No es ninguna novedad que la alimentación es la base necesaria para un buen desarrollo físico, psíquico y social de los niños. Incluso es la primera línea de defensa contra numerosas enfermedades infantiles que pueden acarrear consecuencias a largo plazo. Una buena nutrición y una buena salud están directamente relacionadas a través del tiempo de vida, pero la conexión es aún más vital durante la infancia . En los niños menores de un año es muy importante el tipo de alimento que se suministra, a qué edad, la forma de preparación y la cantidad, pues esta etapa es crucial para la adquisición de buenos hábitos alimentarios y un adecuado estado nutricional.
La leche materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida y prolongada hasta los 2 años, es el mejor alimento para el bebé, destaca la Food and Drug Administration . Provee azúcar, grasas y proteínas que son justamente necesarias para la buena salud del niño. La lactosa que aporta, contribuye al desarrollo de la flora intestinal, disminuyendo los cólicos y la constipación. Desde el punto de vista inmunológico, la leche materna brinda gran cantidad de anticuerpos que protegen al bebé de las infecciones (fundamentalmente las intestinales y respiratorias). Además, s e adapta perfectamente a las características metabólicas, digestivas e inmunológicas del lactante, y a los cambios que se dan en él durante esta etapa.
A partir de los cuatro a seis meses se empieza a incorporar en la dieta del lactante los primeros alimentos semi-sólidos. La selección está basada en la capacidad de ser aceptados y digeridos por el bebé de forma adecuada, además de constituir fuentes de nutrientes necesarios para su crecimiento y desarrollo, que no son capaces de adquirirse y los necesita en esta etapa, a través de la leche materna. Incluso los pediatras evaluarán las diferencias de cada bebé, teniendo en cuenta algunas características como peso, desarrollo, actividad y apetito. En un principio, los especialistas aconsejan ofrecer alimentos de textura suave en forma de papillas que ayuden a su fácil digestión, elaborados a partir de un solo ingrediente y en cantidades muy pequeñas. Una vez que el niño haya aceptado una clase de alimento, es recomendable esperar de tres a cinco días para añadir uno nuevo, así como el incremento en la cantidad en forma lenta y progresiva, de acuerdo con el apetito y la respuesta del pequeño.
Hay muchos alimentos permitidos, y la lista se va incrementando con el correr de los meses. Pero también hay alimentos que no son aconsejables. La miel , por ejemplo, según un informe del Comité Nacional de Pediatría General Ambulatoria publicado en la Sociedad Argentina de Pediatría es muy peligrosa para los bebés menores de 1 año. Esto se debe a que tanto la miel de caña, como la de abeja, pueden contener esporas de Clostridium botulinum que producen una neurotoxina en el intestino, aún inmaduro, del lactante, causante del Botulismo infantil. Lo normal es que se presente una recuperación completa cuando se descubre la enfermedad tempranamente y se brinda el tratamiento de soporte. Los casos complicados pueden derivar en muerte o discapacidad permanente.
De la misma manera que los expertos siguen apostando por la prevención y advierten sobre la no conveniencia de la miel en lactantes. También aconsejan no introducir l a espinaca y la remolacha hasta el año de edad, cuando el sistema digestivo del niño alcanza una madurez superior, por el alto contenido de nitrato que tienen. En los primeros meses de vida, el estómago del bebé todavía no produce gran cantidad de ácido, lo que favorece el asentamiento de bacterias en el tramo superior del intestino delgado. Dichas bacterias pueden transformar directamente en nitritos los nitratos ingeridos. L os nitritos son nocivos para la salud porque transforman la hemoglobina, una proteína que está en la sangre encargada de llevar oxígeno a los pulmones, en metahemoglobina, una sustancia que no cumple con esta función y deja al enfermo con dificultades para respirar. Los más perjudicados por esta enfermedad, llamada metahemoglobinemia, son los bebés menores de 6 meses, porque su cuerpo aún carece de las enzimas esenciales para revertir este proceso. Como su piel se pone azulada bajo este estado, también se conoce a la dolencia como el "Síndrome del niño azul".
Otro punto a tener en cuenta es que a lgunos alimentos pueden causar reacciones alérgicas en los bebés. Estos incluyen: chocolate, nueces, huevos, mariscos y cítricos; por lo que habría que evitarlos antes del año, especialmente si alguien en la familia presenta alergias. Por otro lado, también hay que tener cuidado con los alimentos firmes; ya que pueden causar atragantamiento. Por ejemplo cualquier tipo de granos: nueces, maní o almendras; además de uvas, confites duros, caramelos, trozos de vegetales crudos como tallos de apio, pochoclo, etc.
Según un informe del Hospital Pedro de Elizalde es recomendable introducir alimentos semisólidos a partir del 4°-6° mes, ya que a parte de proporcionar nutrientes, le enseñan al niño a comer alimentos con distintas texturas, consistencia y sabor; sin embargo, concluye, su incorporación no significa interrumpir la lactancia materna . El niño va en forma progresiva hasta la dieta del adulto y el pediatra es quien guiará a los padres sobre cómo transitar ese camino protegiendo al pequeño de molestias y complicaciones, tanto leves como severas, que son evitables.