Comportamientos alimenticios desordenados

Prevención de obesidad y desórdenes de la alimentación en adolescentes

Reporte clínico sobre prevención de obesidad y desórdenes de la alimentación en la adolescencia.

Autor/a: Neville H. Golden, Marcie Schneider, Christine Wood

Fuente: Pediatrics 2016; 138

Indice
1. Página 1
2. Referencias bibliográficas

INTRODUCCIÓN

La prevalencia de la obesidad infantil ha aumentado dramáticamente en las últimas décadas en los Estados Unidos y en otros países. La obesidad durante la adolescencia se asocia con una morbilidad médica significativa durante la edad adulta. Los trastornos de la alimentación (TDAs) son la tercera condición crónica más común en adolescentes, después de la obesidad y el asma.

La mayor parte de los adolescentes que desarrollan un TDA no eran obesos previamente, pero algunos adolescentes pueden malinterpretar lo que es la "alimentación saludable" y participar en conductas poco saludables, como saltarse comidas o el uso de las dietas de moda en un intento de "ser más saludable", lo que puede llevar al desarrollo de un TDA. Los mensajes de los pediatras acerca de la obesidad y la revisión de formas constructivas para controlar el peso pueden ser incorporados como forma de apoyo y segura en las visitas de atención de la salud. Evitando el lenguaje basado en el peso y utilizando técnicas de entrevista motivacional (EM) podría mejorar la comunicación y promover resultados exitosos cuando se proporciona asesoramiento sobre control de peso.

Los trastornos de la alimentación (TDAs) son la tercera condición crónica más común en adolescentes, después de la obesidad y el asma. 

Este informe clínico complementa los reportes existentes de la Academia Americana de Pediatría (AAP) sobre los TDAs y la prevención de la obesidad. El objetivo es abordar la interacción entre la prevención de la obesidad y los TDAs en adolescentes y hacer hincapié en que la prevención de la obesidad no promueve el desarrollo de los TDAs en los adolescentes. Este reporte proporciona al pediatra herramientas basadas en el consultorio y en datos empíricos para identificar conductas que predisponen tanto a la obesidad como a los TDA y proporciona orientación acerca de los mensajes de prevención de la obesidad y de los TDAs.

► CRECIENTE PREVALENCIA DE OBESIDAD EN LOS ADOLESCENTES

Los datos de la NHANES sobre prevalencia de obesidad en adolescentes reveló que en el período 2011-2012, el 20,5% de los jóvenes de 12 a 19 años eran obesos (IMC ≥ percentil 95 en función de las tablas de crecimiento de IMC para la edad específicas por sexo de los Centros para el Control de Enfermedades y Prevención). Combinando las definiciones de sobrepeso (IMC entre los percentiles 85 y 95) y obesidad, de acuerdo con los datos de la NHANES 2011-2012, el 34,5% de los jóvenes de 12 a 19 años tenían sobrepeso u obesidad.

Existen disparidades en los índices de obesidad entre las minorías de la juventud, siendo los adolescentes hispanos, indio americanos, y afroamericanos los que tienen la prevalencia más alta de obesidad. En los últimos 30 años, la tasa de obesidad en la infancia se ha más que duplicado, y la tasa de obesidad en la adolescencia se ha cuadruplicado. Sin embargo, datos más reciente de los últimos años entre 2003-2004 y 2011-2012 no revelaron cambios significativos en la prevalencia de la obesidad en jóvenes o en adultos. Aunque detener el aumento de la tasa de obesidad es un paso en la dirección correcta, la prevalencia de obesidad sigue siendo alta, y la carga del cuidado de la salud y los costos siguen siendo significativos.

► RELACIÓN ENTRE LA OBESIDAD EN LA NIÑEZ Y EL ESTADO DE SALUD EN LA ADULTEZ

La mayoría de los estudios encontraron que los niños y adolescentes que son obesos, especialmente aquellos en el rango más alto de percentiles de IMC, es más probable de sean obesos en la edad adulta. Las consecuencias para la salud de la obesidad se pueden manifestar durante la infancia, pero cuanto más tiempo una persona es obesa, mayor es el riesgo de que él o ella tengan problemas de salud en la edad adulta. Un IMC alto en la adolescencia aumenta el riesgo de diabetes del adulto y de enfermedad coronaria casi tres veces y cinco veces, respectivamente.

La diabetes tipo 2 es una de las complicaciones más graves de la obesidad infantil. Los riesgos de otras comorbilidades comunes, como hipertensión, perfiles lipídicos anormales, enfermedad de hígado graso no alcohólica, cálculos biliares, reflujo gastroesofágico, síndrome de ovario poliquístico, apnea obstructiva del sueño, asma, y problemas de huesos y articulaciones, aumentan significativamente tanto en adolescentes obesos como en adultos que eran obesos en la adolescencia. Además, preocupan significativamente las morbilidades psicosociales asociadas con la obesidad infantil, como la depresión, la falta de autoestima, y la mala calidad de vida.

La mayoría de los estudios encontraron que los niños y adolescentes que son obesos, especialmente aquellos en el rango más alto de percentiles de IMC, es más probable de sean obesos en la edad adulta. 

► PREVALENCIA DE TDAS EN NIÑOS y ADOLESCENTES Y LAS MODIFICACIONES DE LOS CRITERIOS DE DIAGNÓSTICO EN EL DSM-5

El inicio de los TDAs ocurre por lo general durante la adolescencia, con la prevalencia más alta en las chicas adolescentes, pero el incremento de los TDAs es reconocido cada vez más en niños de 5 a 12 años. El aumento de la prevalencia de las tasas también se observó en varones y los jóvenes de las minorías. El pico de edad de la aparición de la anorexia nerviosa (AN) es cerca de la mitad de la adolescencia, y la edad pico de aparición de la bulimia nerviosa (BN) es la adolescencia tardía. Aunque las tasas de incidencia global se mantuvieron estables, hubo un notable aumento en la incidencia de la AN en las chicas de 15 a 19 años. En los Estados Unidos de 1999 a 2006, las hospitalizaciones por TDAs aumentaron 119% en niños menores de 12 años.

La prevalencia a lo largo de la vida de AN, BN y trastorno de atracones de comida en las adolescentes son del 0,3%, 0,9% y 1,6%, respectivamente. La relación mujer-hombre reportada es de 9:1, pero se está reconociendo un número creciente de varones con TDAs, especialmente entre los grupos de edad más jóvenes. Los criterios de diagnóstico de AN y BN en el DSM-5 son menos estrictos que en el Manual de Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, Cuarta Edición, Revisión de Texto, por lo que el número de casos reportado es probable que aumente. Para AN, los criterios del 85% del nivel de peso corporal esperado y el criterio de amenorrea del Manual de Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, Cuarta Edición, Revisión de Texto, fueron eliminados en el DSM-5.

Para BN, las modificaciones del DSM-5 de la edición anterior incluyen la reducción del umbral de la frecuencia de atracones de comida y conductas compensatorias inapropiadas (vómito auto inducido, periodos de inanición, ejercicio compulsivo o el uso de laxantes, diuréticos, o pastillas para adelgazar) desde dos veces a la semana durante 3 meses a una vez por semana durante 3 meses.

El trastorno de atracones de comida ahora es oficialmente reconocido en el DSM-5 como un trastorno distinto caracterizado por episodios recurrentes de atracones al menos una vez a la semana durante 3 meses, pero sin comportamientos compensatorios, y está asociado con el desarrollo de obesidad.  La "AN atípica" describe un subgrupo de pacientes que perdieron una cantidad significativa de peso y luego volvieron a un peso normal, pero que siguen teniendo preocupaciones con la forma del cuerpo y el peso, comparable a los pacientes con AN "clásica".

► COMPLICACIONES MÉDICAS ASOCIADAS CON LOS TDAs

Las complicaciones médicas de los TDAs fueron bien descriptas. En general, las complicaciones médicas son el resultado de adaptaciones fisiológicas a los efectos de la malnutrición o consecuencia de conductas de control de peso no saludables. Los jóvenes que perdieron gran cantidad de peso o perdieron peso demasiado rápidamente pueden desarrollar hipotermia, bradicardia, hipotensión, y ortostatismo aunque su peso actual esté en el rango normal. La pérdida de peso rápida puede asociarse con pancreatitis aguda y con la formación de cálculos biliares.

Los trastornos electrolíticos puede ser secundarios a los vómitos auto inducidos o al uso de laxantes o diuréticos o se desarrollan cuando se reintroduce la comida después de períodos prolongados de restricción dietética (el llamado síndrome de realimentación). La restricción dietética puede conducir a la amenorrea primaria o secundaria en chicas adolescentes de peso incluso normal, como resultado de la supresión del eje hipotálamo-hipófisis-ovario, que está mediado en parte por la leptina. La amenorrea prolongada lleva a un estado de bajo estrógeno, lo que puede contribuir a osteoporosis.

► INTERACCIÓN ENTRE TDAs Y PREVENCIÓN DE OBESIDAD EN ADOLESCENTES

La mayoría de los adolescentes que desarrollan un TDA no tenían sobrepeso previamente. Sin embargo, no es inusual que un TDA comience con un adolescente "tratando de comer sano". Algunos adolescentes y sus padres malinterpretan los mensajes de prevención de la obesidad y comienzan a eliminar los alimentos que consideran "malos" o "poco saludables."

La Administración de Alimentos y Drogas de EEUU mandó hacer etiquetas con los factores nutricionales de los alimentos como porcentajes de los valores diarios basados en una dieta de 2000 Kcal. Las adolescentes moderadamente activas requieren aproximadamente 2200 Kcal/día, y los adolescentes moderadamente activos requieren 2800 Kcal/día para el normal crecimiento y desarrollo. Los adolescentes que son atletas requieren aún mayor ingestión de calorías. La adhesión estricta a una dieta de 2000 Kcal/día puede llevar a un déficit de energía y a una pérdida de peso en muchos adolescentes en crecimiento.

La mayoría de los adolescentes que desarrollan un TDA no tenían sobrepeso previamente. Sin embargo, no es inusual que un TDA comience con un adolescente "tratando de comer sano".

Los adolescentes con sobrepeso pueden adoptar comportamientos alimenticios desordenados al intentar bajar de peso. En estudios transversales, los adolescentes que tienen sobrepeso se demostró que presentan vómitos auto inducidos o usan laxantes con más frecuencia que sus pares de peso normal. Algunos adolescentes con sobrepeso u obesidad anteriormente pueden de esta manera desarrollar un TDA completo. En 1 estudio en adolescentes que buscaban tratamiento de un TDA, el 36,7% tenía un peso anterior mayor que el percentil 85 por edad y sexo.

Los primeros intentos de perder peso comiendo de forma sana pueden progresar a una grave la restricción dietética, saltarse comidas, períodos prolongados de hambre, o uso del vómito auto inducido, pastillas para adelgazar, o laxantes. Los intentos iniciales de aumentar la actividad física pueden progresar al ejercicio compulsivo y excesivo, incluso hasta el punto en el cual el adolescente se despierta por la noche para hacer ejercicio o continúa el exceso de ejercicio a pesar de la lesión. Los TDAs que se desarrollan en el contexto de la obesidad previa pueden presentar desafíos que retrasan el tratamiento del TDA.

En un primer momento, la pérdida de peso es alabada y reforzada por los miembros de la familia, los amigos, y el personal de salud, pero la preocupación excesiva por la pérdida de peso puede conducir a aislamiento social, irritabilidad, dificultad para concentrarse, profundo miedo a recuperar el peso perdido, y la distorsión de la imagen corporal. Si el pediatra sólo se centra en la pérdida de peso sin identificar los síntomas y signos de preocupación asociados puede perderse un TDA subyacente.

► ESTRATEGIAS DE MANEJO BASADAS EN LA EVIDENCIA ASOCIADAS CON OBESIDAD Y TDAS EN ADOLESCENTES

Estudios observacionales transversales y longitudinales identificaron los siguientes comportamientos asociados con la obesidad y los TDAs en adolescentes:

1. Hacer dieta. Hacer dieta, definida como la restricción calórica con el objetivo de la pérdida de peso, es un factor de riesgo tanto para la obesidad como para los TDAs. En un gran estudio de cohorte prospectivo en niños de 9 a 14 años (N = 16882) seguidos por 2 años, la dieta se asoció con un mayor aumento de peso y un aumento de las tasas de atracones en los niños y las niñas. Del mismo modo, en un estudio prospectivo observacional en 2516 adolescentes inscritos en el Proyecto Comer Entre Adolescentes (Proyecto EAT), seguidos por 5 años, las dietas se asociaron con un riesgo dos veces mayor de tener sobrepeso y 1,5 veces más riesgo de atracones de comida a los 5 años de seguimiento después ajustar por el peso basal. Stice y colaboradores mostraron que las niñas sin obesidad que hicieron dieta en el noveno grado fueron 3 veces más propensas a tener sobrepeso en el 12 grado en comparación con las que no hicieron dietas.

Estos hallazgos y otros sugieren que la dieta es contraproducente para los esfuerzos del manejo del peso. Estar a dieta también puede predisponer a los TDAs. En un gran estudio de cohorte prospectivo en estudiantes de 14 a 15 años seguidos por 3 años, la dieta fue el predictor más importante de desarrollar un TDA. Los estudiantes que restringieron severamente su aporte de energía y omitían comidas tuvieron 18 veces más probabilidades de desarrollar un TDA que los que no hicieron dieta; los que hicieron dieta a un nivel moderado tuvieron 5 veces más aumento del riesgo.

2. Comidas familiares. Las comidas familiares se asociaron con una mejor ingesta alimentaria y proporcionan oportunidades para modelar el comportamiento de los padres, a pesar de que las comidas familiares no se mostró que prevengan la obesidad en los grupos étnicos. Una mayor frecuencia de comidas familiares se asocia con la mejora de la calidad de la dieta, como se evidencia por el aumento del consumo de frutas, verduras, granos y alimentos ricos en calcio y fibra y la reducción del consumo de bebidas carbonatadas.

Las comidas en familia 7 o más veces por semana dieron como resultado que las familias consuman 1 porción más de frutas y verduras por día en comparación con las familias que no tenían las comidas juntos. Estas mejoras en la ingesta de la dieta se sostuvieron 5 años más tarde durante la edad adulta. Las comidas familiares también se demostró que protegen a las niñas de las alteraciones alimentarias. Más recientemente, un estudio prospectivo en más de 13000 preadolescentes y adolescentes encontró que las cenas familiares en la mayoría de los días o todos los días durante el año anterior fue protector contra laxantes, atracones de comida y dietas frecuentes.

La tendencia fue similar en chicas y varones, aunque no fue estadísticamente significativa en los varones. En las niñas, las comidas familiares que fueron percibidas como agradables tenían un efecto protector de los comportamientos de control extremo del peso. Los postulados de por qué las comidas familiares tienen un efecto protector incluyen lo siguiente: las familias consumirán alimentos más saludables que los que los adolescentes escogerían por sí mismos; los padres pueden modelar opciones de comida sanas; las comidas familiares proporcionan un tiempo para que los adolescentes y los padres interactúen; y los padres pueden vigilar la alimentación de sus hijos y abordar los problemas con anterioridad, cuando son conscientes del comportamiento alimentario de sus hijos.

3. Charla sobre el peso. La charla sobre el peso por parte de los miembros de la familia se refiere a los comentarios hechos por los miembros de la familia acerca de su propio peso o los comentarios que recibe el niño por parte de los padres para fomentar la pérdida de peso. Incluso los comentarios bien intencionados pueden percibirse como hirientes por el niño o el adolescente. Varios estudios encontraron que la charla sobre el peso de los padres, ya se trate de alentar a sus hijos a hacer dieta o hablar de su propia dieta, está vinculada al sobrepeso y a TDAs. El Proyecto EAT vinculó la charla sobre el peso con tasas más altas de sobrepeso 5 años después.

Loth y colaboradores entrevistaron pacientes en recuperación de los TDAs y se encontraron que la charla sobre el peso les afectó negativamente. Los padres que tuvieron conversaciones por el peso tuvieron adolescentes que eran más propensos a hacer dieta, a tener comportamientos de control de peso poco saludables, y atracones de comida. Sin embargo, si el foco de la conversación era sólo sobre las costumbres alimenticias saludables, era menos probable que los adolescentes con sobrepeso hicieran dieta y tuvieran comportamientos de control de peso poco saludables.

4. Burlas sobre el peso. Entre los adolescentes con sobrepeso, sufrieron burlas sobre el peso por parte de sus compañeros o los miembros de la familia el 40% de las chicas al principio de la adolescencia (media de edad: 12,8 ± 0,7 años), el 28,2% de las adolescentes de mediana edad (media de edad: 15,9 ± 0,8 años), el 37% de los adolescentes varones al principio de la adolescencia y el 29% de los varones adolescentes de mediana edad. Las burlas sobre el peso por parte de la familia predice el desarrollo de sobrepeso, la ingesta compulsiva y las conductas extremas de control de peso en las niñas y el sobrepeso en los niños.

Las adolescentes que fueron objeto de burlas por su peso al inicio del estudio tuvieron aproximadamente el doble de riesgo de tener sobrepeso 5 años después. Un estudio longitudinal de 10 años encontró que la prevalencia de las burlas sobre el peso no disminuyó a medida que los niños maduraron en adultos jóvenes, a pesar del hecho de que la relación entre la intimidación y la obesidad había recibido una gran difusión en las noticias.

Un grupo de personas que fueron estudiadas al principio de su adolescencia fueron estudiadas de nuevo al principio de la edad adulta para evaluar el papel de los comentarios hirientes relacionados con el peso y los comportamientos alimentarios (n=1902; media de edad: 25 años). Tanto para los hombres como para las mujeres, los comentarios hirientes sobre el peso por parte de los miembros de la familia y otras personas importantes estaban asociados con los comportamientos de control de peso poco saludables y por atracones de comida tanto en hombres como en mujeres.

5. Imagen corporal saludable. Aproximadamente la mitad de las adolescentes y una cuarta parte de los varones adolescentes están insatisfechos con sus cuerpos; estas cifras son más altas en los adolescentes con sobrepeso. La insatisfacción corporal es un factor de riesgo conocido para los TDAs y los desórdenes de la alimentación; las puntuaciones más altas de insatisfacción corporal se asocian con más dietas y con comportamientos de control de peso poco saludables tanto en niños como en niñas, actividad física reducida en las niñas, y más atracones en varones.

La insatisfacción corporal y los trastornos de la alimentación se producen en poblaciones minoritarias y no se limitan a las niñas y niños blancos. Los adolescentes que estaban más satisfechos con sus cuerpos eran más propensos a informar actitudes de los padres y de los pares que animaban la alimentación saludable y el ejercicio para estar en forma, en lugar de hacer dieta; ellos eran menos propensos a reportar preocupaciones y comportamientos personales relacionados con el peso.

► LA EM ES ÚTIL PARA ABORDAR CUESTIONES RELACIONADAS CON EL PESO

La EM fue desarrollada por Miller y Rollnick en 1991 para tratar pacientes con adicción. Aunque la EM fue bien estudiada en adultos con adicciones y obesidad, pocos estudios evaluaron el efecto de la EM en pacientes con TDAs y el uso de la EM en niños y adolescentes. Estudios hasta la fecha sobre el uso de la EM para los pacientes con TDA y para los niños y adolescentes con obesidad fueron prometedores. El libro más reciente sobre la EM de Miller y Rollnick define la EM como "un estilo de comunicación colaborativo, orientado hacia fines específicos con especial atención en el lenguaje del cambio. Está diseñado para fortalecer la motivación personal y el compromiso con una meta específica, mediante la obtención y la exploración de las razones propias para el cambio de la persona dentro de una atmósfera de aceptación y compasión." Este enfoque de orientación implica 4 procesos amplios que se enumeran en la Tabla 1.

Un estudio llevado a cabo a través de la red de Investigación Pediátrica en Entornos de Consultorio (PROS en inglés) de la AAP evaluó el efecto de la EM realizada por los pediatras y se encontró que los pediatras y los nutricionistas que utilizaban la EM para aconsejar a las familias con niños con sobrepeso tuvieron éxito en la reducción del percentil de IMC de los niños por 3,1 más puntos que un grupo de control en el cual no se utilizó EM. La Web de la AAP y la aplicación móvil llamada "Cambio de conversación: obesidad infantil" (http: //ihcw.aap.org/resources) utiliza un sistema de práctica virtual interactivo para entrenar pediatras sobre los fundamentos de la EM.

Los pediatras pueden facilitar con éxito los cambios del estilo de vida de sus pacientes. Las preocupaciones de los pediatras y los padres de que el asesoramiento sobre obesidad puede conducir a un TDA puede ser abordado entendiendo la eficacia de la EM centrada en la familia para promover comportamientos saludables.

► ¿QUÉ HACER SI SE SOSPECHA UN CASO DE TDA?

El pediatra a menudo es el primer profesional consultado por un padre o por la escuela cuando hay una preocupación acerca de un posible TDA. Deben trazarse altura, peso, e IMC en las tablas de crecimiento 2000 disponibles en los Centros para el Control de Enfermedades y Prevención (www. cdc.gov/growthcharts), y los datos actuales deberían compararse con cuantos puntos de datos anteriores sea posible. Un IMC por debajo del quinto percentil es bajo peso y puede indicar un TDA. Otros indicadores posibles de un TDA incluyen falta de períodos menstruales en las niñas, un declive inusualmente rápido en el IMC, o presentar comportamientos alimentarios desordenados en adolescentes de peso normal y con sobrepeso que están insatisfechos con su imagen corporal.

El diagnóstico e intervención temprana se asocia con un mejor resultado. Los TDAs son mejor evaluados y manejados por un equipo profesional de salud multidisciplinario, con el pediatra como un importante miembro de ese equipo. Un examen físico completo y la revisión de los sistemas puede ayudar a identificar cualquier causa médica subyacente y las causas psiquiátricas para la pérdida de peso. Los comportamientos de alimentación y actividad de alto riesgo y los hallazgos clínicos de preocupación se enumeran en la Tabla 2. El pediatra puede sentirse cómodo realizando esta evaluación o puede preferir derivar al paciente a un centro especializado en TDAs, si hay disponible en la comunidad. Una evaluación psicológica por un profesional de la salud mental puede ayudar con la evaluación de enfermedades psiquiátricas comórbidas (por ejemplo, trastornos afectivos o de ansiedad).

En los niños y adolescentes con AN y BN, la terapia basada en la familia (TBF), en la que los padres controlan el proceso de realimentación, se demostró que es un método efectivo de tratamiento de primera línea. Con la TBF, el pediatra puede ayudar con el seguimiento de la ganancia de peso del paciente y la estabilidad de los signos vitales y se puede comunicar con el paciente, la familia, y el terapeuta. Familiarizarse con los principios generales de la TBF puede ayudar al pediatra en la comprensión de su papel en esta forma de tratamiento (Tabla 3).

► UN ENFOQUE INTEGRADO PARA LA PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD Y LOS TDAS CENTRADO EN LA MODIFICACIÓN SALUDABLE DEL ESTILO DE VIDA DE LA FAMILIA

La prevención y el tratamiento de la obesidad, si se realiza correctamente, no predispone a TDAs. Por el contrario, ensayos controlados aleatorios de programas de prevención de la obesidad mostraron una reducción en el uso de vómitos auto inducidos o pastillas adelgazantes para controlar el peso y una disminución en la preocupación por el peso en los grupos de intervención.

La participación de la familia en el tratamiento tanto de la obesidad en la adolescencia y de los TDAs se determinó que es más efectiva que el foco solamente en el adolescente. Un enfoque integrado para la prevención de la obesidad y los TDAs se centra menos en el peso y más en la modificación saludable del estilo de vida basado en la familia que puede ser sostenido. Los pediatras pueden fomentar que los padres sean modelos saludables y que manejen el entorno alimentario creando fácil accesibilidad a los alimentos saludables (por ejemplo, frutas, verduras, granos enteros, frijoles y otras legumbres, y agua) y limitando la disponibilidad de bebidas endulzadas, incluidas los que contienen edulcorantes artificiales, y otros alimentos que contienen carbohidratos refinados.

Las conversaciones entre los pediatras y los padres sobre el aumento de la actividad física y la limitación de la cantidad total de horas de pantalla a menos de 2 horas/día son importantes y pueden dar lugar a cambios en el comportamiento de la familia. Otra área de la prevención es evitar la presencia de un televisor en el dormitorio del adolescente, debido a que tener un televisor en el dormitorio predice significativamente menor actividad física, así como ingestas diarias más pobres en comparación con los que no tienen una televisión en la habitación. Otros enfoques basados ​​en la evidencia animan a los padres a incluir más comidas familiares, comidas preparadas en casa, y comidas con menos distracciones así como un menor número de discusiones acerca del peso y acerca de la dieta.

Comprendiendo que una pobre imagen corporal puede llevar a un TDA, los padres deben evitar los comentarios sobre el peso corporal y desalentar los esfuerzos en la dieta que puede llevar inadvertidamente a un TDA y a la insatisfacción corporal.

► PAPEL DEL PEDIATRA EN LA PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD Y DE LOS TDAs EN LOS ADOLESCENTES

Las observaciones que pueden concluirse de la investigación actual resumidas en este informe para ayudar a prevenir problemas relacionados con el peso, incluyendo tanto la obesidad como los TDAs incluyen las siguientes:

1. Desalentar la dieta, la omisión de comidas, o el uso de pastillas para adelgazar; en su lugar, fomentar y apoyar la implementación de una alimentación saludable y de la actividad física que puedan mantenerse de forma continua. El foco debe estar en la vida sana y en los hábitos saludables en lugar de en el peso.

2. Promover una imagen corporal positiva entre los adolescentes. No fomentar la insatisfacción corporal o centrarse en la insatisfacción corporal como una razón de la dieta.

3. Fomentar las comidas en familia más frecuentes.

4. Alentar a las familias a que no hablen sobre el peso, sino más bien hablar sobre alimentación saludable y ser activos para mantenerse saludables. Hacer más en el hogar para facilitar la alimentación saludable y la actividad física.

5. Investigar sobre una historia de maltrato o intimidación en los adolescentes con sobrepeso y obesidad y abordar esta cuestión con los pacientes y sus familias.

6. Es importante vigilar cuidadosamente la pérdida de peso en un adolescente que necesita perder

peso para asegurarse que el adolescente no desarrolle una complicación médica de semi-inanición.

Las limitaciones de tiempo en la práctica pediátrica sobrecargada son significativas. Los problemas de peso pueden ser un tema sensible y por lo tanto, pueden llevar mucho tiempo. Las sugerencias basadas en la evidencia de este informe se pueden implementar en relativamente breves encuentros y pueden ser un excelente primer paso para los adolescentes y las familias para promover un estilo de vida saludable.

Tabla 1: Proceso de asesoramiento en EM

  • Atractivo

Establecer una relación de trabajo con el paciente

  • Enfoque

Identificar como se está discutiendo el cambio en la conversación

  • Evocación

Animar al paciente a explorar y discutir la necesidad de cambiar

  • Planificación para el cambio

Planificación para el cambio con el paciente una vez que demuestra disposición al cambio

 

Tabla 2: Comida y comportamientos de alto riesgo y hallazgos clínicos preocupantes

Comida y comportamientos de alto riesgo

  • Restricción severa de la dieta (<500kcl/día)
  • Saltear comidas para perder peso
  • Períodos prolongados de inanición
  • Vómitos auto inducidos
  • Uso de pastillas para adelgazar, laxantes o diuréticos
  • Ejercicio compulsivo y excesivo
  • Aislamiento social, irritabilidad, miedo profundo a aumentar de peso, distorsión de la imagen corporal

Hallazgos clínicos preocupantes

  • Rápida pérdida de peso
  • Caída de percentiles de peso e IMC
  • Amenorrea en mujeres
  • Presencia de inestabilidad de los signos vitales

                 O bradicardia (FC <50 por minuto durante el día)

                 O hipotensión (<90/45 mmHg)

                 O hipotermia (temperatura corporal < 35,6ºC)

                  U ortostatismo (incremento en el pulso > 20 por minuto) o descenso de la presión sanguínea  (>20mmHg sistólica o >10 mmHg diastólica) al pararse

 

Tabla 3: Principios del tratamiento de los TDAs basado en la familia y el rol del pediatra

Principios del tratamiento

  • Los padres no tienen la culpa
  • Los padres son vitales para el éxito terapéutico
  • Los padres son responsables de la restitución del peso
  • Separar a los chicos de la enfermedad
  • Abordaje no autoritario

Tres fases del tratamiento

  • Fase 1: los padres restituyen el peso del paciente
  • Fase 2: el control se vuelve a transferir al chico o al adolescente
  • Fase 3: focalizar en cuestiones del desarrollo del adolescente y finalización del tratamiento

Ejemplos del rol que puede jugar el pediatra

  • Actuar como consultor de los padres y el terapeuta
  • Explicar la gravedad médica del TDA
  • Monitorear y manejar la situación médica del adolescente
  • Empoderar a los padres en la toma de decisiones
  • Comunicarse con el paciente, la familia y el terapeuta

Comentario

El presente informe analiza la relación entre la prevención de la obesidad y el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria en los adolescentes. La mayoría de los adolescentes que desarrollan un TDA no presentaban obesidad previamente, pero algunos comenzaron con un TDA en su esfuerzo por disminuir su peso. Este trabajo enfatiza la necesidad de enfocar el tratamiento de la obesidad en lograr un estilo de vida más saludable, en lo que se refiere a alimentación y actividad física, y no focalizar en el descenso de peso. Además, pone de relieve la importancia de las comidas en familia para mejorar la calidad de la dieta y favorecer el control de los padres sobre la ingesta de los niños y adolescentes.

♦​ Resumen y comentario objetivo: Dra. Alejandra Coarasa