Por Mariana Israel
Algunos parpadean en exceso, como si tuvieran una basurita en el ojo. Otros rotan la cabeza, como para aliviar una contractura. Y una minoría grita aunque no sienta miedo, o larga una catarata de palabrotas sin motivo. Así son los tics: imprevisibles y sin sentido. Pueden ser gestos normales -como guiñar un ojo- pero fuera de contexto.
Se calcula que afectan al 1% de los niños: "Es habitual que aparezcan entre los 6 y 8 años, y suele haber algún antecedente familiar", explicó el doctor Claudio Waisburg, director médico del Departamento Infanto Juvenil del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.
Empeoran con la ansiedad, la fatiga y el estrés, pero esto no significa que sean "tics nerviosos", como se los conoce. "Los tics se deben a un trastorno en el desarrollo neurológico de los hábitos: hay un cortocircuito en los mecanismos de inhibición y por eso se escapan estos actos repetitivos", definió la doctora Beatriz Moyano, directora del Centro Interdisciplinario de Tourette, TOC y Trastornos Asociados.
Los motivos de fondo son, sobre todo, genéticos y perinatales: bajo peso al nacer, tabaquismo o estrés extremo de la madre durante el embarazo, intoxicaciones, falta de oxígeno en el momento del parto, entre otros.
La buena noticia es que en el 75% de los casos, los tics desaparecen en la adultez. Sin embargo, la consulta médica es clave.
Más allá del tic
Es importante que aquellos padres con un hijo que padece un tic hagan la consulta médica. En lo posible, a un neurólogo especialista en movimientos anormales o a un psiquiatra infantil. "La razón es descartar otras enfermedades. Dependiendo de la extensión del área del neurodesarrollo afectada, los chicos, además de tics, pueden tener trastornos del aprendizaje, déficit de atención, problemas de control de los impulsos, ansiedad y trastornos obsesivos compulsivos (TOC)", indicó la doctora Moyano, que es también jefa de la Unidad de TICS y Tourette del Instituto de Neurociencias de Favaloro y vicepresidenta de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad. Señaló que más de la mitad de los chicos con tics que trata, tiene, además, déficit atencional.
El tic puede desaparecer con la edad, pero los problemas asociados, no. Por esto, hay que consultar para saber con qué se lidia y cómo.
El tratamiento involucra a padres, maestros, neurólogos, psicopedagogos, psicólogos y psiquiatras. "Una terapia con buenos resultados es la técnica de reversión de hábitos -afirmó la doctora-. Consiste en enseñar a la persona a reconocer las sensaciones previas al tic. Y entrenarla para que, cuando siente que está por venir, haga un movimiento contrario. Por ejemplo, si el tic es llevar la cabeza hacia atrás, se le dice que lleve el mentón al pecho. Así se van extinguiendo las sensaciones molestas que dan origen al gesto".
"La medicación se aplica cuando los tics son severos o estigmatizantes", aclaró Moyano.
En casa, se aconseja a los padres "explicar a los chicos lo que tienen, para que ellos puedan contárselo a sus compañeros de clase".
Los más comunes
Existen tics de todo tipo. Simples -movimientos de pocos músculos, como parpadear- y complejos, como saltar, hacer gestos obscenos o lanzar frases ofensivas. Según la doctora Ana Rozenbaum, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, especialista en niños y adolescentes, los más comunes son los tics faciales, además de los de cabeza y cuello.
Tics faciales: guiñar el ojo, parpadear, fruncir la nariz o la frente, hacer muecas con los labios o silbidos.
Tics de la cabeza y cuello: saludar, rotarla, levantarla.
Tics de tronco y miembro: elevar hombros, brazos o manos, generalmente de un lado.
Tics respiratorios: resoplar, bostezar, carraspear.
Tics verbales: gritos, palabras, frases.
Mucho dolor y poco tratamiento
La doctora Moyano participó, junto al Licenciado Rafael Kichic, jefe de la Clínica de Ansiedad y Estrés de INECO, de una investigación en adultos con tics crónicos, que consistía en una encuesta online. Respondieron 742 argentinos de 18 a 70 años.
Sólo el 5% recibió tratamiento.
El 61% consultó por primera vez después de los 17 años.
El 41% recurrió primero a un psicólogo, el 19% a un neurólogo y el 16% a un psiquiatra.
El 73% no conocía los tratamientos conductuales, como la técnica de reversión de hábitos.
El 65% se negó a recibir medicación.
La misma encuesta midió cómo los tics repercuten en la vida privada. De los 120 adultos que contestaron:
El 88% sufre dolores.
El 85% siente que los tics interfieren con sus relaciones familiares y de pareja
El 70% se siente anormal, único o especial.
Prevenir las consecuencias emocionales de los tics es otro motivo para consultar a tiempo.
Tics o gestos repetitivos de famosos
Del ámbito político
Para la desgracia de sus asesores de imagen, famosos y políticos muchas veces fracasan en disimular sus tics. Uno de los casos es el de Ramón "Palito" Ortega, quien saca la lengua al hablar más de lo común. La diputada Elisa Carrió sonríe cuando cierra una frase y también mira hacia el costado mientras habla. Eugenio Zaffaroni, juez de la Corte Suprema de la Nación, cierra los ojos con fuerza, mientras que el ex ministro de Economía Alvaro Alsogaray guiñaba uno de ellos repetidamente.
Idolos teens
Zac Efron, protagonista de las películas de High School Musical en los Estados Unidos, se rasca compulsivamente los brazos hasta lastimarse. Y Robert Pattinson, galán de la saga Crepúsculo, tiene la manía de llevarse las manos a la cabeza constantemente.
Del pasado
Wolfgang Amadeus Mozart jugaba incesantemente con sus manos y golpeaba el piso con el pie. Por su parte, el escritor Samuel Johnson es un ejemplo de libro: emitía sonidos, como si rumiara o cacareara, movía los pies, giraba los dedos y torcía las manos.