Nuevas herramientas clínicas

Investigaciones lingüísticas y alteraciones cerebrales en epilepsia

Aportes de científicos argentinos en el cruce entre las ciencias del lenguaje, la ciencia de datos y la neurociencia traslacional

Autor/a: Adolfo M. García y Sebastián Moguilner

Desde sus primeras descripciones hace más de 3000 años, la epilepsia no deja de desafiar al canon médico. Luego de ser atribuida a castigos divinos (en tiempos homéricos), a excesos de flema cerebral (en la era hipocrática) y a espíritus malignos (en el Medioevo), hoy se la reconoce como una enfermedad neurológica crónica asociada con anomalías eléctricas a nivel cortical. Dichas descargas producen convulsiones de frecuencia e intensidad variables, con ocasional pérdida de conciencia y, en particular, múltiples secuelas cognitivas. Estas últimas revisten gran interés clínico, ya que la evaluación neuropsicológica es fundamental en los procedimientos diagnósticos y prequirúrgicos, tendientes a identificar y tratar el tipo de epilepsia específico de cada paciente. Sin embargo, las pruebas cognitivas clásicas suelen ser incapaces de discriminar entre la epilepsia del lóbulo frontal (ELF) y aquellas con foco en regiones posteriores. Este problema, más traslacional que definicional y más propio de la metodología que del misticismo, signa buena parte de la agenda actual del campo.

La ELF es un subtipo de epilepsia focal que representa cerca del 20% de los casos totales de epilepsia y que se caracteriza por convulsiones breves y recurrentes desencadenadas por patrones de actividad anómala en los lóbulos frontales. Los pacientes suelen presentar alteraciones en redes córtico-subcorticales relacionadas con la motricidad, además de movimientos clónicos contralaterales, actividad motora tónica unilateral o bilateral y automatismos complejos. Además, la ELF también implica déficits en numerosos dominios cognitivos, como la atención, la memoria de trabajo y la fluidez verbal. Tales deficiencias son relevantes para caracterizar el cuadro, pero resultan inconsistentes e insuficientes para diferenciarlo de otros tipos de epilepsia. De hecho, todos estos dominios también se ven afectados en las epilepsias de la corteza posterior (ECP), que incluyen la epilepsia del lóbulo temporal y otros subtipos menos comunes, como las epilepsias del lóbulo parietal y occipital. De ahí que resulte necesario establecer nuevos marcadores neurocognitivos que diferencien a la ELF de las ECP.

Un grupo de investigadores argentinos, liderado por Adolfo García (Director del Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de San Andrés e Investigador del CONICET) y Sebastián Moguilner (Investigador en la Fundación Escuela de Medicina Nuclear [FUESMEN] de la Comisión Nacional de Energía Atómica [CNEA]), ha abierto un nuevo camino en esta dirección aprovechando sus avances en un área inexplorada para la epileptología: el lenguaje de acción.

El lenguaje de acción se refiere a unidades verbales que denotan movimientos corporales, como Nieri salta en el escenario o Tigran toca el piano sin cesar.

En estudios previos, el Centro de Neurociencias Cognitivas había demostrado que los circuitos motores frontales y córtico-subcorticales participan de modo crítico en el procesamiento del lenguaje de acción, y que este dominio se ve afectado en otros cuadros neurológicos que afectan tales circuitos, como la enfermedad de Parkinson. Además, el lenguaje de acción está específicamente preservado en condiciones que comprometen regiones cerebrales posteriores, pero no anteriores. García y Moguilner (quienes también son Senior Atlantic Fellows del Global Brain Health Institute, con sedes la Universidad de California San Francisco y en el Trinity College de Dublín) razonaron que, dado que la ELF difiere de las ECP en su marcada disfunción de los sistemas motores, una evaluación del lenguaje de acción podría revelar alteraciones neurocognitivas diferenciales de dicho cuadro.

Para contrastar esta hipótesis, García, Moguilner y sus colaboradores realizaron dos experimentos, publicados en las prestigiosas revistas Cortex (https://doi.org/10.1016/j.cortex.2021.08.003) y NeuroImage (https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2021.117998). De ellos participaron 20 pacientes con ELF, 20 personas sanas y 20 pacientes con ECP. En el primero, emplearon una tarea de asociación de palabras e imágenes, en la que los participantes ven tándems de estímulos (verbos con dibujos de acciones, sustantivos con dibujos de objetos) y deben juzgar si el material lingüístico se condice con el pictórico. En el segundo, evaluaron la comprensión de narraciones con alto y bajo contenido de acción. En ambos casos, complementaron los experimentos con registros de resonancia magnética estructural y funcional para analizar la integridad de redes cerebrales pertinentes.

Los dos estudios arrojaron resultados convergentes. En comparación con las personas sanas, los pacientes con ELF (pero no los que tenían ECP) mostraron déficits selectivos para asociar verbos de acción con imágenes de movimiento, y para comprender los textos que enfatizaban las acciones corporales de los personajes. Estos déficits se vieron asociados a anomalías específicas en tractos y redes funcionale que sustentan capacidades motoras, como el tracto córticoespinal, la radiación talámica anterior y circuitos que vinculan a la corteza motora primaria con regiones parietales y supramarginales. Además, mediante técnicas de aprendizaje de máquinas, mostraron que estas alteraciones arrojaban gran precisión para identificar individuos con ELF respecto de personas de los otros dos grupos.

Según García, “nuestros hallazgos sugieren que las evaluaciones del lenguaje de acción, combinadas con mediciones de conectividad estructural y funcional, podrían captar déficits cognitivos específicos de la ELF, lo que abre nuevas vías para la caracterizar y discriminar entre distintos tipos de epilepsia”. Por su parte, Moguilner sostiene que “estas aplicaciones de la inteligencia artificial, utilizadas a futuro como soporte de decisión del médico radiólogo, posibilitarían el descubrimiento de marcadores tempranos y precisos de patologías neurológicas”.

Para concluir, García apunta que “este tipo de trabajos ponen en relieve el valor de la interdisciplina para promover innovaciones traslacionales en el campo de la salud cerebral. La integración de teorías y métodos propios de las ciencias del lenguaje, las neurociencias cognitivas y la ciencia de datos propicia espacios originales para repensar problemas cuya solución suele escapar a las posibilidades de cualquier campo aislado”. Esta línea de investigación ya se está expandiendo a otros cuadros neurológicos a lo largo de Latinoamérica.


Referencias

Moguilner, S., Birba, A. Fino, D., Isoardi, R., Huetagoyena, C., Otoya, R., Tirapu, V., Cremaschi, F., Sedeño, L., Ibáñez, A. & García, A. M. (2021). Structural and functional motor-network disruptions predict selective action-concept deficits: Evidence from frontal lobe epilepsy. Cortex (online ahead of print). doi: https://doi.org/10.1016/j.cortex.2021.08.003

Moguilner, S., Birba, A., Fino, D., Isoardi, R., Huetagoyena, C., Otoya, R., Tirapu, V., Cremaschi, F., Sedeño, L., Ibáñez, A., & García, A. M. (2021). Multimodal neurocognitive markers of frontal lobe epilepsy: Insights from ecological text processing. NeuroImage 235, 117998. doi: https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2021.117998