La tos ferina o pertussis es una enfermedad típicamente infantil, pero un nuevo estudio indica que los adultos también pueden contraerla.
Se trata de una infección respiratoria altamente contagiosa que produce ataques incontrolables de tos y falta de aliento. Antes de la aparición de la vacuna, la tos ferina era una enfermedad pediátrica a veces mortal. Aún aparecen brotes de pertussis, pero especialmente en los niños pequeños que todavía no han completado el calendario de vacunación y en adolescentes con deterioro del sistema inmunológico.
Sin embargo, los adultos también pueden contraer la enfermedad. Según la literatura médica, un 0,5% de los adultos presenta tos convulsa cada año, según publica la revista “Deutsches Arzteblatt International”. Si bien la enfermedad es más peligrosa en los neonatos y en los niños pequeños, un cuarto de los adultos con tos convulsa presenta alguna complicación, como fractura de costillas o hernia abdominal. "En todos los países hay adultos con tos ferina", apunta el autor principal del estudio, el Dr. Carl Heinz Wirsing von Konig.
El problema es que la población, incluida la mayoría de los médicos no pediatras, asocia la tos ferina a las enfermedades pediátricas únicamente, añade el citado especialista, de Helios Klinikum Krefeld, en Alemania.
Los signos de que la tos podría ser pertussis incluyen ataques reiterados de tos de más de una semana, que a veces causan falta de respiración y asfixia. Pero el signo típico de la tos ferina es el ataque de tos que termina con una inhalación muy profunda con un sonido característico o "estertor".
Un desafío del diagnóstico de la tos ferina en los adultos, indica Wirsing von Konig, es que existen otros microorganismos, incluidos virus que causan síntomas de resfriado y gripe, que también pueden producir una enfermedad similar a la pertussis.
Para prevenir este enfermedad, los niños reciben cinco dosis de la vacuna DTP, que protege también frente a la difteria y el tétanos. Pero como la inmunidad a la pertussis tiende a desaparecer hacia el final de la infancia, los expertos recomiendan que los adolescentes y los adultos reciban una dosis de refuerzo, tanto para protegerse como para evitar el contagio a un niño.