Dosificación

Corrientes diadinámicas o de Bernard

El efecto fisiológico y terapéutico de las corrientes diadinámicas no depende solamente de la cualidad, sino también, en gran medida, de la intensidad de corriente.

Autor/a: Dr. Enrique Barroca, Profesor titular de la Cátedra de Fisioterapia y Climatoterapia en la Universidad de Buenos Aires

Fuente: Año 7/ Vol. V/ 2010

Indice
1. Desarrollo
2. Bibliografía

El efecto fisiológico y terapéutico de las corrientes diadinámicas no depende solamente de la cualidad, sino también, en gran medida, de la intensidad de corriente. Un efecto perceptible sobreviene sólo después de haberse alcanzado un determinado umbral de estimulación particular sensorial y motor o vegetativo, que puede cambiar conforme a la condición patológica. En concordancia con la cualidad de la corriente, el umbral de estimulación sensorial aumenta en mayor o menor escala, y en forma más rápida o lenta en primer término, y más tarde, en forma parcial, el umbral de estimulación motor. Asimismo, depende de la intensidad requerida para el efecto deseado, del tamaño de los electrodos y del área atravesada por la corriente. Por tanto, no es prudente emplear en forma sistemática intensidades definidas; en la terapia diadinámica, es preferible una dosificación individual exacta.

Como regla general, después de ajustar una corriente continua de 2 a 3 mA, se aumenta en forma lenta y continua la intensidad del componente diadinámico (evitando intercalar alteraciones abruptas) dentro de un lapso de 20 a 45 segundos, de modo tal que el paciente perciba la corriente con una clara sensación de vibración y tirantez (después de un cosquilleo incipiente) pero sin sentir dolor alguno. Una fuerte sensación urente indica que se ha transgredido el límite de tolerancia y se está en presencia de una dosis excesiva. Como norma hay que cuidar que no sobrevenga una contracción continua de los músculos en el lugar de la aplicación.

Tiempo de aplicación

La duración de las corrientes diadinámicas debe circunscribirse a unos pocos minutos, ya que el efecto terapéutico se reduce a consecuencia de una aplicación muy prolongada (efecto de habituación). Si durante una sesión los electrodos son aplicados en diversos lugares, uno tras el otro, como en el caso del tratamiento de un síndrome ciático, resulta aconsejable acortar la duración de cada aplicación subsiguiente, empleándose por ejemplo, tres minutos para el primer tratamiento, dos minutos para el segundo y uno para cada aplicación posterior. Como regla general, el tiempo total de aplicación no debe exceder los 10 o 12 minutos durante una sesión.

Elección de los electrodos

A los electrodos que se utilizan se les denomina de superficie, y tienen las siguientes características:

Pueden ser de placa de 50 o 100 cm2 de superficie. Al emplear electrodos pequeños se concentra más y se localiza en forma más compacta el flujo de corriente que en el caso de los electrodos grandes. Si la corriente debe ser transmitida por una porción extensa se recomienda emplear electrodos de placa de tamaño adecuado, tales como los utilizados en otros métodos de la terapia con bajas frecuencias.

Los electrodos de placa también son útiles para áreas de aplicación de menor extensión, a condición de que no se cambien de lugar durante el tratamiento y que circunstancias locales no estorben su fijación. Sus formas pueden ser cuadradas o rectangulares. Sin embargo, en la terapia diadinámica, se emplean con mayor frecuencia electrodos de copa especiales que contienen tanto el electrodo metálico (en el interior) como la esponja viscosa. Estos electrodos de copa (se suministran en dos tamaños) son aplicados en el lugar de tratamiento, ya sea con dos mangos o, preferentemente, con la horquilla de electrodos; ésta ofrece ventajas especiales, ya que es ajustable: el kinesiólogo necesita solamente una mano para aplicar los dos electrodos, quedándo libre la otra para regular la intensidad de corriente en el aparato.

La fijación ideal es aquella que está constituida por una venda de caucho acompañada de una hebilla de material plástico. También se puede recurrir a las vendas de caucho perforadas. La piel debe estar perfectamente limpia y desengrasada (alcohol-éter) antes de colocar los electrodos.

El algodón hidrófilo, la gamuza o las esponjas viscosas, deben estar perfectamente embebidas en agua corriente y tibia (algunos autores recomiendan agua salada al 7%).

Técnicas de aplicación

• Punto doloroso
• Tronco nervioso
• Paravertebral
• Gangliotrópica específica
• Vasotrópica
• Mioenergética
• Transregional

Punto doloroso

En este caso se aplica un pequeño electrodo de copa directamente sobre el punto doloroso; es preferible cuando está conectado con el polo negativo, ya que de esta manera se aprovechan los efectos polares de la corriente galvánica. Por regla general se aplica el otro electrodo de copa en las inmediaciones del primero, a una distancia aproximada de 2 a 3 cm.

También se emplea ocasionalmente la llamada técnica monopolar, en la que se aplica el pequeño electrodo activo sobre el punto doloroso y otro grande inactivo en forma proximal sobre la extremidad o en el sector radicular nervioso, correspondiente a la región del tratamiento (Figura 1).

Figura 1. Aplicación sobre punto doloroso

Tronco nervioso

Los electrodos se colocan en el recorrido del nervio afectado; también se pueden utilizar los puntos de Valleix. En este caso la técnica indicada será la monopolar, ubicando el electrodo dispersivo en la columna vertebral.

Paravertebral

En este caso se aplican los electrodos en forma bilateral, o a lo largo de la columna vertebral, evitando su aplicación sobre los jalones óseos ya que pueden producir quemaduras.

Gangliotrópica específica

Se emplean los electrodos de copa pequeños, adaptados a la horquilla correspondiente. Uno se coloca sobre el ganglio vegetativo (por ejemplo: ganglio estrellado) y el otro, igual que en la aplicación del punto doloroso, a unos 2 cm de distancia.

Vasotrópica

Es la aplicación que se realiza en los casos de trastornos circulatorios periféricos. Los electrodos se colocan de acuerdo al curso de la circulación sanguínea (Figura 2).

Figura 2. Aplicación Vasotrópica

Mioenergética

Se utiliza en primer término para los ejercicios musculares. Los electrodos son aplicados sobre cada extremo de la región del vientre muscular, de modo tal que la corriente atraviese la musculatura en toda su longitud (técnica bipolar). Asimismo, en algunos casos se puede emplear la llamada técnica monopolar, en la cual se emplaza un pequeño electrodo activo sobre el punto motor de estimulación del músculo respectivo, colocando otro grande inactivo en distancia próxima del anterior.

Transregional

Para este propósito se emplean generalmente los grandes electrodos de placa; por ejemplo, para la penetración de una articulación (Figura 3).

Figura 3. Aplicación transregional

Número de sesiones

Generalmente, una sola sesión no es suficiente para obtener un efecto terapéutico persistente. Si bien después de dos o tres sesiones han desaparecido los síntomas patológicos (especialmente los dolores), como ocurre en muchos casos, es recomendable añadir otras dos o tres con el propósito de estabilizar el efecto analgésico o hiperemiante. Los intervalos entre las diferentes sesiones de una serie de tratamiento no deberían sobrepasar las 48 horas. Especialmente en todas las condiciones dolorosas agudas se ha evidenciado favorable la repetición diaria de las sesiones, y se recomienda aplicar el tratamiento dos o tres veces durante las primeras 24 horas.

En algunos casos se comprobará que tampoco es suficiente una serie de seis sesiones de tratamiento. Sin embargo, las experiencias han demostrado que resulta aconsejable interrumpirlo por una semana después de la sexta o séptima sesión, prosiguiendo la terapia después de este intervalo. Esta interrupción evita el efecto de habituación, el cual reduciría la acción terapéutica de las corrientes diadinámicas.

Cambio de polaridad

Las opiniones divergen mucho acerca de la rentabilidad de invertir la polaridad durante la aplicación en un mismo lugar. Antes de alterar el sentido de la corriente del electrodo aplicado sobre la piel es imprescindible, en todos los casos, disminuir prácticamente a cero la intensidad del componente Galvánico y Diadinámico, y aumentarla después de haber cambiado la polaridad.

Indicaciones generales

La aplicación de la terapia diadinámica ha demostrado óptimos resultados en los siguientes casos:

Afecciones del aparato osteoarticular y locomotor:

Distensiones, condiciones consecutivas a luxaciones o subluxaciones, contusiones, distensiones musculares, anquilosis osteoarticular, epicondilitis, epitrocleitis, Dupuytren, periartritis escapulohumeral, síndrome de Sudek, mialgias (lumbalgias, cervicálgias, tortícolis) y atrofias musculares.

Trastornos circulatorios:

M Raynaud, endoarteritis obliterante (en períodos incipientes), hemicránea, acrocianosis y varicosis.

Lesiones de los nervios periféricos:

Neuralgias, neuritis, radiculopatías y herpes zoster.

Asimismo, se ha recomendado la terapia de las corrientes diadinámicas de Bernard en los casos de discinesia de los conductos biliares, estreñimiento atónico y espástico, enteroptosis, ptosis y trastornos involutivos del útero, entre otros. No obstante, faltan todavía las confirmaciones concernientes a los resultados satisfactorios referidos por Bernard de parte de otros autores.

Conclusiones

Esta terapéutica permite al profesional actuar en múltiples afecciones dolorosas de origen diverso. Presenta una limitada cantidad de contraindicaciones, a diferencia de otras formas de tratamiento fisioterapéutico, que en algunos casos impiden el adecuado abordaje y la correcta dosificación.