Ahorro de luz diurna
Efectos del cambio horario sobre el reloj circadiano de los seres humanos
El ritmo circadiano humano no se ajusta a los cambios horarios de primavera y otoño para el ahorro de luz diurna.
Autor/a: Dres. Kantermann T, Juda M, Merrow M y Roenneberg T
Una cuarta parte de la población mundial es sometida a un cambio horario de 1 hora 2 veces al año para el ahorro de luz diurna. Esto supone una modificación en los relojes sociales, pero no en los medioambientales (por ejemplo, el amanecer). El impacto del cambio de hora para el ahorro de luz no se ha comprendido por completo. Los relojes circadianos utilizan la luz diurna para sincronizar el ambiente de los organismos. La sincronización es tan exacta que los seres humanos se ajustan a la progresión este-oeste del amanecer dentro de una determinada zona horaria. A pesar de que aproximadamente 1.6 miles de millones de personas en todo el mundo experimentan el fenómeno del cambio de horario para ahorrar luz diurna, pocos estudios evaluaron su impacto sobre la fisiología y la conducta de los seres humanos. En esta reseña se describen algunos de los estudios realizados y se presentan los efectuados por los autores.
Estudios realizados
Uno de los estudios realizados sobre el impacto del cambio horario para el ahorro de luz diurna no encontró efectos sobre los trastornos psiquiátricos, mientras que otros trabajos han investigado el efecto sobre los accidentes de tránsito con resultados no concluyentes. Los ensayos sobre la conducta de los individuos sometidos a estos cambios son escasos. Monk y Folkard (65 sujetos, 6 días antes y 11 días después del cambio de horario otoñal) mostraron un ajuste total del horario al despertarse luego de 5 días; Nicholson y Stone registraron electroencefalogramas durante el sueño y concluyeron que la estructura del sueño se ajustó varios días después del cambio horario realizado en primavera. El estudio más amplio (Monk y Aplin), realizado en 101 individuos, halló un ajuste instantáneo de la hora de irse a dormir después del cambio de horario en primavera y otoño, mientras que el ajuste de la hora de despertarse tomó aproximadamente 1 semana. El estudio de Valdez y colaboradores, el de mayor duración, de 4 semanas respecto del cambio de horario de primavera, halló diferencias entre los individuos en el ajuste (de 1-2 días hasta 2 semanas), pero no observaron efectos en el cambio horario realizado en el otoño. La primera investigación (Lahti y colaboradores) que consideró las preferencias de los individuos halló una reducción en la duración del sueño de aproximadamente 1 hora después del cambio de horario en primavera, a la mañana y a la noche. Si bien los horarios de las actividades se ajustaron inmediatamente, las horas de sueño tomaron 1 semana.
El estudio de los efectos del ahorro de luz diurna con los cambios de horario de primavera y otoño comprende la capacidad potencial de adaptación de los individuos a un nuevo horario social y, por lo tanto, debería considerarse el cronotipo, es decir, la fase individual de sincronización, que difiere sustancialmente en una población determinada. Según el genotipo, el sexo, la edad y la exposición solar, los relojes biológicos adoptarán una fase diferente de relación con el amanecer. La evaluación del ajuste de los relojes biológicos a los cambios de horario para el ahorro de luz diurna en latitudes no ecuatoriales se confunde con el hecho de que las horas del amanecer y del crepúsculo también cambian. La hora del amanecer se modifica rápidamente cerca de la transición horaria para el ahorro de luz diurna de primavera y, en menor magnitud, cerca del cambio de horario de otoño. Dado que la luz diurna es el sincronizador predominante del sistema circadiano del ser humano, es poco probable que se ajuste rápidamente a las transiciones abruptas y puramente sociales de los cambios horarios para el ahorro de luz diurna. Los cronotipos distintos responden en forma diferente a los cambios horarios. La mayoría de las personas se ajusta más rápidamente a los retrasos que a los adelantos.
Los autores investigaron la adaptación del reloj circadiano humano tanto a la estación del año como al cambio horario para aprovechar la luz diurna con 2 enfoques. Primero se utilizó una base de datos para evaluar los efectos de los cambios de estación sobre el sueño a nivel poblacional y, luego, se realizó un ensayo longitudinal para describir la adaptación a los cambios horarios para aprovechar la luz diurna a nivel individual. En una primera fase, se evaluaron los datos de más de 55 000 personas de Europa Central a partir de la base de datos Munich ChronoType Questionnaire, que valoró el cronotipo de modo cuantitativo, y se observó que las horas de sueño siguen la progresión estacional del amanecer en el horario estándar, pero no cuando se realiza el cambio horario para aprovechar mejor la luz diurna.
En la segunda fase, los investigadores analizaron las horas de sueño y la actividad durante 8 semanas en cada transición de cambio horario para el ahorro de luz diurna (4 semanas antes y 4 después de los cambios horarios de otoño y primavera en el año 2006 y 2007, respectivamente) en 50 sujetos en los que se evaluó la fase individual de ajuste o sincronización. Ambos parámetros se ajustaron rápidamente al cambio de horario efectuado en el otoño, pero el tiempo de actividad no se ajustó al cambio realizado en la primavera, especialmente en los cronotipos nocturnos. Los resultados mostraron que los ajustes a los cambios horarios para el ahorro de luz diurna son específicos del cronotipo. Los investigadores concluyeron que el sistema circadiano humano no se ajusta a los cambios horarios de primavera y otoño para el ahorro de luz diurna y que su adaptación estacional a los fotoperíodos está alterada por la introducción del horario de verano. Esta desorganización podría extenderse a otros aspectos de la biología estacional de los seres humanos.