Deborah A. Cohen, MD, MPH, Thomas A. Farley, MD, MPH
Resumen
El continuo crecimiento de la epidemia de la obesidad en un momento en que la obesidad se encuentra muy estigmatizada debería llevarnos a cuestionar la presunción de que, con la información y la motivación correctas, todas las personas pueden, a largo plazo, reducir la ingesta de alimentos. Un punto de vista alternativo es que el acto de comer es un comportamiento automático, más controlado por el entorno que por los propios individuos. Los comportamientos automáticos son actos que se llevan a cabo sin que las personas sean conscientes de ello, que se inician sin que exista una verdadera intención, que tienden a continuar sin control y que pueden hacerse fácilmente, sin ningún o con muy poco esfuerzo.
La noción de que el acto de comer es un comportamiento automático está sustentada por estudios que demuestran el impacto del entorno y de la presentación de los alimentos sobre la alimentación. El tamaño de las porciones, la visibilidad y el atractivo de los alimentos, así como la facilidad con que pueden obtenerse, son factores que influyen en gran medida sobre la cantidad de comida que se ingiere. Además, las personas no suelen ser conscientes de la cantidad de comida que ingirieron o de la influencia del entorno sobre sus hábitos alimenticios. La idea de que comer es un comportamiento automático, en oposición al presupuesto de que los seres humanos pueden controlar lo que ingieren, podría modificar en gran medida nuestra respuesta a la epidemia de la obesidad, ya que implicaría desplazar el énfasis de la educación nutricional hacia la modificación del entorno que rodea a la comida.