Según la Organización Mundial de la Salud, 50 millones de personas padecen epilepsia en todo el mundo. El 70 por ciento de quienes sufren este trastorno puede tratarse con una medicación para prevenir las convulsiones, mientras que el 30 restante debe acudir a un tratamiento quirúrgico complejo para poder erradicarlas.
Si bien el avance tecnológico permite que estas cirugías sean efectivas e impliquen riesgos bajos, no dejan de significar una invasión para el paciente que debe someterse a ellas, por lo menos, en dos ocasiones: primero, con la implantación de electrodos en la corteza cerebral y, luego, con la extracción del área que desata las convulsiones.
El software Brainstorm fue creado para perfeccionar la precisión de los diagnósticos en patologías neurológicas.
En busca de una alternativa a este tratamiento neurológico, el bioingeniero Alfredo García estudió distintos métodos de diagnóstico por imágenes y señales y los integró en un programa informático que permite ver las coordenadas exactas en las que se desatan las crisis de epilepsia.
En diálogo con Agencia CTyS, el investigador de la Universidad de San Juan explicó que se puede acceder a un diagnostico con una precisión “al milímetro” por medio de un video electroencefalograma, una tomografía axial computada y una resonancia magnética, evitando el método actual -la electrocorticografia- que implica una cirugía para insertar electrodos en el cerebro.
Sin embargo, reemplazar la técnica vigente conlleva ciertos desafíos, porque, al ubicar los electrodos por fuera de la cabeza y no adentro, se presentan distintas interferencias que reducen la recepción de señales eléctricas, entre ellas, la magnitud y el grosor de cada cráneo en particular.
“Un movimiento milimétrico de los electrodos –advierte el ingeniero- es un movimiento milimétrico después en la ubicación de los focos, y nosotros necesitamos cierto grado de resolución espacial.” Con esta premisa, superó la pérdida de recepción de señales eléctricas mediante la combinación de imágenes médicas.
Fue así que el investigador dividió el diagnóstico en tres fases: en la primera, el paciente se realiza una tomografía computada con el casco de electrodos puesto y luego se hace el electroencefalograma para ver la actividad del cerebro durante las convulsiones; en la segunda, se hace una resonancia magnética para observar la morfología del cerebro.
En la tercera fase, se vuelcan los datos de cada uno de los estudios en un software llamado Brainstorm que, por medio de un algoritmo matemático, establece la posición exacta del grupo neuronal que provoca las crisis de epilepsia, información con la que luego se hará la cirugía para extraer ese pedacito de masa encefálica y erradicar, así, las convulsiones.
“Aprovechamos la resolución temporal del electroencefalograma con la resolución espacial de la resonancia, y todos esos datos confluyen dentro del software que se implementa”, sintetiza.
De esa manera, el programa recopila la información, genera una imagen completa del cerebro, los electrodos y las señales emitidas durante las crisis, y desarrolla una serie de “restricciones matemáticas”, que evalúan los potenciales focos epileptógenos, es decir, los grupos neuronales que desataron una convulsión en toda la masa encefálica.
Otra de las virtudes de Brainstorm es su modalidad de libre acceso y su evolución constante: a medida que los especialistas en enfermedades neurológicas van utilizando sus herramientas, sus necesidades y sugerencias se ven luego plasmadas en el programa.
El estudio -realizado con el aval del Instituto Balseiro, en su sede de la Universidad Nacional de Cuyo, y del Gabinete de Tecnología Médica (GATEME) de la Universidad Nacional de San Juan- fue aplicado también en el Instituto Fleni, con resultados satisfactorios.
“En marzo de 2014, el Instituto Fleni publicó un tutorial con una base de datos de un hospital de Alemania. Aunque ellos tenían equipos más avanzados, hicieron un trabajo muy parecido al nuestro”, recuerda García y agrega que el principal objetivo de esta alternativa de diagnóstico es el beneficio de los pacientes pediátricos.
Si bien la aplicación de este método todavía se encuentra en pleno desarrollo, su aporte en esta área de la medicina permitió grandes avances: se comprobó que incluso puede guiar y delimitar mejor el área en que se realizara la cirugía que implica, por su complejidad, el corte del cráneo y partes de la masa encefálica que pueden rozar áreas elocuentes como la responsable de la vista.
“Lo que se busca es mejorar la calidad de vida. Nosotros, por ejemplo, hemos tenido casos de chicos con 15-20 crisis diarias que, luego, comenzaron a llevar una vida completamente normal. Eso es lo que más nos gratifica a nosotros”, concluye.
Fuente: Agencia CTyS
Autor: Carolina Vespasiano (Agencia CTyS-UNLaM)