El Quirófano

Riesgos Profesionales del Personal de Quirófano

Tratar el cuerpo humano implica un enorme riesgo y grandes satisfacciones.

Autor/a: Dra. Margarita Islas Saucillo

Fuente: Dol Clin Ter 2002; I(7) : 21-24

Indice
1. Página 1
2. Página 3 y Bibliografía
3. Página 2

A lo largo de la historia el ser humano ha estado expuesto a agentes físicos, químicos y biológicos. La supervivencia de éste, así como la de todo ser vivo en la Tierra, se debe a su capacidad de adaptación frente a cualquier cambio. De igual manera, en el ámbito laboral todos estamos  expuestos a diversos tóxicos y a sus manifestaciones o daños físicos.

La mayoría del personal de la salud trabaja en medios hospitalarios donde son evidentes la falta de equipamiento adecuado, los salarios insuficientes y las presiones laborales, todos los cuales no pueden pasar desapercibidos como factores de riesgo profesional.(1)

Fue durante la Primera Guerra Mundial, con la fabricación de la pólvora, cuando surgieron los síntomas de envenenamiento por éter. Se observaron efectos adversos a largo plazo debido a la exposición laboral a pequeñas concentraciones de gases anestésicos residuales; algunos médicos presentaban cefalea, depresión, anorexia, fatiga excesiva y pérdida de la memoria, síntomas que desaparecieron al ausentarse del quirófano o mediante la ventilación adecuada. A fines de la década de los años 60 se detectó que, además del riesgo anestésico del paciente, había riesgo para la salud del personal de quirófano.(2)

Hacia 1975 en Quito, Ecuador, durante la VIII Asamblea de la Clasa, los congresistas concluyeron que los riesgos profesionales del personal que labora en los quirófanos, se dividen en cuatro grupos: (2)
I. Riesgos ocasionados por inhalación crónica de anestésicos volátiles residuales que existen en el ambiente de los quirófanos: toxicidad sobre el sistema nervioso central, oncogénesis, abortogénesis, infertilidad, hepato toxicidad, nefrotoxicidad, rastornos del ritmo cardiaco, dermatitis y toxicidad sobre el sistema hematopoyético.
II. Riesgos provocados por infecciones transmitidas por los pacientes al personal que los atienden: virales, acterianas y por hongos.
III. Riesgos originados por agentes físicos, químicos y biológicos manejados en el quirófano: por descargas eléctricas accidentales, exposición a dosis excesiva de rayos X y exposiciones a rayos láser.
IV. Riesgos derivados de la naturaleza del trabajo, principalmente por la tensión y el cansancio: estrés físico y mental, adicciones, hernias de discos intervertebrales y lesiones de columna cervical, torácica y lumbar.(2)

De 1949 a 1976 numerosos estudios publicados sobre contaminación de los quirófanos e inhalación crónica de anestésicos volátiles, evidenciaron que un grupo laboral de los anestesiólogos mostraba una mayor incidencia de cefalea, fatiga, irritabilidad, agresividad, alteraciones perceptivas, cognoscitivas y motoras, enfermedades infecciosas por inmunosupresión, incremento de abortos y malformaciones congénitas en sus hijos. El porcentaje más alto de trastornos correspondía a padecimientos hepáticos, renales y neoplásicos, sobre todo en el tejido linfático y reticuloendotelial, así como a infartos cardiacos, suicidios y accidentes automovilísticos como causa de muerte.(2)

Por otro lado, la farmacodependencia representa un índice de positividad tres veces superior entre los anestesiólogos que en el resto de los grupos de control. Cabe mencionar que el alcoholismo es una enfermedad que se relaciona con las adicciones. De todos los médicos t r atados en diferentes instituciones americanas, los anestesiólogos rondan por el 14-15 por ciento del total de las especialidades, de los cuales la mitad tiene menos de 35 años y un tercio trabaja como residente. El consumo adictivo más frecuente en las encuestas realizadas son: alcohol, opiáceos, tranquilizantes, cigarrillo, marihuana, ácido lisérgico, anfetaminas y barbitúricos.(1)

Otro factor importante en el lugar de trabajo es el ruido, cuyos efectos deletéreos se deben a la duración y al timbre del mismo. Los niveles de una conversación oscilan entre los 55 y 75 decibeles; si la exposición y el tiempo superan los 90 decibeles durante ocho horas, las posibilidades de producir mayor estrés se incrementan significativamente. La mayoría de los ruidos habituales de un quirófano (movilizar instrumentos y equipos, sierras eléctricas, aspiradores de secreciones, ventiladores, monitores y conversaciones, entre otros) se encuentran en el límite de tolerancia. Los monitores y electrobisturíes con sus alarmas contribuyen a que aumente el ruido y la tensión, modificando la respuesta del sistema pituitario - adrenal.(1)

Murthy y colaboradores llevaron a cabo una investigación en la que expusieron a 20 residentes de anestesia al sonido de un audio caseta 77.32 decibeles durante 90 minutos en la sala de quirófano. El resultado fue que dos funciones cognoscitivas estaban alteradas y se reflejaban en la reducción de la eficiencia mental y de la memoria .(3)