El estudio refleja que el sobrepeso y la obesidad afectan principalmente a los niños, niñas y adolescentes de los sectores más vulnerables, situación que implica graves consecuencias no sólo para su salud física y desarrollo psicosocial sino también para la salud pública de nuestro país.
Buenos Aires, 26 de abril de 2016
Los chicos de bajo nivel socioeconómico tienen un 31% más de posibilidades de tener sobrepeso que los chicos de alto nivel socioeconómico, según un estudio difundido hoy por la Fundación Interamericana del Corazón Argentina (FIC) y UNICEF. La investigación también señala que los adolescentes con sobrepeso tienen un 25% más de probabilidades de consumir tabaco.
El objetivo de la investigación, “Las Brechas Sociales en la Epidemia de la Obesidad en Niños, Niñas y Adolescentes de Argentina: Diagnóstico de Situación”, es evaluar la tendencia de sobrepeso y obesidad comparando la Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE) del año 2007 con la del 2012. Los resultados indican que la prevalencia de exceso de peso en jóvenes de entre 11 y 17 años aumentó de 17,9% a 27,8% y específicamente la de obesidad creció de 3,2% a 6,1%.
El estudio contiene un análisis de la base de datos completa de la EMSE 2012, que incluyó a 23.368 adolescentes del mismo rango etario, a fin de evaluar las brechas sociales del sobrepeso y obesidad. Los resultados son contundentes: por cada 10 adolescentes NSE alto con sobrepeso, hay 13 de NSE bajo.
“El principal aporte de la investigación es que corrobora que la obesidad y el sobrepeso en la Argentina son un problema con un mayor riesgo asociado a la pobreza, como también muestran estudios realizados en otros países, y desmitifica la idea de que la obesidad está asociada principalmente a los sectores de mayores ingresos”, afirmó Lorena Allemandi, directora del área de políticas de alimentación saludable de FIC Argentina.
“Además de traer aparejadas graves consecuencias para la salud física, el sobrepeso y la obesidad están asociados a problemas psicosociales e implican una barrera para el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes. Es por eso que la problemática se debe abordar a una edad temprana con políticas públicas diseñadas con una perspectiva integral con especial énfasis en la reducción de las brechas de inequidad social y la protección del derecho a la salud de los grupos más vulnerables”, agregó.
“Los diversos condicionantes que determinan la obesidad están asociados a la poca accesibilidad que tienen los sectores populares a los alimentos de calidad, con mayor contenido de fibras, menor densidad calórica y menor contenido de sal y azúcares refinados”, destacó Fernando Zingman, especialista en salud de UNICEF. La elección de los alimentos –explicó el especialista- depende en buena medida del presupuesto familiar que muchas veces, excluye los productos más sanos porque son los más caros. El otro condicionante clave que señaló Zingman es el “sedentarismo en aumento”, que afecta tanto a los chicos como a los adolescentes.
Entre las recomendaciones para prevenir la obesidad infanto-juvenil y garantizar el derecho a la salud de los niños, niñas y adolescentes se encuentra la promoción de políticas para mejorar el entorno escolar obesogénico; políticas económicas tendientes a reducir el consumo de alimentos altos en azúcares, grasas y sal e incentivar el consumo y facilitar el acceso a alimentos saludables, como frutas y verduras; y medidas para restringir la publicidad de alimentos no saludables dirigida a niños.
Todas estas políticas están incluidas en el “Plan de acción para la prevención de la obesidad en la niñez y adolescencia” que fue aprobado en octubre de 2014 en el marco de la 66ª sesión del Comité Regional de la Organización Mundial de la Salud para las Américas, así como también fueron destacadas en el reciente reporte de la Organización Mundial de la Salud publicado por la Comisión ECHO (Endining Childhood Obesity) en enero de 2016.