Estudio en EEUU

El síndrome de fatiga crónica podría tener origen genético

Hallaron más evidencias que lo vinculan con mutaciones o anormalidades en los genes. Se presenta mayormente en adultos de entre 20 y 40 años. Y el número de mujeres afectadas duplica al de los varones.

Durante décadas, las "víctimas" del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) se esforzaron por convencer a los médicos, empleadores, amigos y hasta a sus propios familiares de que sus molestos síntomas no eran producto de la imaginación ni la pereza. Pero según estudios del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, se multiplican las evidencias que vinculan este mal con mutaciones genéticas y anormalidades en la expresión de los genes comprometidos con procesos fisiológicos claves.

El SFC, reconocido por la Organización Mundial de la Salud como uno de los males que afecta al sistema nervioso central, fue identificado por primera vez en la década del 80, aunque una enfermedad prácticamente idéntica (encefalomielitis miálgica) llevaba ya treinta años de vida en Gran Bretaña. Se presenta fundamentalmente en adultos de entre 20 y 40 años, aunque afecta también a niños y adolescentes, y la tasa de incidencia en las mujeres duplica a la de los varones.

Según los expertos de la Asociación Argentina de Síndrome de Fatiga Crónica (www.aasfc.org.ar), el SFC tiene una manifestación clínica heterogénea y, a pesar de que no se cuenta aún con un marcador biológico específico, es clínicamente reconocible. Los síntomas incluyen fatiga debilitante, interferencia en la capacidad de concentración, trastornos del sueño y, en algunos casos, febrícula y tumefacción de los ganglios. Quienes sufren este mal dicen sentir dolores musculares persistentes en todo el cuerpo y una fatiga que no cede con el reposo y empeora con la actividad física.

Según informó el CCPE, diversos estudios vienen demostrando que "la gente con este síndrome sufre anormalidades en el sistema nervioso autónomo y central, el sistema inmunológico, las funciones cognitivas, los caminos de respuesta al estrés y otras importantes funciones biológicas". Sus especialistas también aseguran que "la enfermedad es mucho más frecuente de lo que se cree".

Estimaciones de expertos argentinos indican que en el país este mal afectaría a unas 100.000 personas. El diagnóstico hace una década llevaba diez años o más; hoy todo es más rápido. "El SFC es una enfermedad que necesita ser identificada a través de un proceso de eliminación de otras posibles enfermedades", dicen en la Asociación Argentina de Síndrome de Fatiga Crónica. Algunos trastornos psicológicos, como la depresión, pueden tener síntomas similares.

Los investigadores coinciden en que, con el tiempo, la enfermedad demostrará tener múltiples causas, incluida la predisposición genética, la exposición a microbios, toxinas y otros traumas físicos y emocionales. Recién entonces serán aprobados tratamientos que puedan abordar sus causas subyacentes. Hasta el momento, sólo hay medicamentos que brindan alivio.

En el país funciona, dentro del Hospital Tornú, el Centro de Referencia de Encefalomielitis Miálgica, del Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari de la UBA. Sus responsables aseguran que "conocer el diagnóstico les brinda a los pacientes un gran alivio" y recomiendan consultar a médicos especialistas.


Consejos para enfrentar la enfermedad

Según recomiendan en la Asociación Argentina de Síndrome de Fatiga Crónica, lo ideal, para quienes sospechen que pueden sufrir esta enfermedad, es hacer un registro de los síntomas que presentan.

Para ello, deben tener en cuenta aspectos tales como: duración, frecuencia, intensidad, progresos, recaídas, distintas sensaciones y estados físicos, mentales y emocionales. Este registro con ciertos antecedentes son de gran valor para identificar los posibles desencadenantes de las recaídas características de esta enfermedad.

Si bien los tratamientos siguen en etapa de investigación, existen distintas terapias alternativas que podrían ayudar, como las dietas programadas y la actividad física moderada (natación, caminatas) o tratamientos con suplementos vitamínicos.