Abordaje clínico y tratamiento

Depresión en adolescentes

La depresión en la adolescencia predice la depresión y la ansiedad en la edad adulta, destacando la necesidad de identificación y tratamiento tempranos.

Autor/a: Leslie Miller y John V. Campo

Fuente: N Engl J Med 2021; 385:445-9.

Características epidemiológicas

Aunque la prevalencia de la depresión ha aumentado en todos los grupos de edad, entre los adolescentes ha superado la de los adultos. La prevalencia de por vida del trastorno depresivo mayor entre los jóvenes de 13 a 18 años es del 11% en Estados Unidos.  

Las adolescentes tienen tasas generales más altas y episodios de depresión más graves que sus homólogos masculinos; y los adolescentes mayores tienen tasas de prevalencia más altas y episodios más graves que los adolescentes más jóvenes.

La depresión puede ser familiar y el riesgo de trastornos depresivos se extiende a generaciones. La depresión de los padres influye negativamente en la respuesta al tratamiento para la ansiedad y la depresión, y el tratamiento exitoso de la depresión materna se asocia con una reducción de la depresión y una mejoría del funcionamiento entre la descendencia.

El reconocimiento oportuno y la intervención en adolescentes es un desafío de salud pública. Los factores de riesgo para la depresión adolescente incluyen sexo femenino, antecedentes familiares de depresión, antecedentes personales de trauma, enfermedad crónica, conflictos familiares y orientación sexual de minorías.

Presentación clínica

El trastorno depresivo mayor se define en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, 5ª Edición (DSM-5), como estado de ánimo deprimido o pérdida de interés o placer durante al menos 2 semanas, acompañado de al menos cuatro de los siguientes síntomas adicionales: alteración del sueño (insomnio o hipersomnia), cambios en el apetito o peso (disminuido o aumentado), falta de concentración o indecisión, fatiga o falta de energía, ralentización o agitación psicomotora, sentimientos de inutilidad o culpa inapropiada, y pensamientos recurrentes de muerte o suicidio. La ansiedad a menudo precede y suele estar presente en la depresión de adolescentes.

El examen del adolescente deprimido incluye una evaluación de otros signos y síntomas  psicopatológicos, particularmente ansiedad, manía y psicosis.

Es importante preguntar sobre el consumo de alcohol y sustancias. El cannabis es la droga ilícita más consumida en la adolescencia, y su uso se ha asociado con depresión y comportamiento suicida. Además, se debe considerar la posibilidad de una enfermedad física como hipotiroidismo o anemia.

A pesar de que el estado de ánimo deprimido es el síntoma más común en adolescentes y adultos con depresión mayor, los cambios en el apetito o el peso, la pérdida de energía y el insomnio son más comunes en los adolescentes, mientras que la anhedonia (pérdida de interés) y la mala concentración son más comunes en adultos.

Tratamiento

Una vez que la evaluación clínica ha confirmado el diagnóstico de depresión, es esencial educar tanto al adolescente como a los miembros de la familia sobre los síntomas, curso, pronóstico y tratamiento de la depresión, e informar que su recurrencia es común en la adolescencia, particularmente ante falta o abandono del tratamiento.

Más allá de fomentar los aspectos básicos de la higiene del estado de ánimo, como organización diaria regular, nutrición, y niveles moderados de actividad y ejercicio, la intervención farmacológica y la psicoterapia son los pilares del tratamiento.

> Tratamiento farmacológico: Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRSs) fluoxetina y escitalopram están aprobados para el tratamiento de la depresión en adolescentes, pero otros ISRS e inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSNs), como la venlafaxina, son comúnmente utilizados fuera de etiqueta para este propósito. Los antidepresivos pueden tardar de 6 a 8 semanas en alcanzar su efecto máximo.

Una vez que los síntomas depresivos han remitido, las guías de práctica sugieren que el tratamiento se continúe durante un mínimo de 6 meses, y la mayoría de los médicos recomiendan al menos un año para disminuir la probabilidad de recurrencia.

Los efectos secundarios comunes de los medicamentos antidepresivos incluyen cefalea, malestar gastrointestinal, sedación o insomnio y sequedad de boca. La activación, un efecto secundario que es más común en la adolescencia que en la edad adulta, puede manifestarse como insomnio, desinhibición o inquietud y puede dar lugar a interrupción del medicamento.

Comenzar con una dosis baja y aumentar la dosis lentamente puede prevenir o minimizar la activación, así como otros efectos adversos. Aunque la mayoría de los efectos adversos del tratamiento antidepresivo en adolescentes son menores, los pacientes y sus familias deben ser informados sobre el bajo riesgo de nuevos pensamientos o comportamientos suicidas cuando se inicia el tratamiento o se aumenta la dosis, así como el pequeño riesgo de manía o hipomanía inducido por los antidepresivos.

El consenso en el campo de la depresión adolescente ha sido iniciar el tratamiento con un ISRS a dosis baja, con un aumento posterior a una dosis terapéutica y continuando el tratamiento durante 6 a 8 semanas antes de evaluar la respuesta a la medicación (respuesta total o parcial o no respuesta). Si hay una respuesta parcial, agregar un segundo medicamento de una clase diferente es una estrategia común, aunque hay datos limitados sobre la eficacia de este enfoque en pediatría. Los agentes que se añaden típicamente a un antidepresivo convencional son bupropión, litio y medicamentos antipsicóticos atípicos.

La estrategia más estudiada para aproximadamente el 40% de los adolescentes que no tienen una respuesta inicial con antidepresivos es cambiar a otro ISRS en lugar de agregar otro medicamento. Sin embargo, los que recibieron medicación antidepresiva y terapia cognitivo-conductual (TCC) tuvieron significativamente mayor mejoría que aquellos que recibieron medicación sin TCC.

> Psicoterapia: La TCC y la psicoterapia interpersonal (PTI) han demostrado ser eficaces en el tratamiento de la depresión en adolescentes. La TCC se centra en el papel de los pensamientos, sentimientos y comportamientos y su efecto interactivo para mantener o reducir la depresión.

A los adolescentes se les enseña a identificar los pensamientos y replantearlos como pensamientos realistas. La PTI, que se centra en la relación entre la depresión y las interacciones interpersonales, reduce los síntomas depresivos mientras mejora el funcionamiento enseñando a los pacientes a reconocer sus emociones y trabajando para mejorar la comunicación interpersonal y las habilidades de resolución de problemas.

Los predictores de una mala respuesta a la psicoterapia son depresión severa, bajo funcionamiento global en la evaluación, puntuaciones altas en medidas de suicidio, ansiedad coexistente, patrones de pensamiento distorsionados, sentimientos de desesperanza y conflicto familiar.

> Direcciones futuras: Las áreas que se están investigando actualmente y que tienen potencial para mejorar el tratamiento de la depresión en adolescentes incluyen farmacogenética, dieta y nutrición, y el tratamiento individualizado. Hay interés en estudiar tratamientos que puedan mejorar rápidamente la depresión y el suicidio en adolescentes, como ketamina, y sus análogos.

La estimulación magnética transcraneal, un tratamiento neuromodulador, está aprobado en adultos con depresión que no han tenido respuesta a al menos un antidepresivo y actualmente está en investigación para el tratamiento de adolescentes con depresión. La psicoterapia y la medicación antidepresiva son eficaces en el tratamiento de la depresión en adolescentes.