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Las caídas son una causa común de mortalidad en los ancianos. Aproximadamente un tercio de las personas mayores sufren caídas cada año y el 7% de los mayores de 75 años deben realizar una consulta médica relacionada con lesiones resultantes de caídas todos los años. Alrededor del 6% de las internaciones hospitalarias de urgencia de personas ancianas están relacionadas con una caída.
La disminución visual puede aumentar el riesgo de caídas en personas mayores. Sin embargo, numerosos estudios anteriores, que han estudiado la relación entre la visión deteriorada y el riesgo de caídas utilizando un diseño cruzado y retrospectivo, no lograron llegar a conclusiones concretas. Para corroborar la hipótesis sobre la asociación entre la declinación de la AV y el mayor riesgo de caídas en ancianas de una comunidad, se midió la AV en 2002 ancianas y se las siguió durante un año para registrar las posibles caídas.
Participantes y métodos
Dos mil dos ancianas residentes en una comunidad participaron en el Estudio de Fracturas por Osteoporosis, y se realizaron mediciones de la AV en línea base y en exámenes de seguimiento durante 4 a 6 años posteriores (promedio 5,6 años).
Se midió la AV con la corrección habitual y bajo condiciones de iluminación normales con cartilla de Bailey- Lovie en línea base y cuatro exámenes posteriores.
Los cambios en la AV fueron clasificados en cinco categorías: Ningún cambio o mayor AV, pérdida de 1 a 5 letras, pérdida de 6 a 10 letras, pérdida de 11 a 15 letras y pérdida de más de 15 letras.
Se obtuvieron datos sobre las caídas cada cuatro meses. Se consideraron caídas frecuentes dos o más en un año, luego del examen de seguimiento.
Resultados
Las ancianas participantes que perdieron una o más letras de agudeza visual en un período de alrededor de cinco años tuvieron más probabilidades de sufrir caídas frecuentes durante los 12 meses de seguimiento que aquellas que no perdieron AV o la mejoraron en el mismo período de tiempo. Además, una pérdida de 10 letras o más de AV se asoció con el 43 % de las probabilidades de caídas durante el año siguiente. El efecto de la declinación de la agudeza visual fue más pronunciado en mujeres con una mala agudeza en línea base, lo que coincide con publicaciones anteriores.
Estos resultados señalan que se debe dar prioridad a las personas mayores con agudeza deteriorada o en disminución, evaluar y corregir la visión, y así minimizar el riesgo de futuras caídas. Aún una disminución de 1 a 5 letras en la AV en un plazo de 5 años se asocia con el doble de probabilidades de sufrir caídas en relación con los que no sufren variaciones o mejoran la AV.
La disminución de la sensibilidad de contraste y percepción de profundidad fueron asociadas con un alto riesgo de fractura de cadera, mientras que la mala AV no fue significativamente relacionada con dicho riesgo de fractura. La AV disminuida fue asociada con alto riesgo de fractura de muñeca y húmero.
Existen varias limitaciones en el presente estudio que deben ser tenidas en cuenta al interpretar los resultados del mismo. La principal limitación es que no se pueden generalizar los resultados dado que todas las participantes fueron mujeres, de raza blanca, de más de 70 años, de un nivel social medio y en estado de salud superior al de la población en general.
Conclusiones:
Una variación en la AV en un período de cinco años constituye un factor de riesgo importante de caídas frecuentes. Por lo tanto, para disminuir dicho riesgo y las lesiones relacionadas con las caídas, las personas mayores deben ser atendidas por un oftalmólogo, no solo cuando existe pérdida de la agudeza visual, sino también para mejorar la AV en lo posible, mediante cirugía de catarata o corrección del error refractivo mediante nuevos lentes o lentes de contacto.