García Losa destacó que la depresión, enfermedad que tradicionalmente se consideraba ajena a los más jóvenes, es "el principal trastorno de las sociedades civilizadas", donde "se crean individuos sin recursos para enfrentarse al estrés y de baja tolerancia a la frustración y, consecuentemente, de conductas de alto riesgo". Los últimos estudios realizados no consideran la depresión y la ansiedad como "dimensiones taxativamente contrarias, sino que formarían parte de lo que actualmente ya se consideran cuadros ansioso-depresivos".
Según explicó, los casos de depresión son más frecuentes en los niños que en las niñas cuando son pequeños, pero a partir de los 13 años, en el proceso de maduración, son las chicas las que la sufren más, "principalmente por la presión de los modelos sociales". Los síntomas asociados más habituales en la adolescencia son el cansancio, la anorexia y la bulimia, la idea del suicidio, la dificultad de concentración, el sentimiento de inutilidad o la irritabilidad.
Este especialista resaltó el importante papel que juegan los padres y educadores -las personas que tienen más contacto con el niño-, para detectar este problema y derivarlo a un especialista, además de su relevancia para educar en valores y "rebajar los niveles de frustración" de los niños y los jóvenes.
Asimismo, consideró "imprescindible" en la prevención de la depresión infantil emprender una labor psicoeducativa que comience en las escuelas y acabe en la Universidad, con el objetivo de formar profesionales, así como formar al sector sanitario ante una patología que aumenta cada año.
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