'Clinical Journal of the American Society of Nephrology'

Los riesgos de inyectar contrastes a pacientes con enfermedad renal

Un 30% de los enfermos renales que se hicieron la prueba sufrió algún efecto adverso. La afección renal se relacionó con el doble de riesgo de sufrir una condición grave.

MARÍA SAINZ

Las lesiones renales que sufren algunos pacientes tras someterse a pruebas en las que se les inyecta un contraste, como la angiografía, podrían ser más graves de lo esperado. Un estudio señala que este tipo de daño aumenta marcadamente la probabilidad de padecer un infarto cardiaco o cerebral, entre otros.

La revista ''Clinical Journal of the American Society of Nephrology'' se hace eco de los datos de cerca de 300 personas, con enfermedad renal crónica, a las que se inyectó un contraste para realizar una angiografía cardiaca. Se trata de una prueba en la que se introduce un catéter en una arteria y se guía hasta el corazón. Una vez allí, se inyecta una sustancia con la que visualizar obstrucciones en el flujo sanguíneo.

Uno de los posibles efectos secundarios de estos contrastes es el daño renal o nefropatía, que se provoca al intentar procesar el contraste. Pero, además de identificar este hecho, los autores del citado trabajo, dirigidos por Richard Solomon (de la Universidad de Vermont, EEUU), vieron que puede tener consecuencias a más largo plazo y en otras áreas del organismo.

"Es importante saber que el hecho de padecer un fracaso renal tiene consecuencias cardiovasculares a medio plazo", explica a elmundo.es José Antonio Sánchez Tornero, jefe de servicio de Nefrología del Hospital de La Princesa (Madrid).

Entre los efectos adversos, destacan cuatro por su gravedad: muerte, infarto cerebral o cardiaco y enfermedad renal con necesidad de recibir diálisis.

En este sentido, Tornero aclara que, en la práctica clínica, cuando se realiza esta prueba a un paciente con riesgo renal o cardiovascular previo se enfatiza en la prevención de una nefropatía.

El 13% sufrió un efecto secundario grave

Tras realizar un seguimiento de un año, los expertos vieron que un 31% de los enfermos sufrió algún efecto secundario. Por su parte, un 13% (38 personas) padeció uno de los citados episodios de mayor severidad.

Los sujetos con una afección renal como consecuencia de someterse a la mencionada prueba presentaron el doble de riesgo de sufrir consecuencias negativas a largo plazo. "Esta conexión patofisiológica específica entre la nefropatía y los perjuicios [...] no está clara", apuntan los firmantes del trabajo.

A la hora de realizar la prueba, los participantes recibieron dos tipos de contraste: iopamidol o iodixanol. Entre los que no sufrieron ninguna problema renal por la angiografía, ambas sustancias obtuvieron cifras parecidas de efectos secundarios. Sin embargo, entre los que sí padecieron daño en los riñones el iopamidol resultó un poco más seguro. Esto se debe, probablemente, al menos tamaño molecular de esta sustancia.

Aunque el estudio destaca a la hora de relacionar el daño renal con los problemas cardiovasculares, Sánchez Tornero resalta que sus datos son limitados. "Es un estudio aleatorio pero está realizado a partir de los datos de otro, luego no mantiene el objetivo primario. Y, además, se pierden muchos pacientes en el seguimiento". De hecho, de la muestra inicial de 414, se centraron finalmente en 120 personas.