El ejercicio podría reducir las probabilidades de las personas con depresión de contraer una enfermedad cardiaca, sugiere un nuevo estudio.
Las personas deprimidas que no eran físicamente activas tenían la aorta (la gran arteria que lleva sangre desde el corazón) más rígida e inflamada, dos señales de enfermedad cardiaca. Pero en las personas deprimidas que hacían ejercicio, la rigidez y la inflamación de las aortas fue menos común, hallaron los autores del estudio.
"Se ha mostrado que la depresión y la inactividad física se asocian con un mayor riesgo de eventos cardiovasculares", dijo el Dr. Gregg Fonarow, profesor de cardiología de la Universidad de California, en Los Ángeles, que revisó los hallazgos del estudio.
"Aunque se hallaron asociaciones [en el estudio] entre la depresión y la función arterial, que mejoró en las personas que hicieron ejercicio regular, se necesitan estudios adicionales antes de que podamos concluir que el ejercicio reduce el riesgo cardiaco en las personas con depresión", comentó.
El nuevo estudio, publicado en la edición en línea del 11 de enero de la revista Journal of the American College of Cardiology, no se diseñó para probar una relación causal.
La depresión se ha vinculado antes con un riesgo más alto de enfermedad cardiaca y otros problemas físicos. Además, la depresión se ha relacionado con unos peores resultados en las personas con enfermedad cardiaca y otras afecciones, señalaron los autores del estudio.
Hasta el 20 por ciento de las personas hospitalizadas con un ataque cardiaco están deprimidas, apuntaron los investigadores. Y los pacientes con una enfermedad cardiaca tienen el triple de riesgo de contraer depresión que la población general, según los autores del estudio.
Para el nuevo estudio, un equipo dirigido por el Dr. Arshed Quyyumi, codirector del Instituto Clínico de Investigación Cardiovascular Emory de la Universidad de Emory, en Atlanta, reclutó a casi mil personas. La media de edad de los voluntarios del estudio fue de 49 años. Alrededor de un tercio de los participantes eran hombres, y un 39 por ciento eran negros.
Todos los voluntarios del estudio estaban libres de enfermedad cardiaca al inicio del ensayo. Tampoco habían sido diagnosticados con una afección de salud mental.
Los participantes del estudio completaron cuestionarios sobre la depresión y la actividad física. Los investigadores también revisaron varios indicadores tempranos de enfermedad cardiaca.
Según Quyyumi, los hallazgos del estudio resaltan el vínculo entre la depresión y el riesgo de enfermedad cardiaca.
"Esta investigación también demuestra los efectos positivos del ejercicio para todos los pacientes, incluso los que tienen síntomas depresivos", enfatizó Quyyumi en un comunicado de prensa de la revista.
Pero no se sabe si el ejercicio reduciría la depresión y el riesgo de malos resultados en las personas con una enfermedad cardiaca, dijo Quyyumi.
Samantha Heller, fisióloga del ejercicio del Centro Médico de la Universidad de Nueva York, en la ciudad de Nueva York, dijo que "el cuerpo humano es un gran laboratorio químico que no solo rige nuestra salud, sino también nuestros estados mentales y emocionales".
La enfermedad cardiaca podría ser resultado del estilo de vida, el ambiente, la genética y la edad, apuntó. Y todas esas cosas pueden tener un impacto en nuestro bienestar psicológico, añadió Heller.
Los efectos de la enfermedad cardiaca sobre nuestro bienestar psicológico podrían tener varios puntos de origen, explicó. Por ejemplo, un aumento en la inflamación y un flujo sanguíneo limitado podrían tener efectos bioquímicos y biomecánicos indirectos o directos sobre el cerebro.
"El cuerpo humano está diseñado para moverse, tanto física como biomecánicamente", aseguró.
"Cuando hacemos ejercicio, esos sistemas se activan más para adaptarse a los desafíos presentados, por ejemplo al aumentar la resistencia, fortalecer los músculos y los huesos, mejorar el estado de ánimo y reducir la ansiedad", expuso Heller.
Añadió que el ejercicio también ayuda a mantener la salud arterial y fortalece al músculo cardiaco.
"Y en el cerebro, el ejercicio aumenta la actividad de las neuronas y la función vascular, y produce compuestos que fomentan la salud cerebral. Todas esas cosas pueden tener efectos importantes sobre el estado de ánimo, la memoria y la emoción", aseguró Heller.
FUENTES: Gregg Fonarow, M.D., professor, cardiology, University of California, Los Angeles; Samantha Heller, M.S., R.D., senior clinical nutritionist, exercise physiologist, New York University Medical Center, New York City; Jan. 11, 2016, Journal of the American College of Cardiology