¿Podrían las conmociones cerebrales acelerar el declive mental de las personas que ya están en riesgo de enfermedad de Alzheimer?
En un nuevo estudio, los investigadores examinaron a 160 veteranos de las guerras de Irak y Afganistán. Encontraron que las conmociones parecen acelerar el deterioro cerebral y el declive mental relacionados con el Alzheimer en las personas que tienen un riesgo genético de la enfermedad. Pero el estudio no probó que las conmociones hagan que el riesgo de Alzheimer aumente.
"Encontramos que sufrir una conmoción se asociaba con un grosor cortical más bajo en regiones del cerebro que son las primeras afectadas en la enfermedad de Alzheimer", dijo la autora para correspondencia del estudio, Jasmeet Hayes, profesora asistente de psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston.
"Nuestros resultados sugieren que en combinación con factores genéticos, las conmociones podrían asociarse con un deterioro acelerado del grosor cortical y de la memoria en áreas relevantes para la enfermedad de Alzheimer", dijo Hayes en un comunicado de prensa de la universidad.
Los investigadores dijeron que los veteranos del estudio eran relativamente jóvenes, con una edad promedio de 32 años.
"Estos hallazgos muestran promesa para la detección de la influencia de una conmoción en la neurodegeneración a una edad temprana, y por tanto es importante documentar la ocurrencia y los síntomas subsiguientes de una conmoción, aunque la persona reporte solo haber sufrido un 'golpe' y pueda recuperarse con bastante rapidez", señaló Hayes.
Los autores del estudio sugirieron que la investigación podría conducir a la identificación de mecanismos relacionados con la conmoción que aceleren las enfermedades cerebrales, como el Alzheimer, el Parkinson y la encefalopatía traumática crónica (ETC). La ETC ha sido tema noticioso recientemente como una enfermedad cerebral degenerativa que afecta a los deportistas, en particular a los jugadores profesionales de fútbol americano, con antecedentes de traumatismos repetidos en la cabeza.
"Algún día podrían desarrollarse tratamientos para dirigirse a esos mecanismos y retrasar el inicio de [la enfermedad] neurodegenerativa", concluyó Hayes, que también es psicóloga investigadora en el Centro Nacional de TEPT, en el Sistema de Atención de la Salud de la VA de Boston.
El estudio aparece en la edición en línea del 12 de enero de la revista Brain.
FUENTE: Boston University School of Medicine