La coriorretinopatía serosa central se caracteriza por el desarrollo de desprendimiento de la retina neurosensorial, especialmente en el polo posterior. En la mayoría de los pacientes se resuelve sola con buen pronóstico visual. Sin embargo, en 10 a 20% de los casos, los pacientes pueden tener una pérdida progresiva de visión debido al desprendimiento persistente de la retina serosa, degeneración macular cistoide o descompensación del epitelio pigmentario retiniano.
La patogénesis de la enfermedad no está del todo esclarecida. Estudios actuales enfatizan el rol de la coroides en la patología. Mediante angiografía se puede observar probable hiperpermeabilidad coroidal, también mediante TCO se verá una coroides engrosada tanto en el ojo con CRSC como en el otro ojo.
Se ha notado una asociación de CRSC con altos niveles de cortisol ya sea por secreción endógena como en el síndrome de Cushing, por estrés o debido a tratamiento con esteroides.
Aunque no se conoce exactamente cómo funcionan los corticosteroides sobre la coroides, se cree que tienen efectos sobre la autorregulación vascular, potenciación de la reactividad vascular o efecto esteroide protrombotico. Un estudio reciente concluyó que los glucocorticoides activan los receptores mineralocorticoides y podrían agravar la CRSC.
Los tratamientos que se recomiendan para la CRSC son terapia fotodinámica con verteporfin, que reduce la permeabilidad de los vasos coroidales, tratamiento intravítreo anti factor de crecimiento endotelial vascular y tratamiento farmacológico sistémico que modifique el metabolismo glucocorticoide y mineralocorticoide.
La rifampicina, es un antibiótico muy utilizado en el tratamiento de la tuberculosis y lepra. Recientemente se ha informado que tiene efectos antioxidantes, antiapoptocicos antiantiogénicos. Se sabe que induce el citocromo P450 3A4, con potencial para modificar el metabolismo de los esteroides y así mejorar la CRSC.
El objetivo del presente estudio piloto fue evaluar prospectivamente la eficacia de rifamcinina oral administrada durante tres meses en casos de CRSC crónica, con fluidos persistentes y pérdida de visión.
Pacientes y métodos: Los pacientes con CRSC crónica, con fluidos subretinianos persistentes durante tres meses, fueron tratados con rifampicina 300 mg dos veces por día, durante tres meses, con un seguimiento de seis meses. Todos los pacientes fueron sometidos a un examen ocular completo, tomografía de coherencia óptica de dominio espectral mensual, angiografía fluoresceínica en línea de base y al finalizar el estudio. Se trató de determinar 1) Si se redujeron los fluidos subretinianos, 2) si mejora la visión y 3) si disminuye el espesor de la coroides.
El presente estudio es el primer estudio prospectivo que demuestra la eficacia de rifampicina contra la CRSC prolongada. Se describió una serie de 14 ojos de 12 pacientes con diagnóstico de CRSC asociado a deterioro visual, tratados con Rifampicina 300mg, dos veces al día, durante tres meses.
Nueve de los catorce ojos mostraron mejoría o resolución de fluidos subretinianos. El espesor de la mácula central mejoró rápidamente, de 350 µ en línea de base a 262 µ al primer mes y se mantuvo estable durante los tres meses de tratamiento y los posteriores tres meses de seguimiento. La agudeza visual mejoró durante el periodo de tratamiento en la mayoría de los ojos de 0,5 Log MAR en línea de base a 0,3 LogMAR a los tres meses. Sin embargo, esta mejora no fue estadísticamente significativa, probablemente debido a daño irreversible de los fotorreceptores por la cronicidad de la patología en la mayoría de los pacientes.
En la actualidad, no hay consenso en cuanto al tratamiento de la CRSC crónica y se están investigando nuevos tratamientos.
La rifampicina induce el citocromo P450 3A4, que acelera el metabolismo de esteroides, reduciendo su nivel en plasma. Además, otro mecanismo responsable de la mejoría podría ser la inhibición de angiogénesis. Se ha demostrado que aun en dosis reducidas Rifampicina logra regular la expresión de un amplio espectro de genes asociados a angiogénesis en las células endoteliales, evitando la proliferación y migración de dichas células.
Los efectos colaterales más comunes de rifampicina son aumento de enzimas hepáticas, de nitrógeno úrico, de ácido úrico, dolor de cabeza, molestias gastrointestinales, erupción, anorexia y síntomas gripales. Los efectos graves podrían incluir hepatitis, anormalidades hematológicas, fallas renales, anafilaxis, psicosis, síndrome Stevens Johnson y necrolisis epidérmica tóxica. Asimismo, tiene interacciones con una importante cantidad de drogas.
Todos los pacientes del presente estudio fueron sometidos a estudios completos de sangre y de las funciones renal y hepática antes de ingresar al estudio. Dos pacientes sufrieron efectos adversos durante el estudio. Un paciente con hipertensión, tratado con amlodipina sufrió un aumento de presión sanguínea. Al discontinuar el tratamiento con rifampicina, se normalizó la presión sanguínea. Otro paciente fue internado con colecistitis, que podría haber sido provocada por la droga.
Fotografías de fondo de ojo y angiografía fluoresceínica de paciente N° 4 en línea de base. A) fotografía ojo derecho mostrando cambios atróficos del epitelio pigmentario retiniano (flecha negra), b) foto ojo izquierdo mostrando hiperpigmentación temporal (flecha negra), c-d) angiografía de ojo derecho mostrando múltiples puntos hiperfluorescentes (círculo rojo) y punto hiperfluorescente con filtración tardía (flecha roja), e-f) angiografía fluoresceínica del ojo izquierdo mostrando múltiples puntos hiperfluorescentes (círculo rojo) y y punto hiperfluorescente con filtración tardía (flecha roja).
Conclusiones: La rifampicina oral puede constituir una buena opción terapéutica en pacientes con coriorretinopatia serosa central crónica, prolongada.
Síntesis y traducción: Dr. Martín Mocorrea, editor responsable de Intramed en la especialidad de oftalmología.