Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION
La actividad física, toneladas de literatura médica lo prueban, es una de las mejores "recetas" para gozar de una vida saludable. Pero para que dé los resultados esperados sin sorpresas, desde el señor y la señora maduros que se calzan las zapatillas esporádicamente soñando con la silueta de sus estrellas favoritas hasta los atletas que se entrenan para alcanzar el límite de su capacidad física deben someterse a una evaluación médica previa.
"Es importante no sólo para prevenir la muerte súbita" advierten los doctores Héctor Kunik y Guillermo Díaz Colodrero, presidente y vicepresidente, respectivamente, de la Asociación Metropolitana de Medicina del Deporte y miembros del Colegio Americano de Medicina del Deporte, sino también para evitar problemas musculoesqueléticos y para prever las consecuencias de otras patologías en las poblaciones de mayor edad."
Kunik y Díaz Colodrero volcaron diez años de trabajo en un libro que analiza exhaustivamente todos los aspectos de la certificación médica que debería anteceder a la actividad física.
La obra, Evaluación médica para el ejercicio y el deporte (El Guión, 2008), acaba de publicarse y reúne criterios aplicables tanto al amateur como al profesional de alta competencia. "Pensamos que había tres puntos por tener en cuenta" dice Kunik: la evaluación de la persona físicamente activa, la prevención de patologías fatales y no fatales, y el certificado de aptitud física, que es un problema para los médicos, para la persona que se evalúa y para el profesor de educación física."
Reuniones científicas, y aportes de especialistas e instituciones dieron forma a este estudio que seguramente dará lugar a controversias. "Hubo una discusión intensa acerca de cómo definíamos cada término" cuenta Kunik. Por ejemplo, qué es una persona físicamente activa y qué es un atleta. El libro incluye todas esas definiciones y hasta desestimamos algunos términos como el de «deporte recreativo», porque se puede prestar a confusión. La persona que hace deporte recreativo también compite, aunque no sea dentro de un campeonato oficial. Decir «recreativo» supone que está haciendo menos ejercicio o con menos intensidad, y eso a veces no es cierto."
Otro tema ríspido es la ergometría, un estudio cardiológico que muchos gimnasios y clubes exigen para permitir el inicio de la práctica deportiva.
"¿Basta la ergometría? ?se pregunta Kunik. Y enseguida se contesta: Para asegurar que a uno no le va a pasar nada haciendo gimnasia, no. Hay quienes piensan que si alguien tiene una ergometría normal ya está resuelto todo el problema. Sin embargo, sabemos que no todas las muertes súbitas se dan por causas cardiológicas. Muchas veces otro tipo de patologías [como el asma o la hemorragia subaracnoidea] o incluso condiciones climatológicas [como ocurre en el caso del golpe de calor] pueden derivar en un problema serio."
Para el doctor Norberto Debbag, cardiólogo y deportólogo del Club Atlanta, "no hay conciencia de los beneficios de la evaluación predeportiva entre los deportistas, las autoridades o los dirigentes. Hay maratones organizadas por empresas a las que van 15.000 o 20.000 personas y en las que no se pide un certificado médico de aptitud para competir. Es terrible". Debbag subraya la importancia de realizarles evaluaciones diferenciadas a los distintos grupos de deportistas, según la edad y la actividad que realizan.
Kunik y Díaz Colodrero aseguran que la intención de este trabajo y de la evaluación predeportiva no es de ninguna manera impedir que la gente haga actividad física, sino todo lo contrario: lograr que la practique de la forma más segura posible.
"No hay límite de edad para hacer gimnasia ?dice Díaz Colodrero?: investigaciones muy importantes en personas de más de 90 años demuestran que la fuerza muscular puede aumentar más de un 150% con un programa de ejercicios controlados. Comienzan a hacer actividad física y ganan una independencia inimaginada." Y concluye: "Algo es mejor que nada, y más es mejor que poco".