En los adultos mayores a la mitad

Mantenerse en buena forma física podría reducir a la mitad el riesgo de insuficiencia cardiaca

Un estudio sugiere que las opciones de salud siguen haciendo una diferencia en la vejez.

Fuente: Medlineplus

Más buenas noticias para los que no dejan que envejecer evite que practiquen unos hábitos saludables: un estudio encuentra que los adultos mayores con la mejor forma física tienen la mitad de probabilidades que los demás de sufrir de insuficiencia cardiaca.

"Los adultos mayores pueden realizar cambios sencillos para reducir su riesgo de insuficiencia cardiaca, como no fumar, hacer una actividad física moderada y mantener un peso saludable", planteó la autora de estudio, Liana Del Gobbo, estudiante doctoral de la Facultad Friedman de Ciencias y Políticas de la Nutrición de la Universidad de Tufts, en Boston.

La insuficiencia cardiaca es muy común entre las personas mayores, apuntaron los investigadores.

"Una persona de 55 años de edad tiene una probabilidad de tres de contraer insuficiencia cardiaca en el transcurso de su vida", dijo Del Gobbo, y la afección es la principal causa de hospitalización en las personas cubiertas por Medicare, el programa de seguro médico para los adultos mayores de EE. UU.

"La insuficiencia cardiaca ocurre cuando el corazón no puede bombear lo suficiente para mantener el flujo sanguíneo y satisfacer las necesidades del cuerpo", explicó Del Gobbo. La insuficiencia cardiaca puede provocar la acumulación de fluido en los pies y en las piernas, llevando a una dolorosa inflamación. Los pacientes de la afección se cansan con facilidad, y pueden contraer otros problemas de salud.

En los peores casos, la insuficiencia cardiaca puede requerir un trasplante de corazón, y conducir a la muerte.

Los autores del estudio iniciaron su investigación para comprender mejor los factores de riesgo de la insuficiencia cardiaca, dijo Del Gobbo. Para hacerlo, siguieron a más de 4,400 personas a partir de los 65 años de edad durante hasta 22 años. Los participantes (un 61 por ciento mujeres, un 89 por ciento blancos y un 11 por ciento negros) se inscribieron en el estudio a finales de los 80 y principios de los 90.

Durante el periodo en que se siguió a los participantes, hubo 1,380 casos de insuficiencia cardiaca. Después de que los investigadores ajustaran sus estadísticas para que otros factores no las desestabilizaran, no encontraron ningún vínculo entre la dieta y las tasas de insuficiencia cardiaca.

Pero los que caminaban más rápido (más de tres millas [casi 5 KM] por hora, frente a menos de 2 millas [3.2 KM]) tenían un 26 por ciento menos de probabilidades de sufrir de insuficiencia cardiaca. Y los que cumplían con cuatro o más criterios de una buena salud tenían un 45 por ciento menos de probabilidades de sufrir de insuficiencia cardiaca.

Los criterios incluían varias medidas de aptitud física más la ingesta de alcohol. El ideal es "más de una copa por semana, pero no más de una o dos copas al día", según Del Gobbo.

¿Por qué pareció que la dieta no importaba? "La dieta es un factor muy importante en el desarrollo de la enfermedad de la arteria coronaria, la diabetes tipo 2 y otras enfermedades crónicas", señaló. "La insuficiencia cardiaca tiene algunas causas subyacentes muy distintas para su desarrollo que esas afecciones. Sí encontramos un mayor riesgo de insuficiencia cardiaca en las personas con una ingesta más alta de sodio [sal], lo que tiene sentido, porque una dieta rica en sodio aumenta el riesgo de una persona de hipertensión, un factor de riesgo clave de contraer insuficiencia cardiaca".

¿Qué deben las personas aprender de estos hallazgos?

"La actividad física en los adultos mayores no tiene que ser extenuante para lograr beneficios de salud", dijo Del Gobbo. "Observamos beneficios en los adultos que caminaban a paso moderado o vivo y quemaban calorías a través de la actividad de ocio, como el trabajo en casa o en el jardín, caminar, participar en actividades al aire libre u otras formas de actividad física, equivalentes a unos 30 minutos al día".

No está claro qué tan activos eran los participantes del estudio antes de los 65, así que no hay forma de saber cómo unos hábitos saludables en una etapa anterior de la vida los afectaban. Los investigadores tampoco saben si los hábitos más saludables (en una etapa anterior o posterior de la vida, o ambas cosas) reducían directamente las tasas de insuficiencia cardiaca, porque el estudio no se diseñó para hallar un vínculo causal.

El Dr. David Maron, director de cardiología preventiva de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford en Palo Alto, California, fue coautor de un editorial que acompañó al estudio.

Maron dijo que considera que el estudio ofrece indicaciones "firmes y plausibles" de que los hábitos saludables reducen el riesgo de insuficiencia cardiaca, aunque reconoce que no lo prueba.

"Un estilo de vida saludable podría no solo ayudarnos a llegar a la vejez, sino también ayudar a evitar la insuficiencia cardiaca en esa etapa de la vida", comentó.

El estudio aparece en la edición del 6 de julio de la revista JACC: Heart Failure, publicada por el Colegio Americano de Cardiología (American College of Cardiology).


FUENTES: Liana Del Gobbo, Ph.D., postdoctoral fellow, Friedman School of Nutrition Science and Policy, Tufts University, Boston; David Maron, M.D., clinical professor, medicine and director, preventive cardiology, Stanford University School of Medicine, Palo Alto, Calif.; July 6, 2015, JACC: Heart Failure