Factores asociados con la eficacia de la sonda

Obstrucción del lagrimal en adultos

El tratamiento es efectivo en casos de obstrucción del canalículo común sin descarga al irrigar

Autor/a: Kazuyoshi Ohtomo, Takashi Ueta

Fuente: Ophthal Plast Reconstr Surg, Vol. 33, No. 2, 2017

Indice
1. Página 1
2. Referencias bibliográficas

Texto principal:

Se cree que una inflamación de origen desconocido causa fibrosis oclusiva del sistema lagrimal, provocando obstrucción y lagrimeo. La colocación de una sonda en el conducto lagrimal es una técnica de diagnóstico y puede ser terapéutica en algunos pacientes. Está comprobado que es efectivo, especialmente en la obstrucción del conducto nasolagrimal de niños.

Varios estudios han informado su eficacia para mejorar la epifora en adultos, con una mejora entre 52 y 89% de los pacientes. Sin embargo, la técnica podría ser eficaz para otras obstrucciones como la de punctum y canaliculus. En el presente estudio, los autores investigaron la repercusión de las características clínicas sobre la eficacia de la sonda terapéutica en pacientes adultos con obstrucción del conducto lagrimal.


Pacientes y métodos:

Estudio retrospectivo de 116 ojos de 82 pacientes (26 hombres y 56 mujeres) con obstrucción de lagrimal, a quienes se les colocó una sonda entre junio 2007 y octubre 2013. Se evaluó la eficacia y la influencia de edad, sexo, duración del síntoma antes del tratamiento y cantidad de tratamientos de sondeo durante el seguimiento, ubicación de la obstrucción y presencia de descarga mucopurulenta al irrigar el saco lagrimal.

La epifora debido a obstrucción del lagrimal es un problema oftalmológico común. El sondeo es un procedimiento simple realizado en adultos, con anestesia local y mínimas complicaciones. En el presente estudio los autores revelaron que la presencia común de obstrucción canaliculus y la ausencia de descarga mucopurulenta durante la irrigación son los factores más importantes para predecir la eficacia de la sonda para aliviar la epifora en estos pacientes.

Los resultados de este estudio servirán para seleccionar los casos que pueden ser tratados con sonda antes de considerar intervenciones quirúrgicas.

Se observó que la mayoría de las obstrucciones se presentan en el ducto nasolagrimal (76%) y canalículo común (22%) lo que se debe al angostamiento fisiológico de estas aéreas, donde se produce inflamación fácilmente. La cantidad promedio de sondas por ojo fue 3, con un rango de 1 a 34 veces, sin diferencia entre los grupos eficaz y no eficaz.

Hubo 5 casos donde por insistencia de los pacientes se llegaron a colocar 20 sondas. De estos casos solo 3 ojos culminaron resolviendo el problema. En estos ojos, se colocó la sonda dos veces al mes, la frecuencia podría haber servido para eliminar sustancia inflamatorias y mejorar las condiciones del conducto lagrimal.

En el presente estudio, la eficacia del tratamiento en general fue de 52%. En obstrucción nasolagrimal, la eficacia de la sonda fue 47%, similar a lo informado en estudios anteriores.  La eficacia fue significativamente superior en pacientes con obstrucción del canículo lagrimal, ya que se liberó en 77% de los casos. No tenemos conocimiento de que otros estudios hayan investigado la eficacia del tratamiento en pacientes con obstrucción del canículo lagrimal, dichos pacientes serían buenos candidatos para el tratamiento con sonda.

Otro factor que sirve para predecir el éxito del sondeo para obstrucción del lagrimal fue la ausencia de descarga desde el saco lagrimal. La descarga indica la presencia de inflamación activa en el lugar de la obstrucción, lo que facilita la nueva obstrucción luego del tratamiento. Por el contrario, la duración del síntoma antes del tratamiento no influyó en la eficacia.


► Conclusiones:

La presente investigación confirma que la colocación de sonda como procedimiento inicial en casos de obstrucción del lagrimal es adecuado y mínimamente invasivo para adultos con epifora. En especial, el tratamiento es efectivo en casos de obstrucción del canalículo común sin descarga al irrigar.

Resumen y comentario objetivo: Dr. Martín Mocorrea