Estrategias poblacionales

Dieta Mediterránea y prevención de enfermedades cardiovasculares

En las personas con riesgo cardiovascular elevado, la dieta Mediterránea suplementada con aceite de oliva extra virgen o frutas secas redujo la incidencia de eventos cardiovasculares mayores.

Autor/a: Ramón Estruch, Emilio Ros, Jordi Salas-Salvadó, Maria-Isabel Covas, Dolores Corella, Fernando Arós, et al., investigadores del estudio PREDIMED.

Fuente: N Engl J Med 2013;368:1279-90.

Indice
1. Artículo
2. Referencias

 

 



La dieta Mediterránea tradicional se caracteriza por una ingesta elevada de aceite de oliva, frutas frescas, frutas secas, vegetales y cereales; la ingesta moderada de pescado y aves de corral; el bajo consumo de productos lácteos, carne roja, carnes procesadas y dulces; y el consumo moderado de vino en las comidas.  Estudios de observación de cohortes y un estudio de prevención secundaria e(estudio Lyon Diet Heart) también han arribado a la conclusión de que la adherencia a la dieta Mediterránea aporta beneficios para el riesgo cardiovascular. Una revisión sistemática calificó a la dieta Mediterránea como el modelo de dieta que tiene más posibilidad de brindar protección contra la enfermedad coronaria. Estudios clínicos pequeños han comprobado  mecanismos biológicos probables para explicar los efectos saludables de este modo de alimentación.

Métodos

Se trata de un estudio multicéntrico realizado en España con participantes que tenían un riesgo cardiovascular elevado pero sin enfermedad cardiovascular en el momento de ingresar al estudio, y que fueron asignados al azar para seguir una de las 3 dietas siguientes:

a) dieta Mediterránea suplementada con aceite de oliva extra virgen
b) dieta Mediterránea suplementada con frutas secos
c)  dieta control (se aconsejó seguir una dieta hipograsa).

Los participantes recibieron sesiones educativas cuatrimestrales y semestrales, dependiendo del grupo al que fueron asignados como así la provisión libre de aceite de oliva extra virgen y frutas secas o pequeños regalos no comestibles, respectivamente. El punto final primario fue la tasa de eventos cardiovasculares mayores (infarto de miocardio, accidente cerebrovascular o muerte por causas cardiovasculares). Basados en los resultados de un análisis provisorio, los investigadores interrumpieron el estudio luego de un seguimiento medio de 4,8 años.

Resultados

Se enrolaron 7.447 personas de 55 a 80 años, el 57% de las cuales eran mujeres. Los dos grupos que siguieron la dieta Mediterránea tuvieron una buena adherencia a la intervención, según el propio informe de cada individuo y el análisis de los biomarcadores. En 288 participantes ocurrió uno de los eventos preestablecidos como punto final primario. La razón de riesgo ajustada por múltiples variables fue 0,70 y 0,72 para los grupos asignados a la dieta Mediterránea suplementada con aceite de oliva extra virgen (96 eventos) y a la dieta Mediterránea suplementada con frutas secas (83 eventos), respectivamente, versus 109 eventos en el grupo control. No se reportaron efectos adversos relacionados con la dieta.



 

Comentarios

En este estudio se comprobó que la adherencia a una dieta Mediterránea sin restricción calórica, suplementada con aceite de oliva extra virgen o frutas secas se asoció con: la reducción del riesgo absoluto, de aproximadamente 3 eventos cardiovasculares mayores por 1.000 personas-año, con una reducción del riesgo relativo de casi el 30% en las personas de alto riesgo que inicialmente estaban libres de enfermedad cardiovascular.

Estos resultados confirman los beneficios de la dieta Mediterránea sobre el riesgo cardiovascular y tienen una importancia particular dado lo difícil que es descender de peso y mantenerlo.  El estudio de prevención secundaria Lyon Diet Heart también mostró una gran reducción de las tasas de eventos por enfermedad coronaria luego de la aplicación de una dieta Mediterránea modificada, enriquecida con ácido alfa linolénico (un integrante importante de las nueces). Sin embargo, este resultado se basó solamente en unos pocos eventos mayores.

En el presente estudio hubo pequeñas diferencias entre los grupos en cuanto a algunas características basales, las cuales no tuvieron importancia clínica pero sí fueron estadísticamente significativas. Por este motivo los autores hicieron ajustes relacionados con esas variables, cuyo análisis mostró resultados importantes para los puntos finales cardiovasculares combinados y el accidente cerebrovascular, pero no para el infarto de miocardio solo.

Los autores sostienen que esto podría deberse a los efectos más pronunciados de la dieta sobre los factores de riesgo específicos para el accidente cerebrovascular, pero también a un poder estadístico menor para identificar los efectos sobre el infarto de miocardio. “Nuestros hallazgos,” dicen, “coinciden con aquellos estudios de observación previos sobre los beneficios cardiovasculares de la dieta Mediterránea, el aceite de oliva y las frutas secas; con trabajos más pequeños que evaluaron los efectos sobre los factores de riesgo cardiovasculares tradicionales y otros factores de riesgo más nuevos (como los marcadores de oxidación, inflamación y disfunción endotelial) y, con los estudios de las condiciones asociadas a un riesgo cardiovascular elevado—a saber, síndrome metabólico y diabetes. Por lo tanto, es muy posible que la dieta Mediterránea tenga un papel biológico importante en la prevención cardiovascular.  Estos resultados podrían explicar, en parte, la menor mortalidad cardiovascular en los países del Mediterráneo comparados con los del norte de Europa o Estados Unidos.”

El riesgo de accidente cerebrovascular se redujo significativamente en los dos grupos que siguieron la dieta Mediterránea. Esto coincide con los estudios epidemiológicos que han mostrado una asociación inversa entre la dieta Mediterránea o el consumo de aceite de oliva y el accidente cerebrovascular incidente. Los resultados se comparan favorablemente con los del Women’s Health Initiative Dietary Modification Trial, en el cual, ell consumo de una dieta hipograsa brindó beneficios cardiovasculares.

Según informan los autores, los componentes más sobresalientes de la dieta Mediterránea asociados con una mejor supervivencia son el consumo moderado de etanol (principalmente del vino), el bajo consumo de carne y derivados y, un elevado consumo de vegetales, frutas frescas, frutas secas, legumbres, pescado y aceite de oliva. Es posible que exista una sinergia entre los alimentos ricos en nutrientes incluidos en la dieta Mediterránea que fomentan cambios favorables en las vías intermedias del riesgo cardiometabólico, como los lípidos sanguíneos, la sensibilidad a la insulina, la resistencia a la oxidación, la inflamación y la reactividad vascular.
 
Entre las limitaciones del estudio se mencionan: primero, el protocolo para el grupo control fue modificado en la mitad del estudio. La menor intensidad de la intervención dietética en el grupo control durante los primeros años podría haber causado un sesgo hacia un beneficio para los grupos que siguieron la dieta Mediterránea, dado que los participantes de ambos grupos recibieron  una intervención más intensa. Sin embargo, no se hallaron interacciones entre el período de enrolamiento (antes vs. después del cambio de protocolo) y el beneficio para los grupos que siguieron la dieta Mediterránea.

Segundo, hubo deserciones durante el seguimiento, predominantemente en el grupo control, pero los participantes que abandonaron el estudio tenían un perfil de riesgo cardiovascular basal peor que aquellos que permanecieron en el estudio, indicando un sesgo hacia un beneficio en el grupo control. Tercero, los resultados son poco generalizables debido a que los participantes vivían en un país del Mediterráneo y tenían un riesgo cardiovascular elevado.

Se requiere más investigación para establecer si los resultados pueden generalizarse a las personas con riesgo más bajo o de otros contextos. Como sucede con muchos estudios clínicos, las tasas de eventos cardiovasculares observadas fueron más bajas que las esperadas, con un poder estadístico menor para evaluar por separado los componentes del punto final primario. Sin embargo, se observaron tendencias favorables tanto para el accidente cerebrovascular como para el infarto de miocardio.

Los autores reconocen que, aun considerando que los participantes del grupo control recibieron el consejo de reducir el consumo de grasas, los cambios en la grasa total fueron pequeños y las diferencias más grandes al final del estudio se observaron en la distribución de los subtipos de grasa. Las intervenciones fueron realizadas para mejorar el patrón alimentario general, pero las mayores diferencias correspondieron al tipo de suplemento dietario. Por lo tanto, finalizan los autores, al aceite de oliva extra virgen y las frutas secas probablemente fueron los responsables de la mayoría de los beneficios observados en los grupos que siguieron la dieta Mediterránea.

También se observaron diferencias con el pescado y las legumbres, no así con otros grupos de alimentos.  Las pequeñas diferencias en las dietas entre los grupos durante el período del estudio probablemente se deben al hecho de que la dieta basal de la mayoría de los participantes era similar a la dieta Mediterránea del estudio, y a que el grupo control recibió recomendaciones sobre una dieta saludable, indicando un beneficio potencialmente superior al de la dieta Mediterránea en comparación con las dietas occidentales.

En conclusión, dicen los autores, “en este estudio de prevención primaria hemos observado que una dieta Mediterránea sin restricción calórica, suplementada con aceite de oliva extra virgen o frutas secas produjo una reducción importante del riesgo de eventos cardiovasculares mayores en personas de alto riesgo. Los resultados confirman los beneficios de la dieta Mediterránea para la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular.”

♦ Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti