Muchos padres han visto a su hijo revoltoso de 5 años volverse en un adolescente sedentario. Pero un nuevo estudio encuentra que la ralentización de la actividad podría empezar mucho antes de la adolescencia.
Las conductas sedentarias empiezan a establecerse poco después de los 7 años de edad, encontraron los investigadores. Y contrariamente a lo que muchos habían pensado, las chicas no son las únicas que empiezan a vivir de forma menos saludable a una edad temprana.
Los investigadores encontraron que "el 100 por ciento" tanto de los chicos como de las chicas en el estudio experimentaron una reducción en la actividad mucho antes de la adolescencia, según un equipo dirigido por John Reilly, de la Universidad de Strathclyde, en Glasgow, Escocia. Y la reducción no ocurriría "más rápidamente en las chicas adolescentes que en los chicos", añadieron los investigadores.
Para realizar el estudio, se dio seguimiento a la actividad física de unos 400 niños en el Reino Unido a lo largo de 8 años. Los niños llevaban monitores portátiles que registraban sus niveles de actividad durante un periodo de 7 días cuando tenían 7, 9, 12 y 15 años.
Se retiraban los dispositivos solo cuando los jóvenes dormían, se bañaban o nadaban. Sus padres también registraron cuándo los niños los llevaban puestos para asegurarse de la precisión.
En general, todos los investigadores encontraron que los niveles de actividad física entre los niños empezaron a decaer a los 7 años de edad. Las reducciones se mantuvieron durante el estudio, pero no cayeron más drásticamente cuando llegaron a la adolescencia.
La mayoría de los chicos (el 61 por ciento) eran moderadamente activos cuando empezó el estudio, pero este nivel de actividad se redujo gradualmente a lo largo de los 8 años, mostraron los hallazgos.
Con respecto a las chicas, el 62 por ciento presentaron unos niveles de actividad moderados que se redujeron gradualmente a lo largo del estudio, justo igual que en los chicos, según el informe.
Los resultados aparecen en la edición en línea del 13 de marzo de la revista British Journal of Sports Medicine.
El equipo de Reilly apuntó a que los resultados no demuestran una relación de causalidad. Pero los hallazgos podrían ayudar a configurar la política pública sobre cómo ayudar a los jóvenes a seguir siendo activos a medida que crecen, sugirieron los autores en un comunicado de prensa de la revista.
"La investigación y la política de salud pública futuras deberían centrarse en (A) la prevención de la reducción de la actividad física que empieza en la niñez, no en la adolescencia, y (B) proporcionar una mejor comprensión de los determinantes de las trayectorias de la actividad física", concluyeron los investigadores.