Cada vez hay más estadounidenses que adoptan el yoga en los años recientes, y la tasa de lesiones relacionadas con el yoga también ha aumentado, encuentra un nuevo estudio.
Entre 2001 y 2014, casi 30,000 estadounidenses visitaron el departamento de emergencias por torceduras, fracturas u otras lesiones relacionadas con el yoga, según el informe.
Es una cifra baja si se compara con la cantidad de personas que practican yoga, apuntaron los investigadores, y las probabilidades de una lesión grave son pocas.
Pero el estudio encontró que la tasa de lesiones tratadas en emergencias aumentó con el tiempo: de más o menos 9.5 por cada 100,000 participantes en yoga en 2001 a 17 por cada 100,000 en 2014.
Además, las cifras solo reflejan las lesiones suficientemente graves como para ameritar un viaje al departamento de emergencias. No hay forma de contar todas las lesiones relacionadas con el yoga, que se gestionarían con una mayor frecuencia en los consultorios de los médicos o no se tratarían, según Thomas Swain, uno de los autores del estudio.
Pero nadie está intentando asustar a la gente para que no haga yoga.
"En general, el yoga parece ser relativamente seguro", dijo Swain, asistente de investigación en el Centro de Ciencias de las Lesiones de la Universidad de Alabama en Birmingham (UAB).
Además, hay beneficios potenciales, apuntó. Los estudios han vinculado el yoga con beneficios para la salud, desde una presión arterial, un colesterol y una frecuencia cardiaca más bajos hasta mejoras en la depresión, la ansiedad y los problemas de sueño.
El colaborador de Swain en el estudio, Gerald McGwin, practica yoga.
McGwin, director del Centro de Ciencias de las Lesiones de la UAB, dijo que comenzó a hacer yoga porque se lo aconsejó un médico, para ayudar con una lesión provocada al correr.
Lo que descubrió fue que su clase de yoga "caliente" era intensa y difícil.
Y según McGwin, eso sirve como ejemplo para las personas que buscan una clase de yoga adecuada: hay distintos estilos de yoga, y es importante saber si está yendo a una clase intensa llena de posturas avanzadas, o a una clase más suave y a un ritmo más lento.
Tener la mentalidad adecuada también es clave, según McGwin.
A medida que el yoga se populariza, algunas personas podrían abordarlo con la misma actitud "competitiva" que tienen en los deportes u otros tipos de ejercicio.
"Puede haber una mentalidad en que si uno ve que alguien aguanta 60 segundos parado de cabeza, quiere aguantar 61", advirtió McGwin.
Según otras investigaciones, la popularidad del yoga está en aumento en Estados Unidos. En 2007, más o menos un 5 por ciento de los adultos de EE. UU. tomaban clases de yoga; apenas cinco años más tarde, esa cifra casi se había duplicado, a un 9.5 por ciento.
Pero esas cifras no explican de forma independiente el aumento en las lesiones tratadas en emergencias, anotó McGwin. Lo que aumentó en el estudio actual fue la tasa de lesiones por cada 100,000 practicantes de yoga.
Pero Swain dijo que es posible que un mayor número de personas que hagan yoga conlleve que haya más personas "sin experiencia" que van a clases que quizá no sean adecuadas para sus habilidades.
También podría haber otras explicaciones, dijeron los investigadores, por ejemplo las clases demasiado grandes y los instructores sin un entrenamiento adecuado.
Pero este estudio no puede responder al "por qué", comentaron.
Los hallazgos, publicados en una edición reciente en línea de la revista Orthopaedic Journal of Sports Medicine, se basan en cifras del Sistema Electrónico Nacional de Vigilancia de Lesiones. La base de datos federal reúne información de una muestra de 100 hospitales de EE. UU.
Los investigadores encontraron que las torceduras en las articulaciones y las distensiones en los músculos conformaban un 45 por ciento de las lesiones, mientras que las fracturas conformaban casi un 5 por ciento. Pero en muchos casos no se registró el diagnóstico específico.
Los adultos mayores de 65 años tenían la tasa de lesiones más alta, mostraron los hallazgos. En 2014, sufrieron 58 lesiones por cada 100,000 practicantes de yoga, más del triple de la tasa de 17 por cada 100,000.
Y una vez más, el motivo no está claro. Pero Swain señaló que probablemente se deba, al menos en parte, a que los adultos mayores son más vulnerables a las lesiones.
Como en el caso de McGwin, algunas personas prueban el yoga por el consejo de un médico. Sin embargo, Swain apuntó que no siempre está claro que los médicos están del todo informados sobre el yoga, incluyendo el hecho de que el contenido de las clases varía mucho.
"Es importante que los médicos hagan las sugerencias adecuadas", planteó Swain.
Un cirujano ortopédico que no participó en el estudio dijo que ve de forma rutinaria a pacientes con dolor relacionado con actividades enfocadas en la flexibilidad, como el yoga.
El Dr. Joshua Harris, que trabaja en el Hospital Metodista de Houston, se enfoca en problemas de la cadera en adultos más jóvenes. El yoga conlleva muchas flexiones y rotaciones de cadera, lo que, según Harris, puede crear dolor en las personas que sufren, por lo general sin saberlo, un "pinzamiento" de cadera debido a la forma y estructura de los huesos que conforman la cavidad (acetábulo) de la cadera.
"Mi consejo es que la gente comience poco a poco, no se presione demasiado, y encuentre un buen instructor que enfatice una forma y una técnica adecuadas", enfatizó Harris.
Concurrió con McGwin en que la mentalidad también es importante. Si otras personas de la clase pueden contorsionarse como expertos, reconozca que ellos son los inusuales, dijo Harris.
La flexibilidad depende en gran medida de la biología subyacente, incluyendo los genes, según Harris. No es algo que pueda forzarse, añadió.
De acuerdo con McGwin y Swain, también se podría mejorar la seguridad si se fijaran estándares nacionales para los muchos programas de Estados Unidos que certifican a los instructores de yoga.
FUENTES: Thomas Swain, M.P.H., research assistant, Center for Injury Sciences, University of Alabama at Birmingham; Gerald McGwin, Ph.D., director, Center for Injury Sciences, University of Alabama at Birmingham; Joshua Harris, M.D., orthopedic surgeon, Houston Methodist Hospital, Houston; Nov. 16, 2016, Orthopaedic Journal of Sports Medicin