MARÍA VALERIO (enviada especial)
BERLÍN.- Teniendo en cuenta que el cáncer de mama es la enfermedad más frecuente entre las mujeres mayores de 25 años, no es de extrañar que, en ocasiones, el tumor y el embarazo coincidan en el tiempo. Un estudio confirma que es posible administrar quimioterapia durante la gestación sin poner en peligro la vida del niño.
Así lo ha explicado Sibylle Loibl, de la Universidad de Frankfurt (Alemania) en el transcurso de la sexta conferencia europea de cáncer de mama (European Breast Cancer Conference, EBCC 6) que esta semana se celebra en Berlín.
El grupo alemán de cáncer de mama, en colaboración con otros 10 países, entre los que no está por el momento España, ha analizado a más de 120 mujeres embarazadas (con una media de 33 años), a quienes se les diagnosticó un cáncer de mama durante los nueve meses de gestación.
Según ha explicado Loibl a la prensa, el 44% de estos tumores fueron detectados en el segundo trimestre del embarazo, cuando el tratamiento contra el cáncer es más fácil, y menos perjudicial para el bebé. De las que decidieron seguir adelante con la gestación, el 43% fue tratada con cirugía y quimioterapia, y otro 5% únicamente con 'quimio'.
El análisis demuestra que los niños nacidos de madres que habían recibido quimioterapia a partir de la semana 12, pesaron de media al nacer 2.740 gramos, frente a los 2.723 de los niños cuyas madres no habían recibido estos fármacos. Pero no sólo el peso de los bebés no se vio perjudicado por los citotóxicos, sino que los parámetros de los recién nacidos en el test de APGAR que se les hace a los pocos minutos de nacer, tampoco se vieron perjudicados.
La única diferencia entre las mujeres embarazadas con cáncer de mama y el resto, es que ellas no deberían recibir ni radioterapia ni tratamiento hormonal, aclaran los especialistas. Aunque como ha explicado el director de esta conferencia, Emiel Rutger, estas dos opciones se pueden retrasar sin riesgo para la madre hasta después del parto.
Niños sanos
Los niños de este trabajo tienen ahora una media de cinco o seis años, y Loibl ha resaltado también que no se ha detectado en ellos ningún otro problema de salud grave que pudiese estar provocado por su contacto con la quimioterapia en el útero materno.
Aunque no se han realizado muchos trabajos de este estilo, por la dificultad para localizar un número suficiente de pacientes embarazadas en un sólo hospital, sus autores consideran que queda confirmado que es posible administrar la quimioterapia estándar después de la semana 12 sin poner en riesgo la salud del bebé. Ni tampoco de la madre.
Eso sí, han reconocido que hace falta contar para ello con equipos multidisciplinares, que planifiquen la terapia conjuntamente (antes y después del parto), y que cuenten con el apoyo de psicólogos para abordar el impacto psicológico que causa esta situación en las mujeres.
Hasta ahora, admiten, la falta de datos suficientes hacía que muchas mujeres en este trance no recibiesen el mejor tratamiento posible por las dudas de sus oncológos y su temor de dañar al feto. Por eso confían en aumentar su muestra hasta las 200 mujeres (lo que supondría la más numerosa hasta la fecha) y prolongar el seguimiento a largo plazo para confirmar que los niños no sufren ningún problema importante de salud a medida que van creciendo.