chagas (EC) adquirida por vía oral en Brasil, aunque los colombianos tienen algunas granjas nacionales de fruta de açai y regularmente importan este jugo de Brasil. Se cree que los triatominos infectados o los frutos contaminados con heces de triatominos se maceran con los frutos, contaminando así la bebida. En un estudio experimental se observó que el parásito sobrevive entre 24 y 72 horas en varias bebidas, entre ellas mandarina, guayaba y guanábana, y hasta 384 horas en guanábana conservada a 4C. Los resultados fueron reproducidos en un estudio separado con condiciones similares para el jugo de açai.

Por otra parte, algunas poblaciones utilizan culturalmente el jugo de açai como una forma de destetar a los bebés de la leche materna y así, los bebés han desarrollado miocardiopatía de Chagas tras el consumo de jugo de açai contaminado. Teniendo en cuenta que los jugos se suelen consumir enseguida después de su preparación, es importante señalar la posibilidad de que la transmisión se haga en 24 horas. No se ha documentado directamente que ningún otro jugo o alimento sea una fuente de infección en Colombia, pero otras formas de contaminación de alimentos y bebidas pueden suceder y deben ser consideradas.

Consumo de carne de mamíferos infectados por T. cruzi

Al considerar que la enfermedad de Chagas (EC) se adquiere a través de los alimentos, se debe observar el ciclo de vida del parásito. Durante el ciclo de vida de T. cruzi, los tripomastigotes que circulan en la sangre se convertirán en amastigotes dentro de las células musculares de los animales y seres humanos infectados. Se discute si las células musculares infectadas pueden ser una fuente de infección en los seres humanos cuando comen carne de mamíferos infectados. Por vía experimental se ha demostrado que las zarigüeyas (Didelphis albiventris) pueden infectarse al comer ratones infectados con T. cruzi, llamando así la atención sobre la posibilidad de la transmisión oral en los seres humanos, a través del consumo de alimentos crudos o carnes infectadas poco cocidas.

En 2016, Sangensis et al. hicieron una revisión sistemática evaluando la transmisión de T. cruzi a través del consumo de carne de caza, como la carne del armadillo de nueve bandas (Dasypus novemcinctus). La transmisión a través de carne infectada es considerada rara pero posible, y al mismo tiempo ha generado algunas controversias sobre la posibilidad de una infección a través de la manipulación del cadáver del animal durante su matanza y el proceso de cocción que llevaron a la contaminación cruzada y la infección posterior. En Colombia, el consumo de animales silvestres posiblemente infectados como el armadillo (especie Dasypus), la zarigüeya (especie Didelphis) y la paca de tierras bajas (Cuniculus paca) es común, independientemente de que son reservorios de enfermedades zoonóticas. El proceso de matanza suele hacerse en condiciones antihigiénicas que potencialmente podrían exponer a quienes manipulan a los animales a la contaminación cruzada de los instrumentos utilizados para cocinar.

Aunque faltan pruebas de la transmisión de T. cruzi desde la carne de mamíferos infectados a seres humanos, la paca de tierras bajas (también conocida como “lapa”, “guagua” o “guartinaja”) se ha asociado con la infección por T. cruzi vectorizada por P. geniculatus. La carne de este animal de monte es una de las más apreciadas en el país, por lo que la infección a través de su consumo debe ser considerada y evaluada. Los indígenas y comunidades rurales del sur de la Amazonía colombiana que cazan para subsistir, incluidos los departamentos de Amazonas, Putumayo, Caquetá, Guainía, Guaviare, Vaupés y otras secciones del Cauca, Meta y Vichada, probablemente consumen otros mamíferos infectados por T. cruzi, como Nasua nasua o el coatí sudamericano, el “kinkajou” (Pohtas flavus) y primates no humanos. La población no conoce bien los riesgos de consumir carne de mamíferos de monte infectados por T. cruzi, crida o poco cocida, y podría ser considerada una fuente de ingestión oral del parásito.

Ingestión de sangre de mamíferos infectados

Además de la vía de transmisión “tradicional” a través de la manipulación de alimentos contaminados, cadáveres y fuentes de alimentos contaminadas, también algunas prácticas culturales tradicionales se relacionan con la transmisión oral de T. cruzi.

Un ejemplo en Colombia y otros países latinoamericanos es el uso de sangre y otras partes del cuerpo de armadillo (D. novemcinctus) por sus supuestas propiedades medicinales. Los armadillos de nueve bandas, conocidos como “gurre” en la  región andina de Colombia, país donde esos animales salvajes tienen una amplia distribución. Son mamíferos insectívoros y pueden convertirse en reservorios de T. cruzi por la ingestión de triatominos, convirtiéndose potencialmente en una fuente de infección.

Además de utilizarse como carne comestible, los armadillos son capturados y utilizados por sus supuestas propiedades medicinales: la cola y el caparazón se convierten en polvo para aliviar los efectos adversos del embarazo. Su grasa se utiliza para curar la inflamación y la otalgia o las venas varicosas. Su sangre se bebe para aliviar los síntomas de asma y otras afecciones respiratorias. Estas prácticas culturales pueden traer infecciones, especialmente el consumo de sangre infectada y carne poco cocida. En 2019, en Chocó, San José del Palmar, 2 familiares fueron diagnosticados con infección por T. cruzi, poco tiempo después de que ambos supuestamente consumieron sangre de armadillo y, por lo tanto, adquirieron la infección por el consumo de dicha sangre. Como práctica cultural tradicional, es importante considerar esta vía de infección para desarrollar intervenciones específicas culturalmente sensibles para prevenir casos adicionales.

Otras formas únicas de ingestión oral de T. cruzi

La enfermedad de Chagas (EC) por transmisión oral es más reconocible cuando se observa un grupo de casos agudos de EC, que tienen manifestaciones clínicas cuya presentación es menos frecuente en la EC por transmisión vectorial. Se ha considerado que la ingestión accidental de insectos es una posibilidad de transmisión oral que puede ocurrir cuando un triatomino se macera dentro de alimentos o bebidas durante su procesamiento. La posibilidad de infección por ingestión del insecto depende de la carga de parásitos triatominos, que puede variar entre especies y, la ingestión previa de harina de sangre (N. de T.: usada en alimento para animales) infecciosa. Aunque es difícil reunir pruebas para confirmar una infección oral adquirida después de ingerir un insecto triatomino infectado, es una ruta plausible de infección por ingestión oral de T. cruzi en seres humanos.

Existen otras formas de ingestión discutidas en la literatura. Se ha considerado que las madres con infección aguda que están amamantando podrían potencialmente transmitir el parásito por vía oral, a partir de la leche materna. Se han hallado tripomastigotes en la leche materna de varias madres que se encontraban en fase aguda y crónica. Sin embargo, solo una ha resultado positiva mediante xenodiagnósticos, lo que sugiere que es poco probable que la infección se transmita por vía oral.

Algunos autores sugieren que la transmisión por leche materna es un mecanismo deficiente y que la leche materna podría potencialmente contaminarse en forma cruzada en madres que tienen pezones sangrantes y no por la leche misma. Aunque parece poco probable, en entornos experimentales se ha observado la transmisión exitosa de T. cruzi en ratones utilizando leche humana no pasteurizada. Sin embargo, no hay evidencia clínica que respalde la transmisión oral de forma natural a través de la leche materna y por otra parte, se deben realizar investigaciones para considerar esta fuente de transmisión oral.

Se ha mencionado la contaminación del agua como una fuente de infección por T. cruzi haciendo referencia a un brote en Brasil, donde se sugirió que la fuente de infección eran los refrescos y/o el agua almacenados de manera inadecuada. Los autores no confirmaron al agua como fuente de infección y, por lo tanto, la sugerencia ha sido descartada, también sobre la base de estudios experimentales en los que el parásito no muestra supervivencia en el agua. Ante la falta de pruebas apoyando al agua como fuente de infección, es probable que no sea un buen mecanismo de transmisión, y los estudios epidemiológicos probablemente no deberían considerarla como una fuente de infección.

Triatominos peridomésticos asociados a la transmisión oral de T. cruzi

La exposición humana a vectores triatominos peridomésticos ha ido aumentando en ciertas regiones de Colombia y otras zonas de América Latina y Estados Unidos.

La invasión de insectos adultos se ha asociado con casos confirmados o sospechados de EC oral. En Colombia, como vectores triatominos implicados en la aparición de brotes orales se han identificado P. geniculatus y R. pallescens. Durante el clima cálido, ambas especies tienden a invadir las viviendas humanas. Por otra parte, hallazgos recientes han revelado que ambas especies soportan cargas elevadas de T. cruzi en sus intestinos posteriores. Estas características biológicas simultáneas podrían dilucidar la importancia de estas especies para facilitar la transmisión oral en Colombia.

Los triatominos peridomésticos no suelen adaptarse bien a las viviendas humanas, pero durante los períodos de dispersión de los individuos adultos, los insectos emprenden el vuelo en busca de pareja y/o ingesta de sangre, lo que, en última instancia, puede llevarlos a sentirse atraídos por una habitación humana vecina. Con los cambios antropogénicos y el desarrollo de la tierra para los seres humanos y la agricultura, ahora se vive y trabaja más cerca de estos entornos naturales donde residen los triatominos selváticos. Esto permite un mayor contacto cercano con estos triatominos que normalmente no se exponen a los seres humanos o sus mascotas.

Factores ecológicos y ambientales asociados a la invasión de triatominos en Colombia incluyen las estructuras de las viviendas, dentro o en el perímetro del ambiente salvaje natural, el ganado domesticado cerca del hogar (cerdos, gallinas, ganado vacuno, caballos, cabras y mamíferos sinantrópicos, la iluminación exterior con tubos fluorescentes, piedras apiladas, animales de compañía como perros o gatos que viven dentro o fuera de la vivienda, falta de mosquiteros en ventanas y puertas, casas construidas sobre pilotes y pisos de madera, escombros recolectados cerca de la casa que sirven como hábitat para pequeños roedores y mesomamíferos como las zarigüeyas y áreas de estar al aire libre donde se prepara comida y bebida para su consumo.

También se ha demostrado que otras especies como T. dimidiata, T. venosa y P. rufotuberculatus invaden viviendas humanas en regiones de Colombia donde la transmisión vectorial es limitada, pero cada vez más se reconoce que los casos de transmisión oral han ido en aumento. Las estrategias de control de vectores triatominos peridomésticos es un desafío porque los insectos voladores en el hogar pueden eludir los métodos tradicionales de fumigación con insecticidas residuales. La invasión peridoméstica de P. geniculatus pudo ocurrir en una casa urbana en Liborina, Antioquia, Colombia, donde un habitante de la casa descubrió insectos adultos en el interior del segundo piso y alertó al equipo de investigación que estaba trabajando.

La investigación posterior detectó ventanas sin mosquiteros, cerdos domesticados adyacentes a la estructura y algunos escombros donde se podían encontrar pequeños excrementos de roedores debajo del hueco de la escalera. Este escenario puede atraer más a los insectos hacia una vivienda humana sumado a la capacidad de P. geniculatus para invadir un hogar, pero se necesita más investigación para comprender mejor la incidencia de EC oral entre aquellos con invasión peridoméstica de vectores triatominos en Colombia.

Zarigüeyas y secreciones infectadas por T. cruzi de las glándulas odoríferas

La importancia de las especies de Didelphis como indicador de alteración ambiental y su papel como reservorio primario de T. cruzi en ecosistemas impactados por el hombre ha sido descrito en Colombia y otras regiones de América Latina continental. Didelphis marsupialis es un mesomamífero sinantrópico que desempeña un papel dual importante, tanto en el bosque selvático como en los ciclos de transmisión peridoméstica de T. cruzi. También se postula la transmisión doméstica, y se ha hallado D. marsupialis infectado con T. cruzi cerca de zonas metropolitanas pobladas. Muchos estudios han demostrado que las especies de Didelphis albergan T. cruzi y tripomastigotes infecciosos.

En Colombia se ha detectado T. cruzi DTU TcI en el líquido de la glándula anal de las zarigüeyas atrapadas en regiones donde se han descrito enfermedades transmitidas por vectores activos y brotes orales, sobre todo en las llanuras orientales y regiones caribeñas.

El empleo de herramientas moleculares como la secuenciación de próxima generación (NGS, por sus siglas en inglés) de aislados de T. cruzi recolectados de seres humanos y D. marsupialis en Colombia han demostrado similitudes genéticas que apuntan hacia las secreciones de las glándulas anales como fuente de infección humana. Una investigación descrita recientemente sobre un presunto brote oral de EC en Cubara, Boyacá, Colombia, halló un posible vínculo epidemiológico entre los seres humanos y D. marsupialis.

Los 5 casos índice en seres humanos tenían T. cruzi DTU TcI detectado en la sangre, y posteriormente, lo mismo se halló entre los 5 D. marsupialis capturados cerca de la vivienda humana. Solo se halló un triatomino (P. geniculatus) y fue negativo para T. cruzi. La importancia epidemiológica de las especies de Didelphis como una posible fuente zoonótica de transmisión oral a través de secreciones de las glándulas anales necesita una investigación rigurosa. Sin embargo, la evidencia sugiere que probablemente esta sea otra fuente potencial de contaminación y transmisión oral de T. cruzi a huéspedes susceptibles, como los seres humanos y las mascotas.

Conclusiones

En Colombia y probablemente en otras regiones endémicas de América Latina se conocen varias vías de transmisión oral que pueden llevar a la ingestión de T. cruzi. En regiones como Colombia se necesita más conciencia para ayudar a mitigar esta forma de transmisión, particularmente en áreas donde las especies de triatominos están invadiendo nuevos territorios donde culturalmente se consumen bebidas no pasteurizadas.

Las autoridades sanitarias como la Organización Panamericana de la Salud deberían priorizar la vigilancia de salud pública en estas áreas debido a la elevada tasa de enfermedades graves asociadas con esta vía de infección.

La enfermedad de Chagas oral típicamente se manifiesta con síntomas sistémicos agudos que conducen a una enfermedad grave y posiblemente la muerte.

Esto se debe en gran medida a la posibilidad de que se produzcan importantes cargas de parásitos durante la ingestión, a diferencia de otras vías conocidas, como las transmitidas por vectores. Se necesita más investigación para explicar la patogénesis de la enfermedad de Chagas oral y porqué las manifestaciones clínicas son más marcadas y conllevan una mayor mortalidad.

Se ha demostrado que en Colombia, los cambios antropogénicos ambientales, la mayor exposición a triatominos peridomésticos infectados, la ingestión de alimentos y bebidas contaminados con T. cruzi, y las prácticas culturales como el consumo de carne silvestre o sangre cruda de armadillo han causado enfermedad de Chagas oral.

Las investigaciones en curso muestran que las secreciones de las glándulas anales de la zarigüeya (Didelphis marsupialis) pueden albergar tripomastigotes metacíclicos infecciosos. Esto podría conducir potencialmente a la transmisión zoonótica de T. cruzi a los seres humanos y otros huéspedes susceptibles, a través de la contaminación del ambiente con secreciones olorosos conteniendo parásitos infecciosos. Se requieren más investigaciones para comprender mejor el ciclo vital de T. cuzi, el impacto de las DTU parasitarias no destruidas, los alimentos/bebidas populares alternativos, y, cómo la contaminación de los alimentos, bebidas y medio ambiente contaminados por del parásito pueden conducir a la enfermedad de Chagas oral en Colombia.


Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti