Beneficios a largo plazo

Programas nutricionales y de actividad física en el síndrome metabólico

Los programas de intervención organizados y estructurados sobre el estilo de vida se asocian con mejorías significativas en diversos parámetros de riesgo cardiovascular

Autor/a: Joseph M, Konerman M, Rubenfire M y colaboradores

Fuente: Diabetes Metab Syndr Obes. 2018 Nov 15;11:753-759.

Introducción

Si bien se ha determinado que los cambios en el estilo de vida y la pérdida de peso reducen el riesgo de enfermedad cardiovascular asociado con el síndrome metabólico, la reducción en el peso es, con frecuencia, difícil de lograr y de mantener.

En diversos estudios, inclusive de corta duración, los programas estructurados y organizados que comprenden modificaciones en la dieta y actividad física lograron mejorías en los componentes de este síndrome, aunque no resulta claro si estas se mantienen a largo plazo.

Es por ello que el objetivo de este trabajo fue la evaluación de las tendencias de los factores de riesgo cardiovascular a lo largo de 12 meses luego de la finalización de un programa estructurado de hábito de vida de 12 o de 24 semanas.

Métodos

En 2005 se inició el Programa Metabolic Fitness (MetFit) que incluyó clases semanales de 45 minutos sobre nutrición, ejercicio y distrés psicológico junto con sesiones de ejercicios de 45 minutos durante 12 semanas y control por nutricionistas para realizar ajustes en la dieta con el objetivo de reducir un 5% el peso corporal a los tres meses en los participantes. Con posterioridad, en 2009 comenzó un programa de 24 semanas y en este, se incentivó la pérdida del 10% del peso inicial.

El síndrome metabólico se definió según la presencia de al menos tres de cinco parámetros como la circunferencia de la cintura >102 cm en hombres y >88 cm en mujeres, valor de triglicéridos (TG) ≥150 mg/dl o en tratamiento dirigido hacia la hipertrigliceridemia, colesterol asociado con liproproteínas de alta densidad (HDLc) < 2.2 mmol/l en hombres y < 2.8 mmol/l en mujeres, glicemia en ayunas ≥100 mg/dl o en tratamiento para la diabetes, y presión arterial ≥130/85 mmHg o bajo terapia antihipertensiva. 

Durante la evaluación inicial, se obtuvo el peso, altura, índice de masa corporal (IMC), circunferencia de la cintura, composición corporal mediante impedancia bioeléctrica, presión arterial sistólica (PAS) y diastólica (PAD), glicemia, colesterol total (CT), TG y colesterol asociado con lipoproteínas de alta y baja densidad (HDLc y LDLc), luego de un ayuno de 12 horas.

Estas evaluaciones se repitieron a los 3 meses y a los 6 meses si el paciente decidía continuar. La información de seguimiento a largo plazo se obtuvo a partir de la revisión de los registros médicos electrónicos del Michigan Medicine Health System,cuando se proveyó atención cerca de los 3, 6, 9, y 12 meses posteriores a la finalización del programa.

Para el análisis estadístico, se informaron los valores medios y sus desviaciones estándar para las variables continuas y los porcentajes para las variables categóricas. Además, se emplearon las pruebas de chi al cuadrado y la prueba de t para analizar las diferencias entre los grupos para las variables seleccionadas.

Resultados

Se incluyeron 225 participantes con síndrome metabólico en el programa de 12 semanas y 121 en el de 24 semanas.

Entre los dos grupos conformados, no se hallaron diferencias significativas en los parámetros iniciales, aunque los participantes del programa más corto fueron más jóvenes (51.1 años contra 53.8 años, P=0.03) y tuvieron valores LDLc más elevados (6.2 mmol/l contra 5.6 mmol/l, P=0.01).

Completaron el programa de 12 semanas 145 participantes, al haber asistido a al menos nueve sesiones y a la evaluación de finalización, y se observó, en comparación con los valores iniciales, una pérdida de peso media de 2.8 kg y una mejoría significativa en la PAD y PAS (–3.1 mmHg, P≤0.001 y –4.9 mmHg, P=0.003, respectivamente). Los restantes parámetros evaluados mejoraron, pero no lograron significancia estadística.

El programa de 24 semanas fue completado por 102 participantes, en el que se detectó, en su finalización, mejorías significativas en el IMC (–2.78 kg/m2, P=0.0009), peso (–8.0 kg, P=0.0073), PAD (–3.99 mmHg, P=0.0013), PAS (–5.2 mmHg, P=0.0058), glicemia (–0.9 mmol/l, P=0.0022), CT (–0.6 mmol/l, P=0.0096) y TG (–2.5 mmol/l, P=0.0018).

Al comienzo de ambos programas, el 100% de los participantes cumplió con los criterios para síndrome metabólico, mientras que al final de los programas de 12 y 24 semanas, los porcentajes se redujeron a 73.1% y 35.4%, respectivamente.

Al efectuar la comparación de la información obtenida entre la finalización de los programas y el seguimiento, se detectó un incremento significativo en la PAS y PAD a los 3, 6, 9, y 12 meses y un aumento, también significativo, en los valores de glicemia a los 3 y 6 meses en aquellos participantes incluidos en el programa de 12 semanas, mientras que la mejoría en el valor de LDLc pudo mantenerse cuando se evaluó a los 12 meses de seguimiento, a diferencia de los valores de variables como el IMC, peso y TG, que se incrementaron y fueron más elevados que los registrados durante la finalización de este programa. 

En relación con los participantes que completaron el programa de 24 semanas, se detectó un incremento significativo en la PAS en todos los intervalos de tiempo evaluados durante el seguimiento. Si bien a los 3 meses continuaron observándose mejoras significativas en los valores de CT y TG, estas menguaron con el transcurso del tiempo; las mejorías en el IMC y en el peso no se mantuvieron en comparación con los datos del final de este programa.

En el análisis comparativo entre los valores previos a los programas y los registrados durante el seguimiento se halló que, aunque los participantes del programa de corta duración mantuvieron mejorías en el IMC, peso, CT y LDLc, las diferencias no resultaron estadísticamente significativas.

Por el contrario, se determinó un aumento significativo en los valores de PAS en todos los intervalos evaluados. Entre quienes participaron del programa de 24 semanas, también se detectó un aumento significativo en la PAS, y si bien parámetros como el peso, CT y LDLc, y TG continuaron mejorados, las diferencias no fueron significativas desde el punto de vista estadístico.

Se observó que los niveles de PAD y TG aumentaron a mayor velocidad durante el seguimiento en los pacientes diabéticos que en aquellos que no lo eran. Lo mismo se detectó en términos de peso, cuyo aumento fue mayor en quienes tenían un IMC inicial < 30 kg/m2 respecto de uno > 30 kg/m2.

Discusión y conclusiones

Los autores señalan que los participantes en ambos programas estructurados lograron mejorías en diversos criterios metabólicos y que resultaron efectivos para la reducción del peso.

En quienes realizaron el programa de 12 semanas, la mejora más significativa se observó en el control de la presión arterial al final de esta intervención, mientras que en los participantes del programa más prolongado se observaron mejoras significativas en su peso, IMC, glicemia, CT y TG, y también en su presión arterial.

Estos resultados, explican, reflejan las conclusiones de una revisión sistemática y metanálisis previo en la que se remarcó la resolución de diversos componentes del síndrome metabólico en pacientes que completaron intervenciones estructuradas de sus hábitos de vida. 

En la práctica clínica, añaden, uno de los desafíos más importantes es el mantenimiento de la reducción del peso con el correr del tiempo, dato similar al detectado en este trabajo.

Si bien existe información escasa en relación con los resultados a largo plazo luego de la participación en un programa organizado y estructurado del estilo de vida, los resultados del trabajo, explican, son congruentes con los informados en estudios previos en los cuales los participantes aumentan de peso con el tiempo, aunque la mayoría es capaz de permanecer con un peso inferior al obtenido al ingreso de estas intervenciones. 

Los autores destacan algunas limitaciones relacionadas con este trabajo: la más importante fue que el seguimiento no fue uniforme dada la naturaleza retrospectiva del análisis y, por ello, no pudieron evaluar todos los parámetros de interés en la totalidad de los pacientes durante el seguimiento, lo que podría sobreestimar o subestimar la duración de las mejoras en los factores de riesgo cardiovasculares.

Además, no se pudo valorar si los cambios en las medicaciones concomitantes ejercieron algún tipo de impacto sobre los resultados, también debido a la recolección retrospectiva de la información durante el seguimiento y, por último, el seguimiento se limitó a un año posterior a la finalización del programa de intervención, duración que consideran relativamente corta para evaluar el mantenimiento en la mejora de los factores de riesgo cardiovascular.

Sobre la base de los datos obtenidos, los autores concluyen que los programas estructurados de intervención sobre el estilo de vida de 12 y 24 semanas de duración se asociaron con mejorías significativas en diversos componentes del síndrome metabólico, y que el grado de beneficio se redujo al cabo de aproximadamente al año de conclusión de los programas.

Si bien dichas mejoras no pudieron mantenerse durante el seguimiento en comparación con la información obtenida durante la finalización de los programas, existió una mejoría en los factores de riesgo cardiovasculares y metabólicos en relación con los valores que se registraron previo al comienzo de las intervenciones, con la excepción de la presión arterial.

Los autores  destacan la importancia de la identificación de diseños de programas de intervención que puedan facilitar el mantenimiento prolongado y a largo plazo de la pérdida de peso para perfeccionar los resultados cardiovasculares.

 SIIC- Sociedad Iberoamericana de Información Científica