No es probable que un plan de alimentación que incluya grasas saludables, como el aceite de oliva y los frutos secos, provoque un aumento de peso, encuentra un estudio reciente.
Esa es una buena noticia para los que prefieren probar una dieta mediterránea, que incluye grasas saludables, en lugar de una dieta que sea baja en grasas. Y los autores del estudio sugieren que las directrices de salud actuales podrían estar creando un miedo innecesario a esas grasas saludables.
"Más de 40 años de políticas nutricionales han defendido una dieta baja en grasa, pero vemos poco impacto sobre los crecientes niveles de obesidad", señaló el autor líder del estudio, el Dr. Ramón Estruch, de la Universidad de Barcelona, en España.
"Nuestro estudio muestra que una dieta mediterránea rica en grasas vegetales como el aceite de oliva y los frutos secos tiene poco efecto sobe el peso corporal o la circunferencia de la cintura, en comparación con las personas en una dieta baja en grasa. La dieta mediterránea tiene beneficios de salud bien conocidos, e incluye grasas saludables, como los aceites vegetales, el pescado y los frutos secos", explicó Estruch en un comunicado de prensa de la revista.
Pero también señaló que no todas las grasas son iguales. "Sin duda nuestros hallazgos no implican que unas dietas no restringidas con unos niveles altos de grasas malsanas, como la mantequilla, la carne procesada, bebidas endulzadas, postres o comida rápida sean beneficiosas", añadió Estruch.
El estudio incluyó a más de 7,400 mujeres y hombres en España, de 55 a 80 años de edad. Los participantes del estudio comían uno de tres planes de alimentación: una dieta mediterránea sin restricciones calóricas y rica en aceite de oliva; una dieta mediterránea sin restricciones calóricas y rica en frutos secos; o una dieta baja en grasa que buscaba evitar todas las grasas de la dieta.
Todos los participantes tenían diabetes tipo 2 o un riesgo cardiaco alto. Más del 90 por ciento tenían sobrepeso o eran obesos, anotaron los autores del estudio.
Tras cinco años, la ingesta total de grasa se redujo del 40 al 37 por ciento en el grupo de la dieta baja en grasa, y aumentó en ambos grupos de la dieta mediterránea, de alrededor de un 40 a un 42 por ciento. El porcentaje de proteínas y carbohidratos se redujo en ambos grupos de la dieta mediterránea, según los hallazgos.
Las personas de los tres grupos perdieron algo de peso: un promedio de casi 2 libras (0.88 kilos) por persona en el grupo de aceite de oliva, 1.3 libras (0.60 kilos) en el grupo de la dieta baja en grasa, y 0.8 libras (0.40 kilos) en el grupo de los frutos secos, dijeron los investigadores.
La circunferencia de la cintura aumentó ligeramente en los tres grupos, pero menos en los que siguieron las dietas de grasas saludables. El grupo bajo en grasas tuvo un aumento de más o menos media pulgada (1.2 centímetros) por persona. El grupo del aceite de oliva tuvo un aumento de más o menos un tercio de pulgada (0.85 cm), y el grupo de frutos secos tuvo un aumento en la circunferencia de la cintura de apenas 0.14 pulgadas (0.37 cm), reportaron los autores del estudio.
El informe aparece en la edición del 6 de junio de la revista The Lancet Diabetes & Endocrinology.
"El contenido de grasa de los alimentos y las dietas simplemente no es una medida útil para juzgar los daños o beneficios a largo plazo", escribió en un editorial que acompañó al estudio Dariush Mozaffarian, profesor de la Facultad de Ciencias y Políticas de la Nutrición de la Universidad de Tufts, en Boston.
"La densidad energética y los contenidos totales de calorías pueden ser igual de engañosos. En lugar de ello, las evidencias científicas modernas respaldan un énfasis en consumir más calorías de las frutas, los frutos secos, las verduras, las habichuelas, el pescado, el yogurt, los aceites vegetales ricos en fenoles, y granos integrales mínimamente procesados; y menos calorías de alimentos altamente procesados ricos en almidón, azúcar, sal o grasa trans", explicó Mozaffarian.
"Las directrices dietéticas se deben revisar para descartar los límites desfasados y arbitrarios sobre el consumo total de grasas. Se deben eliminar las salvedades y advertencias obsesionadas con las calorías sobre unas opciones más saludables y más ricas en grasas, como los frutos secos, los aceites vegetales ricos en fenoles, el yogurt y quizá incluso el queso", escribió Mozaffarian.
FUENTE: The Lancet Diabetes & Endocrinology