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Vinculan las malas dietas con conductas violentas

Investigaciones realizadas en cárceles de EEUU

Dwight Demar estuvo dentro y fuera de prisión tantas veces que ya perdió la cuenta de sus condenas. A pesar de que siempre tomó mucho alcohol y fue un hombre muy violento, hoy se lo ve sobrio y sereno.

Demar participó últimamente de una prueba clínica del Instituto Nacional de Salud del gobierno de Estados Unidos, cerca de Washington. En este estudio se investigan los efectos en el cerebro de los suplementos con el ácido graso Omega-3. Las píldoras que hicieron posible el "milagro" en Demar no son más que dosis de aceite de pescado.

Los resultados de este estudio figuran en la base de un debate sobre el crimen y el castigo. En Gran Bretaña hay hoy más gente en prisión que nunca antes: cerca de 80.000 personas.

La nueva investigación cuestiona la base misma de la justicia criminal y la noción de la culpabilidad. Sugiere que los individuos no siempre serían responsables de su agresión. Muestra, considerado junto con un estudio realizado en una prisión de alta seguridad del Reino Unido para malhechores jóvenes, que el comportamiento violento podría atribuirse en parte, al menos, a deficiencias de tipo nutricionales.

La prueba que se hizo en la cárcel de Aylesbury en el Reino Unido mostró que cuando los reclusos jóvenes ingerían vitaminas, minerales y ácidos grasos, la cantidad de ofensas violentas que cometían en prisión caía un 37%. Si bien nadie sugiere que una dieta pobre solamente pueda ser la responsable de complejos problemas sociales, el ex inspector penitenciario del Reino Unido, Lord Ramsbotham, dice estar ahora "absolutamente convencido de que existe una relación directa entre lo que comemos y la conducta antisociable, que las dietas deficientes causan una mala conducta y las buenas, la previenen".

El Gobierno holandés también lleva adelante en estos momentos una importante prueba para determinar si los suplementos dietarios tienen el mismo efecto en su población carcelaria.

Para el clínico que está a cargo del estudio en Estados Unidos, Joseph Hibbeln, los resultados de su prueba clínica no son un milagro sino simplemente lo que puede esperarse si se conoce la bioquímica del cerebro y la biofísica de las membranas de las neuronas. La hipótesis de Hibbeln es que las dietas modernas estarían modificando la arquitectura y funcionamiento del cerebro.

De la misma forma como la deficiencia de vitamina C causa escorbuto, la deficiencia en las grasas esenciales que necesita el cerebro y en los nutrientes necesarios para metabolizar esas grasas causa muchos problemas mentales, desde depresión a agresión. No todos los especialistas están de acuerdo, pero si Hibbeln tiene razón, las consecuencias son serias. La pandemia de violencia en las sociedades occidentales estaría relacionada entonces con lo que comemos o dejamos de comer. La "comida chatarra" no sólo nos enfermaría entonces sino que nos pondría locos y malos.

En este último siglo, la mayoría de los países occidentales introdujeron dramáticos cambios en su dieta y los ácidos grasos Omega-3, esenciales para el cerebro, fueron reemplazados por otros, los Omega-6, provenientes básicamente de aceites industriales como soja, maíz y girasol.


TRADUCCION: Silvia S. Simonetti


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