Según Nong y colaboradores, su encuesta realizada en Estados Unidos sugiere que las personas no confían mucho en cómo su sistema de atención médica podría usar la IA. Inclusive, aquellos que ya desconfían del sistema de atención médica en general, son aún más propensos a no depositar su fe en la inteligencia artificial.
Un dato sorprendente de la encuesta es la falta general de confianza en el propio sistema de atención de salud. Los autores encontraron que, en una escala de 0 (sin confianza) a 12 (confianza más alta), la puntuación media de confianza fue de solo 5,38.
De acuerdo con información previa de otros relevamientos, sabemos que la confianza pública en los médicos y en las organizaciones de atención sanitaria se desplomó después del inicio de la pandemia de COVID-19. Una encuesta registró, en los últimos 4 años, una disminución en la proporción de personas que expresan un alto grado de confianza en el sistema de salud, desde el 71,5 % inicial al 40,1 %.
Las razones del cambio son numerosas, pero parece probable que sean relevantes las siguientes:
- La respuesta polarizada a la pandemia.
- Los aumentos en los costos de atención médica soportados por los pacientes.
- La escasez de atención primaria que crea barreras para el acceso.
El hallazgo de Nong y colaboradores sobre la percepción negativa respecto a la IA en el cuidado de la salud es congruente con lo ya dicho. Siempre, los peligros percibidos como nuevos y no completamente comprendidos se consideran más riesgosos. Las nuevas tecnologías generan desconfianza.
El nivel actual de ignorancia sobre la IA plantea algunas preguntas sobre cómo interpretar los resultados de las encuestas. ¿Aumentaría la confianza si los pacientes entendieran mejor cómo funciona la inteligencia artificial? Es probable que la experiencia real con las nuevas tecnologías cambie las percepciones más que las descripciones de esas tecnologías. A medida que los pacientes comiencen a experimentar la IA en la atención médica y otros lugares, en los próximos meses y años, podríamos esperar que las actitudes evolucionen hacia una mayor confianza.
Cuando esto sucede, podemos imaginar 2 futuros posibles:
- A medida que la IA pierda su novedad, tal vez los pacientes desarrollen más confianza en ella.
- El hecho de que la IA parezca novedosa y peligrosa podría erosionar aún más la confianza pública en la atención médica.
Las organizaciones de atención médica deben considerar una serie de medidas reflexivas sugeridas por los pacientes y los especialistas en bioética, si pretenden incorporar la IA. Tendrán que pensar en la transparencia, en dejar en claro cuándo se interactúa con la IA y cuándo con una persona, revelar quién tiene acceso a los datos recopilados por la herramienta y garantizar que no se imite el comportamiento humano tan de cerca, que llegue a generar confusión. Otra medida recomendada es el uso de un consentimiento informado para ciertos tipos de IA.
Las organizaciones de atención médica también podrían considerar involucrar activamente a los pacientes en el desarrollo de las políticas sobre el uso de IA en salud. Ello podría garantizar que, en el futuro, se restablezca la confianza entre los pacientes y los sistemas de salud.