Según varios estudios realizados con anterioridad al que presentan Rosen y cols. , la mayoría de las mujeres y un número significativo de los hombres que acuden a tratamientos por trastornos de abuso de sustancias, son supervivientes de abuso ya sea físico o sexual. Entre estos pacientes, el abuso padecido está asociado a problemas de relación interpersonal más graves, y tasas más altas de comorbilidad con otros trastornos. El trastorno por estrés postraumático (TEPT), una consecuencia potencial de tales abusos, predice respuestas más débiles al tratamiento de las adicciones. Sin embargo, no han sido investigados hasta el momento los modos en que la historia de abuso físico o sexual de los pacientes con trastorno por abuso de sustancias afecta los resultados de los tratamientos de esas adicciones.
Método:
La población estudiada estuvo constituida por 20.611 pacientes pertenecientes a un programa para veteranos (Department of Veterans Affairs (VA) Outcomes Monitoring Project): 19.989 hombres y 622 mujeres, evaluados entre octubre de 1996 y octubre de 1997 con el instrumento Addiction Severity Index (ASI). Los datos demográficos mostraron una mayoría de población blanca, la mitad de los pacientes estaban separados o divorciados, todos habían sido diagnosticados con un trastorno por abuso de sustancias y dos tercios tenían diagnóstico de abuso tanto de drogas como de alcohol. También se halló comorbilidad psiquiátrica en dos tercios de los pacientes, que incluyó un cuarto de pacientes con TEPT. En la entrevista inicial casi el 30% de los hombres refirió una historia de abuso físico o sexual. Las tasas de abuso fueron mucho mayores en las mujeres (71%).
La evaluación con el ASI se efectuó al inicio del estudio y 12 meses después. Se analizaron los resultados con instrumentos estadísticos complejos y confiables (series de análisis de regresión múltiple), que evaluaron si el abuso físico o sexual referido por el paciente moderaba los efectos del tratamiento, su duración (meses de tratamiento) e intensidad (frecuencia mensual de los encuentros terapéuticos). Estos análisis permitieron comparar abusados y no abusados en relación al resultado de los tratamientos.
Resultados:
El abuso físico o sexual sufrido en el curso de la vida predijo peores respuestas en las seis primeras áreas de las siete consideradas en el ASI (alcohol, drogas, médica, legal, familiar, empleo). Los pacientes de ambos sexos se vieron igualmente afectados por su historia de abuso en relación a que mostraron peores resultados ante los abordajes terapéuticos. No obstante, también hallaron que una mayor duración de los tratamientos junto con una mayor intensidad favorecieron resultados positivos en todos los pacientes, aunque de modo algo menor en los pacientes con historia de abuso.
Los investigadores consideran que dado que los pacientes abusados presentan más problemas psiquiátricos, sería éste un factor que contribuye a que sean más resistentes a los tratamientos, sumado a las dificultades en los vínculos interpersonales derivados de su historia de abuso, que dificulta el establecimiento de la alianza terapéutica. En este sentido, el aumento de la frecuencia de los contactos podría facilitarla y favorecerla, y recomiendan prolongar e intensificar los tratamientos en esos pacientes.
Síntesis y traducción: Lic. Alicia Kasulin, editora responsable de IntraMed en la especialidad de Psiquiatría