Los efectos traumáticos del abuso y la negligencia en la niñez pueden persistir durante décadas, frecuentemente con sustanciales consecuencias económicas, informan unos investigadores.
"Encontramos asociaciones entre la negligencia y el abuso infantiles con las circunstancias socioeconómicas de la adultez a los 50 años de edad", señaló la autora líder, Snehal Pinto Pereira.
El abuso físico, social o emocional en la niñez se vinculó en la mediana edad con un mayor riesgo de licencias del trabajo debido a una enfermedad a largo plazo, apuntó Pereira, asociada de investigación del Instituto de Salud Infantil del Colegio Universitario de Londres.
El maltrato en la niñez también redujo las probabilidades de ser propietario de una vivienda, dijo.
"Las asociaciones con la negligencia infantil se vincularon a unas habilidades flojas de lectura y matemáticas en la adolescencia, lo que a su vez podría impedir la capacidad de encontrar trabajo y avanzar en el mercado laboral", explicó.
La investigación es solo observacional y no establece una relación causal directa. Pero parece que los niños que sufrieron más de un tipo de abuso eran los más propensos a tener dificultades económicas.
"El mayor riesgo de un mal resultado socioeconómico en la adultez ocurrió entre los que experimentaron múltiples tipos de maltrato infantil", dijo Pereira.
Esos hallazgos son importantes porque "esa desventaja podría a su vez influir en la salud de los individuos afectados, y también en la de sus hijos", advirtió.
El estudio aparece en la edición en línea del 19 de diciembre de la revista Pediatrics.
La negligencia y el abuso infantiles son problemas importantes de salud pública en Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), una agencia federal.
En 2014, unos 700,000 niños estadounidenses sufrieron abuso y negligencia. Más de 1,500 murieron por su causa, según los CDC.
Los niños menores de tres años conforman más de una cuarta parte de las víctimas, señaló la agencia.
Un estudio estimó que uno de cada cuatro niños experimenta alguna forma de negligencia o abuso infantiles en algún momento de su vida, según los CDC.
En el nuevo estudio, Pereira y sus colaboradores recolectaron datos de más de 8,000 niños británicos nacidos en 1958. Hasta los 16 años, los investigadores buscaron evidencias de negligencia física y emocional, como puede ser el hecho de no dar afecto; de abuso sexual y físico; de abuso emocional, y de ser testigos de abuso de pareja.
Entonces examinaron las asociaciones de la negligencia y el abuso infantiles con el ausentismo laboral, el desempleo, la educación, los ingresos, las finanzas, el estatus social y la movilidad social.
Los investigadores encontraron que un 1 por ciento de los niños habían sido sexualmente abusados, un 10 por ciento habían sufrido abuso psicológico y un 16 por ciento habían experimentado negligencia.
En general, uno de cada cinco experimentó algún tipo de abuso, mientras que un 10 por ciento experimentaron dos o más formas, según el informe.
La prevención del abuso y la negligencia es el paso clave para detener esta espiral descendente, planteó el Dr. Jefry Biehler, presidente de pediatría del Hospital Pediátrico Nicklaus, en Miami. Aparte de eso, es esencial identificar y ayudar a los niños que sean víctimas de abusos y negligencia lo antes posible, dijo.
"Muchos de los que estamos en este campo trabajamos para, y pedimos que, no nos limitemos a proteger a los niños de los abusadores, sino que demos un paso más para cuidar al niño abusado más allá del sistema de las cortes", comentó Biehler.
Esos niños necesitan ayuda médica y psicológica, y respaldo de familias de acogida o de sus propios familiares, dijo.
También podrían necesitar una recuperación académica para compensar cualquier deficiencia mental o del desarrollo, añadió.
"Además, debemos hacer cualquier cosa que podamos para normalizar su vida y asegurar que se recuperen todo lo posible del trauma que experimentaron", comentó Biehler.
Muchos niños no reciben la atención necesaria, añadió Biehler. El acceso de la atención y su costo son dos barreras comunes, anotó.
"A veces puede tratarse de un mal reconocimiento de las familias o de otros de las necesidades a largo plazo del niño. Incluso los pediatras podrían no reconocer el impacto a largo plazo para estos niños", lamentó Biehler. Todos tienen una responsabilidad de intentar asegurarse de que esto no suceda, dijo.
"El trabajo que hacemos al principio tiene un gran significado, y el impacto que tenemos al ayudar a las personas a recuperarse de estos terribles eventos es importante", concluyó.
FUENTES: Snehal Pinto Pereira, Ph.D., research associate, University College London Institute of Child Health, U.K.; Jefry Biehler, M.D., chairman, pediatrics, Nicklaus Children's Hospital, Miami; Dec. 19, 2016, Pediatrics