CRISTINA DE MARTOS
Una de las causas de muerte súbita en los adultos jóvenes es el síndrome del QT largo, un trastorno de la conducción eléctrica del corazón, que también provoca taquicardia y fibrilación. Dos equipos de investigadores describen en sendos estudios recogidos en ''Nature Genetics'' las variantes genéticas relacionadas con esta enfermedad.
El corazón late gracias a impulsos eléctricos que recorren de forma ordenada y sincrónica las diferentes cámaras (aurículas y ventrículos) de este órgano. El registro de esta actividad eléctrica dibuja un perfil concreto de ondas, segmentos e intervalos cuya duración e intensidad deben estar dentro de unos parámetros de normalidad. Las variaciones suelen reflejar la existencia de algún problema cardiaco, como ocurre con el intervalo QT.
Este fragmento de la señal eléctrica del corazón corresponde a la despolarización y repolarización de los ventrículos, es decir, su contracción y relajación. Su duración depende de la frecuencia cardiaca y debe estar ajustada a ésta. Cuando el intervalo QT se acorta o se alarga existe más riesgo de taquicardia y fibrilación ventriculares y también de muerte súbita.
Dos equipos internacionales han investigado las posibles raíces genéticas de las alteraciones del QT valiéndose de los llamados estudios de asociación amplia del genoma en los que participaron, en total, cerca de 30.000 personas. Cotejando los resultados de ambos trabajos, surgen 12 variantes comunes capaces de modificar el ritmo de contracción del corazón.
Viejos y nuevos conocidos
Estudios anteriores en este campo, realizados fundamentalmente con familias portadoras de enfermedades raras, han identificado varios genes relacionados con la longitud del QT. El gen Nos1ap es hasta el momento el que ha mostrado una asociación más fuerte, confirmada por los trabajos recogidos en el último número de ''Nature Genetics''.
Además de este gen, el análisis realizado con más de 15.000 sujetos por la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, Estados Unidos) y la Universidad Técnica de Munich (Alemania) reveló la existencia de otras nueve variantes vinculadas con la longitud de QT, algunas completamente desconocidas y otras sobre las que se tenían sospechas.
Estos genes están relacionados con canales iónicos (de sodio y potasio), con la electrofisiología del músculo cardiaco y con la actividad de otros genes a los que regulan. El descubrimiento "abre la puerta a un nuevo mundo de investigaciones porque el papel de algunos de estos genes nunca se habría manifestado si sólo hubiéramos centrado nuestra atención en los candidatos", ha explicado Dan Arking, profesor del Instituto McKusick-Nathans de Medicina Genética de la Johns Hopkins.
Por su parte, los autores del segundo de los trabajos, codirigido por investigadores de la Universidad de Boston (Massachusetts, EEUU) y de la Universidad de Rotterdam (Holanda) identificaron nueve variantes localizadas en cinco genes candidatos y cinco más anteriormente desconocidas.
Una suma de pequeñas alteraciones
Cada una de las alteraciones del genoma descritas apenas supone una modificación de dos milisegundos en la longitud del intervalo QT. Para comprobar el peso de estos alelos sobre QT, se escogió a un grupo de 10.000 individuos y, en función del número de las alteraciones identificadas que portaban, se les otorgó una puntuación de cero a 20.
Entre aquellos con una puntuación igual o inferior a seis y aquellos con 16 o más puntos existía una diferencia de 18,1 milisegundos en la longitud de QT. En los extremos, los sujetos por encima de 14 puntos tenían una probabilidad 2,5 veces mayor de tener un QT prolongado que los que puntuaron por debajo de ocho.
El síndrome del QT largo, una de las alteraciones más frecuentes que afecta a una de cada 5.000 personas, es el responsable de la muerte repentina de muchos jóvenes en aparente buen estado de salud.
"La razón por la que la gente muere como consecuencia de estas patologías cardiacas es que no sabemos nada acerca de sus antecedentes", señala Aravinda Chakravarti, de la Universidad Johns Hopkins. "La única forma [de ayudarlos] es entender en profundidad la ciencia de estos fenómenos. Si sabemos, podemos empezar a intervenir".