Riesgo cardiovascular

Diagnóstico, prevención e intervención en el sindrome metabólico

Con la denominación de “Sindrome Metabólico” se conocen un virulento y letal grupo de factores de riesgo ateroesclerótico que incluye: dislipidemia, insulinorresistencia, obesidad central e hipertensión arterial..

Autor/a: Dr. Scott CL.

Fuente: Am J Cardiol. 2003 Jul 3;92(1A):35i-42i.

Su primera descripción fue realizada en 1.988 aunque recién en 1.988 Reaven introdujo el nombre de "Síndrome X".
En 1.998 la Organización Mundial de la Salud recomendó unificar las definiciones y eligió el término "síndrome metabólico" para su identificación. El Programa nacional para el Colesterol (NCEP ATP III) publicado en el año 2.001 lo define como un nuevo objetivo secundario para la prevención más allá de la reducción del LDL.

La insulinorresistencia es el pilar del cuadro aunque se reconocen otros factores determinantes como un estado proinflamatorio, microalbuminuria e hipercoagulabilidad.
De acuerdo a las diversas definiciones la prevalencia del síndrome en los EEUU se estima en 23.7% y por encima de los 60 años en 43,5%. Según el censo 2.000 en EEUU se calcula que existen 47.000.000 de personas que lo padecen. La epidemia de obesidad favorece su incremento.

El riesgo de padecer coronariopatía o stroke e tres veces superior comparado con individuos que tienen tolerancia a la Glucosa normal. El riesgo mayor se encuentra asociado no sólo a enfermedades vasculares sino a la posibilidad muy alta de convertirse en diabéticos.

La presencia de obesidad viscero-abdominal en individuos obesos o no constituye un poderoso factor de riesgo al asociarse a: insulinorresistencia e intolerancia a la Glucosa, lipoproteínas aterogénicas con un perfil conformado por:

Hipertrigliceridemia.
Elevada Apolipoproteina B.
Incrmeneto de LDL pequeñas y densas.
Reducido HDL.


Estos hallazgos no sólo se encuentran en pacientes con DBT tipo II o con otro tipo de alteraciones del metabolismo de los hidratos de carbono sino en muchos individuos con insulinorresistencia que nunca desarrollarán DBT Mellitus tipo II.
Muchos pacientes se encuentran en situación de alto riesgo aterotrombótico  sin que se altere su tolerancia a la glucosa. La Hiperglucemia por sí misma no incrementa el riesgo de episodios cardiovasculares, son los trastornos asociados a la hiperglucemia los que imponen el alto riesgo vascular.

Genética:

Se reconocen diversos factores genéticos que influencian la Insulinorresistencia. Se describen más de 50 mutaciones del gen del receptor de Insulina en le cromosoma 19. Sin embargo las anormalidades a esta rara alteración monogénica son infrecuentes. La forma más común es la del Tipo A de insulinorresistencia asociada con: acantosis nigricans e hiperandrogenicidad en pacientes con síndrome de ovario poliquístico.
En el Síndrome metabólico habitual en la población no se han encontrado alteraciones genéticas de receptores.

Diabetes:

Existen en el mundo 150 millones de personas que padecen Diabetes y que presentan deficiencia o resistencia a la Insulina. Muchos de ellos son primariamente obesos abdominales.
La DBT puede resultar clínicamente inaparente durante años ya que la hiperglucemia es un proceso gradual que promueve la enfermedad micro y macrovascular años antes que el diagnóstico de DBT sea evidente. El Síndrome metabólico asociado a hiperglucemia (glucotoxicidad) y elevación de los ácidos grasos libres resulta de la lipólisis de los depósitos de grasa visceral y la producción de lipotoxicidad. Al momento de aparecer claro el diagnóstico de DBT el 50% de los pacientes ya presenta algún grado de enfermedad micro o macrovascular.
El 80% de la mortalidad en diabéticos se atribuye a causas cardiovasculares. Diabéticos sin infarto tienen igual riesgo que no diabéticos con infarto: equivalente de riesgo coronario.

Hipertensión Arterial:

La hiperinsulinemia compensadora de la insulinorresistencia produce hiperestimulación simpática y vasoconstricción, incremento del gasto cardíaco, aumento de la reabsorción renal de sodio y de ello deriva la presencia clínica de HTA. Estas acciones contrarrestan las acciones habituales de la Insulina como vasodilatador en obesos e hipertensos. Se calcula que el 50% de los pacientes con HTA padecen insulinorresistencia. Es notable que los pacientes con Insulinomas pero sin insulina resistencia no padecen HTA.

Dislipidemia:

El perfil aterogénico antes descrito se asocia generalmente a cifras de Colesterol LDL normales o sólo marginalmente elevadas aunque con predominio de partículas pequeñas y densas.
La obesidad abdominal con perímetro mayor de 102 cm en hombres y 88 cm en mujeres constituye el sitio de producción de la dislipidemia del Síndrome Metabólico.
En presencia de insulinorresistencia el adipocito visceral es más sensible a las hormonas lipolíticas con glucocorticoides y catecolaminas. Esto genera mayor liberación de ácidos grasos libres al sistema portal que funciona como sustrato hepático para la transformación en Triglicéridos y VLDL. La hidrólisis de estas moléculas producen LDL pequeñas con alto valor predictivo de enfermedad coronaria. Estos y otros componentes del cuadro son intensamente proaterogénicos y producen precozmente disfunción endotelial que se considera el proceso inicial de la aterogénesis.

Elevadas concentraciones de ácidos grasos libres alteran la vasodilatación dependiente del endotelio vía óxido nítrico sintetasa . La asociación con insulinorresistencia aporta dislipidemia, sustancias proinflamatorias, procoagulantes y facilitan la aterogénesis y enfermedad macrovascular.
Otras condiciones asociadas a la insulinorresistencia que se comportan como factores de riesgo son: Microalbuminuria, Hiperfibrinogenemia, incremento del PAI 1.

Tratamiento del Síndrome Metabólico:

Los objetivos primarios del tratamiento son: prevención de la DBT II y de los episodios cardiovasculares. De acuerdo con la Asociación Americana de Diabetes el punto inicial es la modificación del estilo de vida.

El estudio finlandés de prevención de la DBT concluye que el riesgo de DBT II puede reducirse en un 58% con cambios de hábitos. También se ha demostrado la utilidad del uso de Metformina asociado a cambios alimentarios y ejercicios.
Un cuadro multipatológico suele requerir un régimen de varias drogas para su tratamiento eficaz.

Las metas propuestas son:

TA 128-75 mm Hg.
LDL Colesterol menor a 100 mg-dl.
Triglicéridos menores a 150 mg-dl.
HDL Colesterol mayor a 40 mg-dl en hombres o 50 mg-dl en mujeres.


Se reconocen 4 clases de fármacos útiles en el Síndrome Metabólico:

1. Estatinas.
2. Inhibidores de la Enzima Convertidota (IECA).
3. Fibratos.
4. Tiazolindiendionas.

Estatinas:

El beneficio de estas drogas en diabéticos ha sido probado en diversos ensayos clínicos: CARE, LIPID, 4S, WOSCOPS entre otros. Sus acciones hipolipemiantes y pleiotrópicas parecen ser las responsables de la disminución de los episodios cardiovasculares. Las Estatinas no alteran la sensibilidad a la insulina que se asocia a incremento de la PCR hs. Estas drogas son capaces de descender los niveles de PCR aunque muchos de sus posibles mecanismos aún no están suficientemente develados.
Estudios como el HPS han probado que las estatinas reducen la incidencia de IAM, y stroke

En portadores de coronariopatía, DBT o historia previa de stroke se establece una acción preventiva sostenida a lo largo del tiempo (5 años) así como en mayores de 75 años.
Sin importar el nivel de Colesterolemia, las estatinas deberían indicarse en pacientes con historia de enfermedad cardiaca, stroke, DBT o arteriopatía periférica.. En el estudio HPS la reducción de episodios graves fu del 25% al 30%.

Fibratos:

Las drogas del grupo del ácido fíbrico: Clofibrato, Gemfibrozil y Fenofibrato producen regresión de la dislipidemia asociada al Síndrome Metabólico.
Estudios como el DAIS mostraron que en individuos diabéticos tratados con Fenofibrato se registró un 10% de disminución en los niveles de Colesterol total, 7% en el LDL, 30% en Triglicéridos y 6% de incremento en el HDL.
El Fenofibrato produjo redistribución de las LDL pequeñas y densas en partículas mayores menos aterogénicas.

IECA:

El estudio HOPE analizó la capacidad del Ramipril para disminuir las complicaciones micro y macrovasculares en pacientes con DBT. Al incluir pacientes sin diabetes en uno de sus brazos pudo demostrar una reducción del 34% en la aparición de DBT (prevención primaria).
Hay varias teorías que intentan explicar el fenómeno:
1. Prevención de la pérdida de K esencial para el funcionamiento de las células Beta pancreáticas.
2. Vasodilatación que mejora la perfomance pancreática y la captación muscular de Insulina.
3. Incremento de los niveles de bradikininas, de la producción de óxido nítrico y de la captación de Glucosa por el músculo.

Tiazolinendionas:

Los sensibilizadores de la Insulina están indicados en el Síndrome Metabólico como agentes de prevención primaria.
Pioglitazona y Rosiglitazona activan receptores de membrana que mejoran la captación de Glucosa en el tejido adiposo y muscular así como reducen la producción de Glucosa.
Mejoran la utilización de la Insulina sin incrementar su producción corrigiendo la hiperinsulinemia mejorando la hiperglucemia basal y postprandial.  Han demostrado beneficios sobre la dislipidemia disminuyendo TGD, ácidos grasos libres e incrementado el HDL. No disminuyen el Colesterol LDL pero mejoran la relación entre partículas pequeñas y densas y las de mayore volumen.

También disminuyen los niveles de PAI 1,  Fibrinógeno y las cifras de TA y microlabuminuria. Esto se debe a mejorías en la función endotelial y al incremento de la producción de óxido nítrico.

Otros Agentes:

Debe mencionarse el rol del Acido Nicotínico, alfa bloqueantes, estrógenos y alcohol.
Se encuentra en investigación un nuevo grupo de fármacos que inhiben la acción de la11 beta hydroxiesteroide dehidrogenasa tipo 1 responsable del mecanismo molecular de la obesidad abdominal y el Síndrome metabólico.