Mejora en la calidad de vida del paciente cardiovascular

Actividad sexual durante el año posterior a un infarto de miocardio

Si bien la mayoría de los pacientes jóvenes son sexualmente activos, no hay datos respecto de su vida sexual durante la recuperación de un evento cardiovascular

Autor/a: Tessler Lindau S, Abramsohn E, Krumholz H y colaboradores

Fuente: JAMA Cardiology 1(7):754-764, Oct 2016

Introducción

Un porcentaje bajo, pero significativo (20%), de los infartos agudos de miocardio (IAM) se producen en pacientes de entre 18 y 55 años, un tercio de los cuales son mujeres. Se conoce muy poco sobre la actividad o la función sexual posterior de este grupo específico de personas. En estudios previos de corta duración se encontró que la mayoría de los individuos retomaron la actividad sexual el año posterior de sufrir el IAM.

Otro hallazgo documentado fue que los pacientes valoran su actividad sexual y desean conocer el nivel de función que deberían esperar durante la convalecencia. Los médicos deberían aconsejar a los pacientes en ese sentido con información confiable basada en estudios clínicos, dado el escaso conocimiento actual sobre la recuperación de la actividad sexual, sobre todo, en los pacientes jóvenes.

Algunos estudios previos demostraron que hay diferencias de género; las mujeres tienen menos posibilidades de recibir información en comparación con los hombres.

Al respecto, este estudio presenta como hipótesis que las mujeres tendrían más posibilidades de retomar la actividad sexual de manera tardía y también de presentar problemas sexuales, respecto de los hombres. Además, examina los factores predictivos de pérdida de actividad sexual en el año posterior al IAM.


 Métodos

Se incorporaron pacientes de entre 18 y 55 años que padecieron un IAM; 2985 participantes fueron de Estados Unidos (67% mujeres) y 516, de España (340 mujeres). Todos tenían un aumento de los marcadores bioquímicos de daño cardíaco y evidencia de isquemia aguda. Se realizaron distintas mediciones al comenzar, al mes y al año. Se determinóel nivel de estrés con la Perceived Stress Scale (PSS), los síntomas depresivos con el 9-Item Patient Health Questionnaire (PHQ-9), y el nivel de riesgo coronario y la función física con el 12-item SHort-Form Health Survey Physical Composite Score (SF-12 PCS).

Se obtuvieron datos demográficos, psicosociales y sanitarios en cada uno de losmomentos de evaluación, además de la frecuencia y la función sexual. Se realizaron análisis descriptivos y bivariados para comparar las diferencias entre los géneros, el país y la actividad sexual.

Se clasificó la pérdida de la actividad sexual en 4 grupos: el grupo 1 estuvo compuesto por todos los pacientes sexualmente activos en los 12 meses antes del IAM, y entre un mes y un año después de éste; el grupo 2 estuvo compuesto por los pacientes sexualmente activos un año antes del IAM que retomaron la actividad al mes, pero que no informaron actividad al año posterior; el grupo 3 estuvo compuesto por los pacientes sexualmente activos que no retomaron la actividad después del mes posterior al IAM, pero sí al año, y el grupo 4 estuvo compuesto por los pacientes que no retomaron la actividad en ningún momento. Finalmente el grupo 2 se excluyó del análisis por la escasa cantidad de pacientes.


 Resultados

La edad, la soltería, los altos niveles de estrés y la diabetes fueron indicadores significativos de la probabilidad de no volver a retomar la actividad sexual al año de padecer un IAM.

El 60.3% de los hombres y el 49.5% de las mujeres se encontraban en pareja durante el estudio. Las mujeres tuvieron mayores tasas de estrés y depresión, y menores niveles de función física al año del IAM en comparación con los hombres.

En general, la mayoría de las mujeres y de los hombres (72.6% y 85.2% respectivamente, p < 0.001) fueron activos sexualmente al año de ocurrido el IAM; 40.4% de las mujeres y 54.9% de los hombres fueron sexualmente activos durante todo el estudio. De los pacientes sexualmente activos al comienzo del estudio los hombres tuvieron mayor probabilidad de retomar la actividad sexual al mes que las mujeres (63.9% contra 54.5%; p < 0.001), aunque los pacientes estadounidenses tuvieron una tasa de actividad sexual menor que la de los españoles (75% contra 86%; p < 0.001).

Tanto las pacientes españolas como las estadounidenses tuvieron menos probabilidad de recibir consejo médico respecto de la continuación de su actividad sexual en cualquier momento posterior al IAM (26.7% contra 41.2%; p <0.001). Además, al año, 27.3% de las pacientes consideraron que el sexo “no es para nada importante” contra 7.5% de los hombres (p < 0.001). Los pacientes españoles fueron más abiertos en el momento de hablar de este tema con su médico (29.9% contra 22.1% de los estadounidenses; p <0.001).

En cuanto a las recomendaciones médicas, las más frecuentes al mes del IAM fueron limitar la actividad sexual, controlar la frecuencia cardíaca y asumir un rol pasivo. La menos frecuente durante este período fue la de retomar la actividad sexual normalmente.

De las personas con menor actividad sexual antes y después del IAM, las mujeres fueron el grupo con menor probabilidad de retomarla normalmente (40.3% contra 54.8% en los hombres; p < 0.01). Además, en el grupo de los participantes sexualmente activos, 59.4% de las mujeres y 45.7% de los hombres señalaron al menos un problema sexual durante el año posterior al IAM.

Las mujeres padecieron falta de interés, problemas en la lubricación y disnea durante el coito (39.5%, 22.3% y 19.5%, en ese orden), mientras que los hombres reportaron disfunción eréctil, falta de interés y ansiedad respecto de su rendimiento (21.7%, 18.8% y 5.7%, respectivamente).

En el análisis de regresión logística multinomial no ajustada de la actividad sexual durante el año posterior al IAM se encontró que las mujeres tuvieron un retraso en comparación con los hombres; este retraso continuó, incluso, al ajustar las variables psicosociales, demográficas, sanitarias y sexuales.

Se observó una diferencia significativa entre los sexos al comparar los individuos en pareja con los solteros (p = 0.003): las mujeres que se encontraban en pareja retomaban la actividad sexual más tarde que los hombres en pareja, aunque no hubo diferencias para los individuos solteros de cualquier sexo.

La edad fue una variable importante para los pacientes estadounidenses en el momento de retomar la actividad sexual, no así para los españoles. En general, los pacientes que no consultaron a un médico durante el primer mes después del IAM tuvieron más posibilidades de retomarla tardíamente.

De las personas sexualmente activas un año antes del IAM, las mujeres tuvieron más probabilidad de no volver a tener sexo que los hombres (IC 95%: 0.98 a 2.69), aunque este dato no fue significativo al controlar las características sexuales, sanitarias, psicosociales y demográficas. Sin embargo, la edad, la soltería, los altos niveles de estrés y la diabetes fueron indicadores significativos de la probabilidad de no volver a retomar la actividad sexual al año de padecer un IAM.


► Discusión

Los resultados de este estudio demuestran que la mayoría de los pacientes se encontraban en pareja y sexualmente activos el año antes y el año después del IAM. La mayoría de las mujeres y menos de la mitad de los hombres padecieron trastornos en la función sexual el año posterior al IAM, aunque pocos participantes manifestaron haber conversado sobre ello con su médico.

En el mes posterior al IAM, 9.5% de las mujeres y 6.3% de los hombres se separaron de su pareja, y una proporción similar permaneció soltera al año. Estudios previos demostraron que estar en pareja es de suma importancia para la recuperación y la protección de las enfermedades en general, y que un nivel bajo de soporte social se asocia con peores resultados en la recuperación de un IAM. Los proveedores de cuidados cardiovasculares deberían tener en cuenta que la recuperación de un paciente puede verse afectada al terminar una relación sentimental y podría requerir una ayuda psicológica adicional.

Se observó un descenso significativo de la actividad sexual durante el mes posterior al IAM en comparación con las condiciones iniciales, aunque hubo una recuperación significativa entre el mes y el año posterior para ambos sexos. Aproximadamente una de cada 15 mujeres y uno de cada 20 hombres no vuelven a retomar la actividad sexual pasado el año.

Los estudios previos señalan una situación similar en el 11% de las mujeres y el 13% de los hombres. Si se combinan estos datos con los reunidos en este estudio, un 90% de los pacientes retoman la actividad sexual al año de padecer un IAM y la mayoría lo hace el mes posterior tanto en España como en Estados Unidos.

Los pacientes solteros retomaron la actividad sexual de manera tardía en comparación con los que se encontraban en pareja, aunque dentro de este grupo las mujeres lo hicieron después que los hombres.

Una alta proporción de mujeres y de hombres tuvieron al menos un problema sexual durante el año posterior al IAM; la tasa de pérdida total de función sexual es similar a la tasa de pérdida de función física.

El 40% de las mujeres y el 55% de los hombres no tuvieron problemas en su vida sexual después del IAM y un tercio de los pacientes que los tuvieron no informaron ninguno el año posterior. Esta información debería ser provista a los pacientes por parte de sus médicos; el consejo médico fue un indicador significativo de probabilidad de retomar la actividad sexual, aunque el estrés y la diabetes fueron indicadores negativos.

Este trabajo tuvo algunas limitaciones. La principal fue haberse basado en informes de los propios pacientes, lo que podría haber introducido sesgos. Hubo una proporción alta de personas en pareja y no se recolectaron datos de esas parejas. Sería necesaria una muestra de mayor tamaño para estratificar de acuerdo con la orientación sexual, el sexo del paciente, las comorbilidades específicas y la medicación.

En conclusión, los pacientes en general desean conocer el nivel de función sexual que deberían tener durante la recuperación de un IAM, datos que pueden ser útiles para la redacción de guías clínicas y recomendaciones. Es necesario tener en cuenta los factores de riesgo modificables y el consejo médico para mejorar la calidad de vida de los pacientes jóvenes que padecieron un IAM.

♦ SIIC- Sociedad Iberoamericana de Información Científica