La gestión intensiva de la diabetes tipo 2 puede plantear una diferencia en qué tanto tiempo y qué tan bien se vive, aunque no se comience hasta la mediana edad, informan unos investigadores.
Se eligió al azar a unas personas que ya tenían un riesgo alto de complicaciones por la diabetes tipo 2 para seguir con su tratamiento normal o para asignarlas a un grupo de tratamiento agresivo en múltiples frentes.
Dos décadas tras el inicio del estudio, los investigadores encontraron que las personas en el grupo de tratamiento agresivo vivieron casi ocho años más.
No solo eso, sino que vivieron mejor: el riesgo de enfermedad cardiaca, enfermedad renal y ceguera se redujo. La única complicación en la que no parecieron mejorar fue en el daño en los nervios provocado por la diabetes.
"Una intervención temprana e intensificada de la diabetes tipo 2 en los pacientes con albuminuria, con medidas farmacológicas (de medicamentos) dirigida a objetivos y medidas conductuales, alargó la duración de la vida. Y esa duración adicional de la vida es libre de unas complicaciones graves y temibles", afirmó el autor principal del estudio, el Dr. Oluf Pedersen, especialista en medicina interna y endocrinología del Centro de Investigación Metabólica Básica de la Novo Nordisk Foundation en la Universidad de Copenhague, en Dinamarca.
La microalbuminuria es la presencia de pequeñas cantidades de proteína en la orina. Es una señal de que los riñones no funcionan de forma adecuada, y el primer signo de daño renal diabético, según la Asociación Americana de la Diabetes (American Diabetes Association).
Alguien con microalbuminuria está en riesgo de desarrollar otras complicaciones de la diabetes, porque es un marcador de daño generalizado en los vasos sanguíneos, explicó Pedersen.
El nuevo estudio incluyó a 160 daneses con diabetes tipo 2 y microalbuminuria. Su edad promedio era de unos 55 años cuando el estudio comenzó en 1993. Todos tenían sobrepeso, casi obesidad, según el estudio.
Pedersen dijo que la meta del tratamiento intensivo era abordar todos los factores de riesgo modificables conocidos de complicaciones o muerte precoz. Esos factores incluyen el azúcar en la sangre, la presión arterial, el colesterol y los triglicéridos, y el riesgo de coágulos sanguíneos.
Cuando era adecuado, se recetaron fármacos como estatinas para reducir el colesterol o antihipertensivos.
La modificación conductual también fue una parte importante del tratamiento intensivo. Se instruyó a los voluntarios del estudio sobre cómo hacer cambios saludables en la dieta y en el ejercicio, y se les dio ayuda para dejar de fumar.
Fueron tratados en el Centro Steno de Diabetes en Copenhague durante casi ocho años. "Se les educó y motivó de forma constante", dijo Pedersen.
Toda esa motivación dio resultado.
La presión arterial de los participantes bajó. El colesterol bueno subió, mientras que el colesterol malo y los triglicéridos bajaron. Los niveles de azúcar en la sangre también se redujeron, algo que no resultó sorprendente.
Tras poco más de dos décadas, 38 personas habían muerto en el grupo de tratamiento intensivo, frente a 55 en el grupo de terapia convencional.
Además de una supervivencia más larga, el grupo intensivo tuvo un retraso promedio de ocho años en el inicio de la enfermedad cardiaca o el accidente cerebrovascular, señaló Pedersen.
Los beneficios fueron tan claros tras el final oficial del tratamiento intensivo que se ofreció a ambos grupos un tratamiento intensivo continuado si lo deseaban, comentó Pedersen.
El Dr. Joel Zonszein es director del Centro Clínico de Diabetes del Centro Médico Montefiore de la ciudad de Nueva York. "Esos resultados son impresionantes, y el mensaje es importante. Los médicos no están siendo suficientemente agresivos, y no están tratando con objetivos al principio", lamentó.
"Si se observan todos los factores que (los investigadores daneses) trataron, alrededor del 80 por ciento de la población de EE. UU. no se trata de forma correcta, según las encuestas nacionales", enfatizó Zonszein, que no participó en el estudio.
Zonszein añadió que otro investigador realizó un subanálisis de estos datos para ver qué factores marcaban la mayor diferencia. "La mayor diferencia la planteó administrar estatinas", anotó.
Y esa es una buena noticia, dado que las estatinas están disponibles en forma genérica, haciendo que la mayoría de las personas puedan costearlas, dijo.
Pero no está claro si los resultados del estudio serían tan impresionantes si se realizara con una población estadounidense, comentó Zonszein.
"Sin duda habría una mejora con el tratamiento intensivo, pero la población es muy diversa aquí, y conduciría a resultados distintos", señaló.
El estudio aparece en una edición reciente de la revista Diabetologia.
FUENTES: Oluf Pedersen, M.D., specialist, internal medicine and endocrinology, Novo Nordisk Foundation Center for Basic Metabolic Research, University of Copenhagen, Denmark; Joel Zonszein, M.D., director, Clinical Diabetes Center, Montefiore Medical Center, New York City; Sept. 1, 2016, Diabetologia