Un trabajo, realizado por un equipo de investigadores de la University of California, de San Francisco (Estados Unidos) y que se publica en “Annals of Internal Medicine”, ha descubierto que, contrariamente a una creencia extendida entre los obstetras, la inducción al parto no aumenta el riego de cesárea.
Según explica el autor principal de este trabajo, Dr. Aaron Caughey, "parece haber un malentendido sobre la asociación del aumento de las cesáreas con la inducción electiva, un procedimiento que ha estado realizándose cada vez con más frecuencia".
"La inducción electiva puede ser realizada de tal modo que evite el aumento de las cesárea, es posible", indicó el Dr. Douglas Owens, autor de este estudio.
Los investigadores revisaron los trabajos existentes sobre la inducción al parto, en los que se había realizado esta intervención por elección de la mujer y no tanto por razones médicas. La mayoría de los hallazgos se limitaron a las mujeres que habían superado en cerca de una semana su fecha límite para el parto.
Aunque la tasa de inducciones al parto electivas fue más del doble desde 1990, descubrieron que esta práctica había sido poco estudiada, por lo que los expertos estaban preocupados por que estas inducciones expusieran a las mujeres a un mayor riesgo de cesárea y las complicaciones médicas que conlleva esta intervención.
Según los autores de este estudio, las preocupaciones de estos expertos eran infundadas y la confusión surgió en parte por un error en los estudios observacionales que ligaron la inducción electiva con un riesgo mayor de cesárea. El Dr. Owens dice que estos estudio observacionales solían comparar la inducción al parto en una edad gestacional particular con la labor espontánea en el mismo momento del embarazo. "Esta comparación es errónea porque no refleja la decisión clínica que la mujer y los médicos deben tomar", apuntó.
Las mujeres y sus médicos no pueden decidir comenzar un trabajo espontáneo en una fecha concreta. Pueden inducir al parto o esperar. El riesgo de inducción debe ser valorado frente al peligro de mantener el embarazo. Casi al final de la gestación, cuando el feto se haga más grande, seguir embarazada aumenta las posibilidades de que la mujer necesite una cesárea.
Pasada el período gestacional total, de 40 semanas, la placenta trasmite oxígeno al feto de forma menos eficiente. Así, puede haber un incremento de las cesáreas para prevenir la angustia fetal.