Entrevista al neurocientífico Rodrigo Quian Quiroga

“La clave del funcionamiento de la inteligencia humana no es lo que recordamos, sino la cantidad que olvidamos”

El prestigioso investigador argentino publicó el libro “Cosas que nunca creerías”, un viaje apasionante entre la ciencia ficción y los enigmas del cerebro. ¿Qué nos queda por descubrir sobre nuestra mente?

Autor/a: Esteban Crosio

Fuente: IntraMed

Los avances de la ciencia y la tecnología permitieron que, principalmente durante los últimos 20 años, se derribaran muchas barreras pertenecientes al cerebro y sus misterios. Dentro de este universo tan complejo, se encuentra explorando a diario el experto Rodrigo Quian Quiroga. Su interés científico se centra en los mecanismos neuronales de la percepción visual y la memoria, y en las bases del pensamiento humano y su inteligencia.

“Lo que caracteriza la memoria del humano es una codificación más conceptual que en otras especies“, afirma el profesor de la ICREA en el Instituto de Investigación del Hospital del Mar, en Barcelona. Posteriormente a estudiar Física en la Universidad de Buenos Aires, Quiroga continuó su capacitación en Alemania y fue director del Centro de Neurociencias de Sistemas y jefe de Bioingeniería en la Universidad de Leicester (Reino Unido).  En IntraMed tuvimos una enriquecedora charla donde, entre otros temas, reflexionó sobre los puentes entre la literatura y la ciencia, el avance de la inteligencia artificial y cuál es la función del sueño.


Entrevista

Tu último libro, Cosas que nunca creerías, conecta la ciencia ficción con la neurociencia. ¿Por qué consideras que estamos viviendo una revolución en este ámbito? ¿El futuro ya llegó y era como lo esperabas?

Decir que era como lo esperaba es muy difícil, porque en general nos sorprende. Es muy difícil predecir el futuro. Un poco la idea del libro era justamente mostrar que muchas cosas que se daban en el ámbito de la ciencia ficción, ya son realidad. A mí, o como hobby me encanta la ciencia ficción, entonces lo que hice fue escribir un libro donde cada capítulo es una de mis películas favoritas, son 10 capítulos, 10 películas. El objetivo era un mostrar cómo las ideas que se desarrollaban en cada una de estas películas, muchas de ellas ya están pasando en el laboratorio.  Por ejemplo, el capítulo uno es 2001: Odisea del Espacio, entonces ahí aprovecho para hablar bastante de los avances de la inteligencia artificial, comparándolo con lo que se pensaba o con lo que planteaban en su momento con HAL 9000. Hay otros capítulos, como el de Matrix, y hablo de si existe o no la realidad, y qué evidencia da la neurociencia para esto. Abordo Total Recall, para ver si podemos manipular memorias, y ahí describo experimentos que se han hecho en ratones mostrando que efectivamente se pueden. Entonces era un poco eso, jugar con este intercambio ida y vuelta entre lo que era fantasía hace un tiempo y lo que es realidad en el laboratorio.

Con respecto a esta “batalla” generada contra la inteligencia artificial, ¿cuánto podría crecer este recurso y cuáles serían sus probables límites?

Está creciendo a un ritmo que nos sorprende, incluso a los que trabajamos en esto. Yo no lo veo como una batalla. Es que tenemos esa imagen de las películas de ciencia ficción que es como el apocalipsis estilo Terminator, que la inteligencia artificial llega a un punto en que compite con la raza humana, y de que son ellos o nosotros. Y no necesariamente lo veo así. Yo creo que se está dando una revolución, hay hechos muy puntuales que son extremadamente sorprendentes, hay avances de la inteligencia artificial que son realmente muy sorprendentes en los últimos años, y no te hablo de 50 años, te hablo de 5 años o 10 años, pero no lo veo necesariamente como un destino utópico, de que sea algo de que nos vaya a dejar como una especie esclavizada o que sea algo necesariamente malo para nosotros. La tecnología es la tecnología, el uso que uno le pueda dar puede ser bueno o malo, yo creo que así como podés pensar en un millón de cosas que pueden ser horribles a partir de un uso maligno de la inteligencia artificial, también puede haber un montón de aplicaciones que pueden ser muy buenas y muy beneficiosas para la humanidad.

¿Por qué soñamos? ¿Todavía queda mucho por descubrir sobre el sueño?

Queda todo por descubrir, no tenemos ni idea. O sea, el sueño es algo que interesó mucho a la psicología, desde los muy citados estudios de Sigmund Freud. Se ha demostrado que no es tan así lo que él proponía, pero esto hace ya más de 100 años, entonces no es sorprendente. Freud fue un genio por haber planteado las ideas que planteó, pero tenemos 100 años de evidencia que muestran un poco otra cosa, entonces yo creo que es injusto juzgar a Freud desde hoy día diciendo que se equivocó o no, porque él no tenía la evidencia que tenemos nosotros. La evidencia que tenemos nosotros es que el sueño no tiene específicamente la función que Freud le atribuía y la respuesta es que no sabemos. Y si vos preguntas a expertos que se dedican a esto, lo que te dirán para quedar bien es que es un epifenómeno, básicamente eso es decir que no sabemos, o sea, es como algo que se da que no tiene una función específica, es como escuchar el ruido de un avión que despega, ¿qué función tiene el ruido del avión? Ninguna, es una consecuencia. Entonces, lo que hoy día dice la neurociencia es que el sueño es como una consecuencia, sin una función específica de activaciones de neuronas. Yo no creo que sea así, yo me resisto a pensar que es así, yo creo que probablemente tenga alguna función, pero eso es lo fascinante, que todavía no sabemos cuál es.

¿Qué necesitaría aprender a evaluar un médico general sobre la memoria? ¿Deberíamos instruirnos en una prescripción racional de actividades preventivas sobre el deterioro de la misma?

Hay muchas cosas que aprender sobre la memoria. Lo que yo estoy viendo en las investigaciones que hacemos (yo trabajo en memoria exclusivamente de humanos) es que en contra de lo que se pensaba durante los últimos 50 años, el principio de funcionamiento de la memoria en el humano es radicalmente distinto a lo que se ve en ratas y en monos. Y yo lo que argumento es que probablemente es una de las claves de nuestra inteligencia. Porque recordamos distinto, almacenamos la información de distinta manera y pensamos distinto.

La información en el ser humano se procesa y se guarda de una manera mucho más abstracta que lo que se ha descripto, por ejemplo, en ratas.

Entonces, lo que se encuentra en el cerebro de una rata es que las neuronas en áreas de memoria responden a una conjunción de detalles. Cuando vos pones un montón de detalles juntos, la neurona responde. Y si vos empezás a cambiar los detalles un poco, la neurona responde de otra manera, o habrá otras neuronas que empiezan a responder.

Lo que yo veo en el cerebro humano es que el cerebro no responde a una conjunción de detalles, sino que responde a un concepto. O sea, mi cara es mi cara, entonces soy yo, Rodrigo. Entonces si yo me pongo de perfil, los detalles cambian, porque vas a ver cosas distintas, como si yo me veo de frente. Pero el concepto es el mismo. Creo que lo que caracteriza la memoria del humano es una codificación más conceptual que en otras especies. Eso es importante de entender. Si vos tenés un deterioro de memoria progresivo, el primer paso probablemente sea entender cómo funciona la memoria en casos normales. O sea, cómo es el funcionamiento de la memoria en una persona normal comparado a lo que pasa en el Alzheimer. Una vez que entendés eso, podés empezar a pensar qué tipo de terapias implementar para tratar de demorar lo más posible el progreso de la enfermedad. Pero bueno, el primer paso es justamente entender cómo funciona el proceso normal de la memoria.

Precisamente más allá de estos estados patológicos como el Alzheimer, ¿recordar pocas cosas es una ventaja evolutiva?

Creo que eso es lo que caracteriza al cerebro humano, no la cantidad de cosas que recordamos, sino la cantidad de cosas que olvidamos.

Cuando digo olvidamos, es un juego de palabras, es simplemente que dejamos de lado. Yo estoy hablando con vos y probablemente ni me moleste pensar cómo es tu corbata, o tu cuello, o tu corte de pelo, o tus anteojos. Porque no me interesa, porque si yo me fijara en esas cosas, es como que estaría destinando demasiados recursos a algo que no es interesante. Un animal hace esto, una rata hace esto. En una rata si vos cambiás el color de tu corbata, modificás el color de tu suéter, probablemente las neuronas respondan distinto. En las áreas avanzadas de nuestro cerebro, las que están involucradas en la formación y en el almacenamiento de memorias, eso no cambia nada, porque la idea es la misma, el concepto es el mismo. Entonces, resumiendo, yo creo que el principio clave del funcionamiento humano no es sólo cuánto recordamos, sino cuánto olvidamos, o mejor dicho, cuánto dejamos de lado. Las cosas a las que no prestamos atención porque justamente nos enfocamos en lo que es más importante, en lo esencial.

Byun Chul Han nos suele advertir con sus reflexiones que involucionamos al no valorar el encanto de la contemplación sin intención. ¿Cuánto nos desconecta de la realidad estar pendientes de un teléfono móvil u otros medios de comunicación o sobreinformación?

Yo me hice un poco conocido en España porque un periodista terminó descubriendo que no tengo teléfono móvil. Entonces, ahí salieron un montón de notas en los diarios. porque no uso teléfono móvil. ¿Me habías comentado de que en poco tiempo iban a discutir en un Taller un cuento de Borges llamado Funes el Memorioso? A mí la clave me la da Funes, ¿no? Y Borges dice que una persona como Funes, que no puede olvidar nada, termina abarrotado de memorias y que no puede siquiera pensar. Entonces, el bombardeo de memorias que sufre Funes por no poder olvidar, yo siento que a veces lo vivimos en pleno siglo 21 por todos los gadgets que tenemos al lado nuestro, un celular, una laptop, la televisión con 500 millones de canales.

Tenemos un bombardeo de información fenomenal, y eso va a veces en contra de la capacidad de pensamiento profundo. Es como que estamos a un ritmo muy acelerado, demasiadas distracciones, lo que un periodista llamado Nicolas Carr llamó cultura panqueque: cubrimos un espectro de conocimiento muy amplio, pero nada en profundidad. Pero bueno, eso está en uno, ¿no? Es lo mismo que yo decía antes de la tecnología. Una tecnología no es buena o mala, el uso que le damos es bueno o malo. Porque a mí, Internet me sirve, por ejemplo, para buscar información que tengo mucha curiosidad o que me serviría para poder terminar de escribir un libro. Pero bueno, si yo me paso todo el tiempo surfeando en Internet, yendo de una página a la otra, no voy a tener tiempo de escribir mi libro, de pensar mi libro en profundidad. Entonces, resumiendo, yo no creo que un celular, un teléfono móvil o lo que sea, o las tecnologías de hoy día sean buenas o malas, lo que es bueno o malo es el uso que le damos.

Jorge Luis Borges confesó que escribir Funes el memorioso tuvo un efecto terapéutico contra su propio insomnio. ¿Cuáles considerás que son los puentes entre la literatura, la filosofía y la ciencia?

Son enormes. Yo he descubierto un tipo de neuronas hace ya unos años que se llaman neuronas de concepto, o son popularmente conocidas como neuronas de Jennifer Aniston, porque justamente una de ellas respondía a Jennifer Aniston, la actriz de Estados Unidos, y básicamente son neuronas que están en un área de la memoria, que es clave, se llama el hipocampo. Encontrar ese tipo de neuronas en humanos, me lo dio releer Funes el Memorioso. Fue un momento que yo pensaba, ¿pero por qué tenemos este tipo de neuronas en una área clave para la memoria? Y de repente me di cuenta, que si no tenemos esto, terminamos como Funes. Entonces releí el cuento, empecé a releer otras historias, otros cuentos de Borges, que hablan sobre este tema, sobre la capacidad de abstracción, es un tema recurrente en Borges, y a mí él me hizo entender muy clarito el motivo de mi descubrimiento, el por qué yo encontré lo que encontré. Entonces creo que la literatura o el arte en general, o la filosofía, nos dan una visión mucho más amplia de los problemas que nosotros enfrentamos en el laboratorio.

Gracias a leer a Borges, o algún que otro filósofo, o ver películas de ciencia ficción, mi trabajo ya no es describir cómo dispara o no dispara una neurona en un área de memoria, sino que mi trabajo pasa a ser mucho más interesante, porque es entender la importancia del olvido y las capacidades únicas de pensamiento del cerebro humano comparado a otras especies. Ya no me pregunto por el disparo de una neurona, sino que me estoy preguntando por qué nos hace humanos. Yo creo que esta visión mucho más comprensiva, mucho más amplia de un problema, ayuda mucho a tener presente la literatura y el arte.


Rodrigo Quian Quiroga. Profesor ICREA en el Instituto de Investigación del Hospital del Mar (Barcelona). Anteriormente fue director del Centro de Neurociencias de Sistemas y jefe de Bioingeniería en la Universidad de Leicester (Reino Unido). Estudió Física en la Universidad de Buenos Aires (Argentina) e hizo un doctorado en Matemáticas Aplicadas en Luebeck (Alemania). Entre otros, recibió un premio al investigador joven por parte de la Sociedad Americana de Epilepsia, y otro a la investigación científica de la fundación Wolfson y la Royal Society británica. Desde 2019 es miembro de la Academia de Ciencias Médicas del Reino Unido.

*Foto: Inés Baucells, abc.es