Un nuevo estudio sugiere que el efecto placebo de los dilatadores (stents) en los pacientes cardiacos con dolor de pecho podría ser mucho más pronunciado de lo que se pensaba, un hallazgo que algunos expertos creen que podría cambiar la atención cardiovascular.
Esto podría significar que la terapia farmacológica sola, en lugar de los costosos dispositivos para abrir las arterias, es lo único que ciertos pacientes necesitan, apuntaron los investigadores.
"El motivo más importante de administrar un dilatador a un paciente es desbloquear una arteria cuando está sufriendo un ataque cardiaco. Pero también colocamos dilatadores en pacientes que sufren dolor solo al esforzarse, provocado por unas arterias estrechadas, pero no bloqueadas. Lo que estudiamos fue a ese segundo grupo", explicó la autora líder, Rasha Al-Lamee, del Instituto Nacional del Corazón y los Pulmones del Colegio Imperial de Londres.
El estudio incluyó a 200 pacientes con una angina estable que recibieron seis semanas de tratamiento farmacológico intensivo para la angina. Después de eso, recibieron un dilatador o se sometieron a un procedimiento simulado en que no se implantó un dilatador.
Los pacientes que recibieron dilatadores no presentaron más mejoras en la angina o la calidad de vida que los que no recibieron un dilatador. La angina es el término médico para el dolor de pecho. Por lo general es provocado por la acumulación de placas grasas en las arterias.
Los dilatadores tampoco son baratos. Los dispositivos y su implantación cuestan entre 11,000 y 41,000 dólares en los hospitales de Estados Unidos.
El estudio se publicó en la edición en línea del 2 de noviembre de la revista médica The Lancet, para que coincidiera con una presentación en una reunión de cardiología en Denver.
"Sorprendentemente, aunque los dilatadores mejoraron el riesgo sanguíneo, no ofrecieron más alivio de los síntomas en comparación con los tratamientos farmacológicos, al menos en este grupo de pacientes", señaló Al-Lamee en un comunicado de prensa de la universidad.
"Aunque estos hallazgos son interesantes y ameritan más atención, no significan que los pacientes nunca deban someterse al procedimiento [con el dilatador] para la angina estable. Quizá algunos pacientes opten por someterse a un procedimiento invasivo en lugar de tomar medicamentos a largo plazo para controlar los síntomas", añadió.
Los investigadores planifican más análisis de los datos, para determinar si hay subgrupos de pacientes cuya angina mejora más tras la administración de los dilatadores.
"Parece que el vínculo entre abrir una arteria coronaria estrecha y mejorar los síntomas no es tan simple como todos habían esperado", dijo Al-Lamee. "Se trata del primer ensayo de este tipo, y nos ayudará a desarrollar una mayor comprensión sobre la angina estable, una enfermedad que afecta a tantos de nuestros pacientes hoy en día".
En un comentario escrito que acompañó al informe, dos cardiólogos dijeron que el "emblemático" estudio tiene implicaciones que "son profundas y abarcadoras".
"En primer lugar, los resultados [del estudio] muestran de forma inequívoca que no hay beneficios" a partir del uso de los dilatadores en comparación con la terapia farmacológica para las personas que tienen una angina estable, dijeron el Dr. David Brown, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, y la Dra. Rita Redberg, de la Universidad de California de San Francisco.
De hecho, basándose en los nuevos hallazgos, Brown y Redberg creen que los dilatadores quizá no sean útiles en esos casos incluso cuando la angina de un paciente no mejora tras el uso de medicamentos.
"Según estos datos, se deben revisar todas las directrices de cardiología para bajar de categoría la recomendación de [dilatadores] en los pacientes con angina", independientemente de si también recibieron o no una terapia con medicamentos, dijeron los médicos.
¿Sus argumentos?
De acuerdo con Brown y Redberg, cada año más de medio millón de pacientes en Estados Unidos y Europa se someten a tratamiento con un dilatador, y una minoría considerable experimentará complicaciones potencialmente peligrosas que pueden incluir ataque cardiaco, daño renal, accidente cerebrovascular e incluso la muerte. Someter a esos pacientes a esos riesgos cuando no se puede lograr ningún beneficio es irresponsable, plantearon.
Los médicos se deben enfocar más en la terapia farmacológica y en los esfuerzos por "mejorar las opciones del estilo de vida" de muchos pacientes cardiacos, cosas como las dietas malas, la falta de ejercicio y el tabaquismo, concluyeron los autores del editorial.
FUENTES: Nov. 2, 2017, The Lancet, online; Imperial College London