Algunas pueden ser tóxicas

Artritis: no son efectivas la mayoría de las terapias complementarias

Un estudio británico también mostró que varias de ellas tienen efectos adversos.

Fuente: La Nación

Uña de gato, té de hierbas, cuernos de ciervo...

El abanico de "pociones" que ingieren los pacientes afectados de artritis reumatoidea con la esperanza de librarse de la insidiosa compañía desafía la imaginación. Sin embargo, a juzgar por los resultados del estudio realizado por la Iniciativa de Investigación sobre la Artritis, cuyos resultados publica la BBC en su edición online , la mayoría de estos tratamientos que se ofrecen fuera del consultorio no tienen efecto o, peor aún, pueden tener efectos indeseados.

El trabajo revisó la evidencia científica existente acerca de 40 terapias complementarias para tratar esta enfermedad autoinmune que ataca preferentemente a las mujeres y descubrió que dos tercios de las que se usan para la artritis reumatoidea son ineficaces, y lo mismo sucedió con un quinto de las que se autoadministran para la osteoartritis.

Mientras que la artrosis reumatoidea causa dolor, inflamación y pérdida de la función de las articulaciones, la osteoartritis degrada los cartílagos. La inflamación se produce cuando los huesos, desprotegidos, comienzan a rozarse entre ellos. Ambas afectan, principalmente, las articulaciones de los dedos, las rodillas, la cadera y la columna.

En su investigación, los especialistas hallaron que alrededor de un 60% de los pacientes usan algún tipo de tratamiento complementario. Médicos argentinos coinciden en que estas terapias son un recurso común entre los enfermos.

"En la Argentina, hay todo un folklore de tratamientos complementarios, pero los más comunes son la uña de gato, los tes de hierbas, la perla negra (unas pastillas no aprobadas por la autoridad regulatoria que se preparan en farmacias y mezclan diferentes drogas) y la picadura de abeja; la gente se hace picar por abejas porque cree que tiene efecto antiinflamatorio", contó Guillermo Tate, médico especialista en reumatología de la Organización Médica para la Investigación.

Los investigadores analizaron los compuestos que se toman por via oral o subdérmica. Para medir la efectividad tuvieron en cuenta la disminución del dolor, el movimiento y el bienestar general de los pacientes.

Las conclusiones
Encontraron que 13 de las 21 medicinas complementarias prácticamente no tienen efectos mensurables. Polvo de cornamenta de ciervos, aceite de la semilla de grosellas, colágeno, distintas hierbas y mezclas herbales, mejillones de labio verde, aceite de semillas de lino, homeopatía, selenio, vitaminas A, C y E y corteza de sauce son algunas de las terapias que pasaron bajo el escrutinio de los investigadores.

La excepción fue un aceite de pescado, que demostró reducir el dolor y la rigidez propias de la enfermedad.

El efecto también fue leve o nulo en seis de los 27 tratamientos para la osteoartritis. Sin embargo, hubo un producto con excelentes resultados: un gel elaborado con pimientos rojos que alivia el dolor.

Para la fibromialgia, que provoca un dolor que se extiende por los músculos y las articulaciones, se evaluaron cuatro productos, de los que ninguno pareció muy efectivo.

Pero no todos fueron inofensivos: un cuarto de los productos estudiados evidenció efectos adversos y una tradicional medicina china incluso provocó inquietud por sus potenciales peligros.

Los enfermos de artritis recurren a tratamientos heterodoxos, "que provocan una lamentable postergación del diagnóstico precoz y el tratamiento temprano, dado que el médico reumatólogo tiene variados recursos para enfrentar su condición", afirmó Alfredo Silvio Arturi, presidente de la Sociedad Argentina de Reumatología.

Los profesionales coincidieron en que hoy existen tratamientos muy eficaces y específicos para cada tipo de artritis y de paciente, pero que exigen estrictos controles.

Julia Raggio


Crece la incidencia en las mujeres

La artritis afecta con más frecuencia a las mujeres, especialmente una vez que tuvieron hijos. Aunque puede manifestarse en cualquier edad, su presencia es mayor entre las personas de 30 a 60 años. Los casos más graves son los que se presentan en edades tempranas.

Un estudio dado a conocer en 2008 indicó que su incidencia está creciendo en las mujeres, mientras que en los hombres no varía.

El tratamiento alivia los síntomas en tres de cada cuatro personas; en cambio, si la enfermedad no se atiende, puede conducir a la discapacidad.